Ejemplos con yertos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El frío de la altiplanicie había penetrado hasta sus huesos, dejándole yertos los brazos.
En su semblante animado parecía haberse descorrido un velo de niebla y sus movimientos, aunque llenos de calma y aplomo, no eran tan cansados y yertos como antes.
Todavía continuó llenando cuartillas un rato, hasta que, yertos los pies y ardorosa la frente, recogió los papeles y los guardó en uno de los volúmenes.
Verdad es que se fusila en una mañana cuarenta y cuatro indios en una plaza de la ciudad, para dejar yertos a todos con estas matanzas, que aunque de salvajes, eran al fin hombres, pero, poco a poco se abandona y el ''cuchillo'' se hace el instrumento de la justicia.
Una mirada viva e insinuante brillaba en sus ojos, antes yertos y apagados, animaba su boca, de ordinario marmórea y mal cerrada, el alegre perfil de la sonrisa, y el color de sus labios y mejillas no era ya el de los fúnebres blandones, sino el de las rosas de mayo.
Azorados y yertos de miedo invocan secretamente todos los santos del cielo, y se estremecen al escuchar las terribles blasfemias que profiere Beltrán.
El frío de la altiplanicie había penetrado hasta sus huesos, dejándole yertos los brazos.
Los invasores recularon como por un súbito instinto de miedo, dejando entre los dos campos los yertos cadáveres de tres de los suyos.
¡Qué labios aquéllos, aunque húmedos y finos, pálidos, y, en la apariencia, yertos, y aquellos dientes menudos, blancos, cual si fueran tallados en una pieza de porcelana, y no nacidos uno a uno.
Pona y las viudas de sus hijos lloraban con angustia y esperaban que el amuleto de la primera hiciese resucitar a los muertos queridos, a cuyos yertos miembros los aplicaban, y que curase instantáneamente al anciano de la cabeza de nieve, ya cabeza de tizón apagado.
Arrimada a la lumbre, que no conseguía entibiar el granizo de sus yertos pies y sus amoratadas manos, abismada, encogida, revolviendo en la cabeza, no planes -¿qué planes cabían allí?-, sino ideas incoherentes, Rosario esperaba.
Don Mariano Medialdea le acercó uno de los animalitos, y en la última vibración muscular de los dedos yertos de don Hilario quedó prendida la blanda oreja del micho travieso.
cría, destruye, sus despojos yertos.
Unos labios yertos ahogaron en su boca un grito de espanto y un helado brazo estrechó su cuerpo, que rodó, precipitado en la negra profundidad del pozo.
La enferma atrajo a sí la cabeza de la joven, posó en su frente los labios yertos ya por la proximidad de la agonía, y le hizo señas de que se alejara e hiciera acercar al sacerdote.
¡Miserere! repitamos, bajando los disformes escalones de esta montaña, en medio de las sombras que nos rodean, yertos de frío y con el alma puesta en el autor de lo criado, cuya mirada nos sigue sin duda alguna en el oscuro laberinto de nuestra existencia.
, y, acompañados de ella, o más bien acompañándola nosotros en su melancólico viaje, después de darnos muchas veces por muertos en los malos pasos que ya conocéis, y sobre todo en la famosa vereda puesta de canto y en las cuestas de Mecinilla, llegamos al fin a Murtas sanos y salvos y muy satisfechos de nosotros mismos, aunque yertos de frío, rendidos de cansancio y cayéndonos de sueño.
El aire puro y oloroso de la primavera tal vez hubiera reanimado aquel pecho que comenzaba a oprimirse y devuelto a su cuerpo algo de su perdida lozanía, pero el invierno reinaba despiadadamente en aquellos campos yertos y desnudos, y el sol mismo escaseaba sus vivificantes resplandores.
Cayó entre ambos la noticia como la guadaña de la muerte, y, yertos y despavoridos, alzáronse al punto de la mesa, abrigáronse mal y de prisa, y volaron al lado del enfermo.
el hombre color de cobre, que incendió el vapor, que mató a mi hermano, que me arrebató de entre sus brazos yertos, y de quien me he escapado por un milagro, pero que me sigue y a alcanzarme.
A ese grito, el cuerpo de Estela, que yacía sin movimiento, se estremeció, como sacudido por una descarga eléctrica, sus labios yertos, movidos por un supremo esfuerzo, pronunciaron, mezclado a un gemido, el nombre de su hermano.
Tras esta última palabra, volvió los ojos al cielo, estiró sus miembros yertos, y espiró.
o emboscados en yertos paisajes de cicuta.
Después, los fondos del escenario en que descollaba tan gentil figura: antes desnudos, fríos, yertos, encharcados en agua o amortajados en nieve, ahora la Naturaleza riente y vestida con la pompa de sus mejores galas, los prados verdes y lozanos, los montes frondosos y habladores con el rumor de las brisas jugueteando en su follaje y esparciendo por todo el valle la fragancia más exquisita.
¡Y aquélla fue la más negra para mí! La de verme solo en los ámbitos enmudecidos y yertos de la casona, alcázar de mi flamante y patriarcal señorío, en el pobre terruño de «mis mayores».
Neluco, despeado y lacio, y los dos empapados en agua de pies a cabeza, yertos, amoratados de frío.
La sala quedó a obscuras, y al rostro del aterrado Leonelo se adhirieron dos como palmas de manos frías, palpitantes, y unos labios glaciales, yertos para siempre.
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas.
han fabricado de los yertos de los siglos.
que se reflejan lívidas en los estanques yertos,.

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