Ejemplos con verme

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La cosa no tenía nada de particular, si se tiene en cuenta que el único hombre de traza humana que allí veía era yo, que su marido había sido mucho más viejo que ella, que poseía un corazón muy tierno y dadivoso, y, por último, que el verme vestido con ropa negra y larga, a modo de falda, como ella, le infundía confianza y atrevimiento para manifestarse, a pesar de su natural tímido y cuitado.
Ni aun las manos alcanzo a verme.
Temo el momento de verme frente a frente.
Pues a mí me hace llorar de risa verme lanzando excomuniones como el Papa.
¡Como si estuviese ya difunto, róele un verme!.
Sólo lo come de raíz, el verme de la muerte.
Recordabas el período negro de tu vida, la esclavitud de la carne entre hombres bestiales enloquecidos por los ardores del sexo, y al verme siempre dulce contigo, protegiéndote contra la ira del padre y la curiosidad de la gente, tu agradecimiento ha ido creciendo y creciendo, y hoy me amas, Sagrario.
Se pone usted malo, y para esto no era preciso que se molestase bajando a verme.
Temerosas de un chasco no se atrevían a hablarme, y se daban por satisfechas con verme de pies a cabeza y examinar mi traje de cortesano.
Andrés no dejaba de verme ni de acariciarme.
Quería verme rodeado de mis amigos, de todos mis amigos, de todos, para refugiarme en su afecto como en un puerto de salvación.
Don Román vino a verme, y vino también tu amigo don Quintín.
¡Gracias a Dios! Temí que no volvieras a verme.
Se animó al verme, y cuando me acerqué para abrazarla me miró tristemente, y con voz muy débil, tan débil que apenas la oímos, me dijo:.
Pero, tía: ¿no ve usted que no viene a verme, ni me busca? ¿Cuántas veces ha venido?.
Sonrojóse al verme, y murmuró tímidamente:.
¡Ya, ya verá usted a su sobrino, qué majo y qué gallardo que viene, vestidito de charro, en un caballo soberbio! ¡Ya verá usted, tía Pepa, qué elegante y guapo estaré con el pantalón ceñido, el jarano galoneado, la chaquetilla airosa y la pistola al cinto! ¡Y taca, taca, taca ! ¡Ahí está el ranchero! ¡Ya llegó! Y entrará Juana, diciendo: ¡Señora ya vino el charro! Y usted, tía Pepilla, usted saldrá corriendo a recibirme y abrazarme, o se asomará usted a la ventana para verme llegar, y ver a todas las muchachas que han de mirarme con tamaños ojos, como diciendo: ¡Qué reguapo! Y entraré, sonando las espuelas, y ustedes se pondrán muy alegres.
¿Irás a verme? Sí ¿no es verdad? Me escribirás.
Niña: ven a platicar conmigo, mañana te vas, y acaso no volverás a verme, porque, desengáñate, hija, ¡mi mal no tiene remedio! El doctor dice que nervios, ¡pero yo no creo nada de eso! El mejor día sabrás que me he muerto.
Al verme se detuvieron a charlar conmigo.
¿Me darás tu retrato? ¿Irás a verme? ¡Con qué ansia he de esperar tus cartas! Y las leeré muchas veces, muchas, hasta que me las aprenda de memoria.
La anciana vino a verme, me arropó y se estuvo acariciándome hasta que me quedé dormida.
Mi madre se moría, no había de verme más.
¿Seria yo capaz de aliviar de alguna manera la precaria situación de mi familia? ¿Me sería dable corresponder a los sacrificios de aquellas cariñosas ancianas que por verme dichoso habrían dado su vida? Confieso que en aquellos momentos me faltó el valor.
Los chicos abrían tamaños ojos para verme, como sorprendidos de la rara dulzura de su maestro.
Me pareció que unas a otras se preguntaban al verme:.
Esta, confusa y contrariada, no alzaba los ojos para verme.
Por eso, mira tú, por eso tengo yo tanto miedo a los locos y me asusto tanto de verme a su lado.
Desde lejos noté que se sonreía al verme.
Quizás pase yo por el trance de ver asaltada mi casa, de ver que me arrancan de los brazos a mi querida hija, de verme atropellada e insultada del modo más infame.

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