Ejemplos con turbación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero a mí no se me encoge el ombligomurmuró en voz audible la duquesa, según subía las escaleras, par a par de un familiar de Su Ilustrísima, clérigo bisoño y doliente, el cual, oyendo esta expresión extraña y para él inexplicable, fué víctima de un ataque de turbación tan intenso, que tropezó en un peldaño y a poco cae de bruces.
¡Usted siempre tan inglés, tan inglés!pronunció sin turbación ni encogimiento el mancebo.
Así ha pasado todo este tiempo, pero desde que volvió Pablo, mi sobrina ha perdido enteramente la tranquilidad: el día en que supo que estaba aquí, todos advertimos su turbación aunque no sabíamos bien si era la alegría, o el susto, o la sorpresa lo que la había puesto así.
Tan grandes eran su terror y su turbación, que hasta le habló en castellano.
La muchacha, que en realidad era tan tímida como él, sentía sin embargo deseos de reirse de su turbación.
Sintió calor en el estómago y en la cabeza una deliciosa turbación.
Por dicha, doña Luz era buena, y era además enérgica y briosa de voluntad, y pronto imponía silencio a la voz y apaciguaba en su pecho la turbación y alboroto que la voz causaba.
Y tan grande era su turbación, que hasta le pareció más ruidoso aquel estertor de agonía, como si el moribundo contestase afirmativamente con su fatigoso ronquido.
Por fin el joven, en el último grado de la turbación y del desconcierto, se aventuró a hablar, y dijo algo así como y después: y luego: No, yo no me meto en nadadeclaró doña Lupe, que estaba sentada como presidiendo.
Tanta turbación había en el alma de la esposa de Rubín, que la ira estaba en ella como prendida con alfileres, y el menor accidente, una nada, determinaba la transición de la rabia al dolor, y de la energía convulsiva a la pasividad más desconsoladora.
En la soledad de su alcoba, encontrose mi hombre más dueño de sí mismo, habiendo vencido aquella turbación inexplicable con que saliera de la casa de Santa Cruz.
Ya me quiere echar ¿ve usted?dijo Moreno mirando a Barbarita y esforzándose en sonreír para ocultar su turbación.
Sentía la de Rubín una gran turbación, mezcla increíble de cortedad de genio y de temor ante la superioridad, y se puso muy colorada, después como la cera.
Maximiliano se puso del color de la grana de su embozo, y contestó afirmativamente con embarazo y turbación.
Sí señorreplicó la voz con miedo y turbación indecibles.
Su turbación le obligaba a refugiarse en los temas vulgares ¡Vaya que son pesados estos pobres! Parece que hay misa, porque se oye la campanilla de alzar Es bonita la casa, y alegre, sí señor, alegre.
A Nicolás no le quitó su berrinchín el apetito, pues ninguna turbación del ánimo, por grande que fuera, le podía privar de su más característica manifestación orgánica.
¿Por qué miraba aquello? Su turbación le llevaba a colgar las miradas aquí y allí, prendiendo el espíritu en cualquier objeto, aunque fueran las cabezas de los clavos que sostenían los retratos.
Tiempo hacía que Maximiliano deseaba hablar de aquella manera con alguien, y manifestar su pensamiento libre y sin turbación.
¿Se equivocó antes o se equivocaba después? En la enorme turbación de su ánimo no podía decidir nada.
Tonta, ¿qué es lo que yo hago? dijo sorteando su turbación.
Imaginándose lo que iba a pasar, la turbación del infiel, el perdón suyo, y mil cosas y pormenores novelescos que barruntaba, producíase en su alma un goce semejante al del artista que crea o compone, y también un poco de venganza, tal y como en alma tan noble podía producirse esta pasión.
La vanidad aumentó la turbación en que el bueno de Izquierdo estaba.
Llevóse la taza a la boca para encubrir la turbación, y Sabel, creyendo terminado el coloquio, se retiraba despacio, cuando el capellán le dirigió una pregunta más.
Su turbación crecía: el corazón le latía con sordo ruido.
Julián, que sufría la inquietud, el hormigueo en la planta de los pies que nos causa la sensación de hollar algo blando, algo viviente, o que por lo menos estuvo dotado de sensibilidad y vida, experimentó de pronto gran turbación: una de las cruces, más alta que las demás, tenía escrito en letras blancas un nombre.
Por esto determinaron de mostrarse, y, al movimiento que hicieron de ponerse en pie, la hermosa moza alzó la cabeza, y, apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían, y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie, y, sin aguardar a calzarse ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto, mas no hubo dado seis pasos cuando, no pudiendo sufrir los delicados pies la aspereza de las piedras, dio consigo en el suelo.
Y, sin mirar a otra cosa que aquella a que su gusto le inclinaba, al cabo de tres días de la ausencia de Anselmo, en los cuales estuvo en continua batalla por resistir a sus deseos, comenzó a requebrar a Camila, con tanta turbación y con tan amorosas razones que Camila quedó suspensa, y no hizo otra cosa que levantarse de donde estaba y entrarse a su aposento, sin respondelle palabra alguna.
A ella, con la turbación y desasosiego, se le cayó el tafetán con que traía cubierto el rostro, y descubrió una hermosura incomparable y un rostro milagroso, aunque descolorido y asombrado, porque con los ojos andaba rodeando todos los lugares donde alcanzaba con la vista, con tanto ahínco, que parecía persona fuera de juicio, cuyas señales, sin saber por qué las hacía, pusieron gran lástima en Dorotea y en cuantos la miraban.
Así es la verdad respondió la doncella, pero sepan vuesas mercedes que la turbación que he tenido ha sido tanta, que no me ha dejado guardar el término que debía.

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