Ejemplos con temen

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todos le temen a un dictador insano, cruel que gobierna con un puño de hierro, y sin ninguna piedad, todos excepto ella, Alicia y los rebeldes.
Pero los vikingos temen navegar entre la niebla de noche pues no saben orientarse.
Luego de ser echados de un quiosco que habían reservado en el parque, temen que la calidad de la ciudad de Springfield había disminuido, ya que los otros residentes, los más idiotas, tenían todo el poder sobre la ciudad.
Otros, más serios, mostraban en su gesto el noble disgusto de los que temen presenciar una mala acción inevitable.
Pero, como es tan pequeño, las locas no le temen y siguen girando, cantando y riendo a su alrededor.
Parece que las tres temen a la misma muerte.
Y entretanto, la prensa hablando de crisis, refiriendo idas y venidas, resultados que se esperan, fines que se temen, bofetones que se dieron, y lances de honor que se.
Los diablos temen más a los temperamentos exhaustos que a los opulentos como el suyo.
No le temen los que no le conocen.
De todo recelan los villaverdinos, a nadie conceden su confianza, todo se lo temen de los extraños, tanto lo malo como lo bueno, nada les place, todo lo censuran, a nada se atreven por miedo a los demás, viven con el día y nunca piensan en lo venidero.
No: no es el Carnaval entre nosotros la desaforada orgía de otras capitales de Europa, en que millares de individuos que no se han visto nunca, convierten las plazas y los teatros en otras tantas casas de locos: es una innumerable tertulia de personas que se aman, se temen, se odian o se necesitan, en la cual se ha apagado la luz y andan las gentes a tientas diciendo verdades como puños y relajando en lo posible los vínculos estrechos de las conveniencias sociales.
—¡Oh pecador de mí! replicó el sevillano, armóles el conde zancadilla, y cogiólos debajo de su jurisdicion, que eran soldados, y por contrabando se aprovechó dellos, sin que la audiencia se los pudiese quitar: sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma: barrida está Sevilla y diez leguas a la redonda de jácaros: no para ladron en sus contornos: todos le temen como al fuego, aunque ya se suena que dejará presto el cargo de asistente, porque no tiene condicion para verse a cada paso en dímes ni dirétes con los señores de la audiencia.
Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, los disignios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen, que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo.
Sé también, por espías verdaderas, que han entrado en ese lugar cuatro personas disfrazadas para quitaros la vida, porque se temen de vuestro ingenio, abrid el ojo, y mirad quién llega a hablaros, y no comáis de cosa que os presentaren.
Cuanto más, que si la mora, como ella decía, daba dineros para rescatarlos a todos, que, estando libres, era facilísima cosa aun embarcarse en la mitad del día, y que la dificultad que se ofrecía mayor era que los moros no consienten que renegado alguno compre ni tenga barca, si no es bajel grande para ir en corso, porque se temen que el que compra barca, principalmente si es español, no la quiere sino para irse a tierra de cristianos, pero que él facilitaría este inconveniente con hacer que un moro tagarino fuese a la parte con él en la compañía de la barca y en la ganancia de las mercancías, y con esta sombra él vendría a ser señor de la barca, con que daba por acabado todo lo demás.

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