Ejemplos con túnica

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los penitentes llevan una túnica de muaré y capillo de raso negro, alumbrando con cirios.
Este personaje viste una túnica ceñida que, allí donde incide la luz, es de color azul, y donde está en sombra el color es rosa.
Un contraste particularmente insólito es el de la ropa de Juan, que se encuentra encima de la Virgen: una túnica verde bronce destaca sobre una tela roja entre bermellón y naranja pálido.
La otra pierna está semiflexionada hacia atrás, este hombre va cubierto con una túnica verde y plata metalizada dejando los hombros al descubierto, el pelo es plateado.
El hábito de esta cofradía es completamente blanco, esta blancura sólo se interrumpe en el ribete rojo de la capa así como en el nudo que la sujeta en el cuello, en los botones rojos que cierran la túnica y en los escudos de la cruz de Jerusalén bordados en el capillo, en el hombro izquierdo de la túnica y en la parte izquierda de la túnica a la altura del pecho.
También se llamada cubierta media del globo ocular, túnica vascular y tracto uveal.
El hecho de que vistan como en la época del pintor, y sean pinturas realistas, sin ninguna idealización, transmite la percepción del artista de la actualidad de la escena, su participación íntima en el acontecimiento representado, mientras que de forma totalmente antihistórica se ponen justamente a Cristo y al mismo san Pedro, envueltos en una túnica atemporal.
Un Sureño, vestido con una túnica escarlata y una armadura de bronce, corrió hacia donde estaban escondidos los hobbitt,pero fue alcanzado por varias flechas, desplomándose muy cerca de Sam.
Una forma de distinguir a los regimientos de los Guardias a Pie es el espacio entre los botones de la túnica.
La estatua es de estilo neoclásico y paganizante, y está representada como una ninfa vestida con una leve túnica que recuerda las vestimentas grecolatinas.
Sara va vestida a la moda de la época, y el ángel luce una túnica bordada y una capa anaranjada.
Además, desfiguraron su rostro añadiéndole unos ojos de cristal, le pusieron una túnica piramidal con larga cola, moda importada de Francia.
La bestia de combate acorazada de rojo, armada de uñas corvas y tenazas de tortura, guerrero implacable de las verdes cavernas submarinas, jamás se había unido con el pez gracioso, ligero y débil que movía la cola de su túnica rosada y plateada en las aguas transparentes.
¡Viva la república!señaló otra litografía iluminada, que figuraba una señora gorda, con túnica tricolor, una antorcha en la mano y a los pies un león y unas cadenas rotas.
Tal, en el poema de Goethe, cuando la Elena evocada del reino de la noche vuelve a descender al Orco sombrío, deja a Fausto su túnica y su velo.
Bajo la lámpara eléctrica estaba ella, una Freya distinta a la que había visto siempre, con los cabellos opulentos cayendo en sierpes sobre sus hombros, completamente desnuda en el interior de una túnica asiática que la envolvía como una nube.
La túnica indostánica había sido reemplazada por un pijama masculino de seda violeta.
¡Qué príncipe persa! Una blanca en la cabeza sujeta con un joyel, el pecho desnudo, una túnica negra con pavos de oro.
Había tomado el baño y retardaba el momento de recobrar su uniforme, deleitándose con el sedoso contacto de la túnica femenina, igual a sus vestiduras orientales de Berlín.
Pasó el día en un acceso de fiebre registrando su guardarropa, al anochecer, salió del brazo de Miranda, llevaba un traje que hasta entonces no había usado por ligero y veraniego en demasía, una túnica de gasa blanca sembrada de claveles de todos colores, pendía de su cintura el espejillo, en sus orejas brillaban los solitarios, y detrás del rodete, con española gracia, ostentaba un haz de claveles.
El hombre cobrizo ensalzaba la riqueza de una túnica azul con ramajes y pájaros blancos que ella tenía entre sus manos.
Me parece que todos están manchados, y en cuanto alcanzan a ver un hombre puro empiezan a correrle detrás para llenarle la túnica de manchas.
¡En la gran Jerusalén, hace cientos de años, oyéronse estas mismas voces, que las daban los judíos, repartiéndose la túnica de Nuestro Señor Jesucristo!.
Atravesaron al paso, más sosegados que por la mañana, las calles de Azcoitia, y entraron de nuevo en la carretera, flanqueada siempre por el río, hundiéndose a poco en la cañada estrechísima y bravía que forman dos altas montañas, cubiertas de bosques sombríos que trepan cual escuadrones de árboles que quisieran escalarlas, para desgarrar en su cumbre el seno de las nubes, azuladas a veces, vaporosas como la flotante túnica de una poética maitagari, cenicientas otras, flotantes también, pero tétricas como el sudario que cubre las rígidas formas de un muerto.
Acisclo, cuando mozo, había llevado al hombro en las procesiones durante muchos años, porque había sido y era aún , aunque jubilado, y aún se vestía de , para ir en la procesión como hermano mayor delante de la Cena, con una túnica de rica seda morada que había costado un dineral, pero entonces no llevaba la cruz, sino una pértiga reluciente, signo de autoridad y mando.
Las azucenas, con su túnica de blanco raso, erguíanse encogidas, medrosas, emocionadas, como muchachas que van a entrar en el mundo y estrenan su primer traje de baile, las camelias, de color de carne desnuda, hacían pensar en el tibio misterio del harén, en las sultanas de pechos descubiertos, voluptuosamente tendidas, mostrando lo más recóndito de la fina y rosada piel, los pensamientos, gnomos de los jardines, asomaban entre el follaje su barbuda carita burlona cubierta con la hueca boina de morado terciopelo, las violetas coqueteaban ocultándose para que las denunciase su olorcillo que parecía decir: ¡Estoy aquí! , y la democrática masa de flores rojas y vulgares extendíase por todas partes, asaltaba las mesas, como un pueblo en revolución, tumultuoso y desbordado, cubierto de encarnados gorros.
Y es de saber que Sancho Panza había echado sobre el rucio y sobre el lío de las armas, para que sirviese de repostero, la túnica de bocací, pintada de llamas de fuego que le vistieron en el castillo del duque la noche que volvió en sí Altisidora.
Mas, lo que detuvo al villano no fueron las voces de Sancho, sino el ver que don Quijote no bullía pie ni mano, y así, creyendo que le había muerto, con priesa se alzó la túnica a la cinta, y dio a huir por la campaña como un gamo.

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