Ejemplos con suavidades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta primera sillería a ras de tierra, donde se sentaban los clérigos de categoría más ínfima, era anterior en medio siglo a la sillería alta, pero en estos cincuenta años dio el arte el gran salto desde el gótico rígido y duro a las suavidades y el buen gusto del Renacimiento.
-Veo que el odio de que hablaba usted hace poco -le dije-, tiene también sus suavidades.
En segundo lugar, siento muchísimo que me hable usted con tanta conmiseración y blandura, pues yo no entiendo de suavidades, zalamerías ni melindres.
-¡Hola! ¡Hola! ¿Volvemos a las suavidades y a los elogios? ¡Qué sabe usted cómo soy yo por dentro!.
con esa voz que tiene suavidades de raso:.
En su encierro voluntario ni la vista ni el oído podían disfrutar grandes deleites, pero en cambio gozaba las sensaciones nuevas del refinamiento del gusto y del olfato, y aun del contacto de todo su cuerpo de gata mimosa con las suavidades de su ropa blanca, dentro de la cual se revolvía como un tornillo de carne.
Entró don Sotero con los resobeos, suavidades y reverencias de costumbre, y díjole don Plácido con una valentía inconcebible en hombre tan frío e indiferente a todo cuanto no fuera gallinas y modo mejor de criarlas.
La maldita imaginación ponia junto a sus ojos las tibias suavidades, los dulces contornos, los finos colores de aquella carne desconocida, y la agitación del infeliz iba en aumento, sentia crecer dentro de si algo animado por el espiritu de rebelión, la virilidad que se vengaba de tantos años de olvido, inflamando su organismo, haciendo que zumbasen sus oidos, enturbiando su vista y dilatando todo su ser, como si fuese a estallar a impulsos del deseo contenido y falto de escape.
Rosario sentíase orgullosa de sí misma, habíase estado recreando durante casi una hora delante del espejo, sonriendo, entornando los ojos, ensayando el gracioso mohín, a cuyo imperioso mandato aparecíanle de modo inevitable dos graciosísimos hoyuelos en las redondas mejillas, mirándose y remirándose la nítida dentadura que, a no resultar tan manoseada la comparación, compararíamos a sartas de perlas orientales, los ojos, si no grandes, chispeantes de expresión y de malicia, sus cejas negras y de arco purísimo, y su tez de aterciopeladas suavidades y trigueñas entonaciones.
Al siguiente día, quizás por haber mediado una nueva fraterna de Leré, notaron todos en el señor suavidades inusitadas, que les llenaron de asombro.
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna.

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