Ejemplos con sinvergüenzas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mientras disfrutaban de la vida de excesos y ostentación de unos multimillonarios, Rhett la introdujo en el mundo de sus amigos ricos de Nueva Orleans, hombres que como él habían hecho fortuna con negocios sucios y hubieran sido considerados en Atlanta unos sinvergüenzas.
Los aprovechados, los sinvergüenzas, los degenerados, los hipócritas, la dama semimundana que envejece, el cinedo y toda la comedia humana de la gran metrópoli que era Roma en aquel tiempo aparecen vistosamente atacados y descritos en sus poemas.
La niña, Marcelo ¡la niña! Y el caso era que la niña, objeto de tales inquietudes, reía con la insolencia de su juventud vigorosa, al escuchar a la madre: Que vengan esos sinvergüenzas.
¿Ustedes creen que las quieren por su lindura? Lo que buscan esos sinvergüenzas son los pesos del viejo Madariaga, y así que los tuviesen, tal vez les soltarían a ustedes una paliza diaria.
Quintos más sinvergüenzas que los de este pueblo, no los he visto.
¡Si serán listos esos sinvergüenzas, que me han engañado a mí! -exclamó el Capellán, dando un golpe en la mesa-, a mí mismo, señores, que siendo, como soy, católico ferviente, no creo en milagrerías.
Porque si les hubiera leído la biografía de los grandes sinvergüenzas de la historia, habrían pensado que describía la vida de los pastores de su iglesia.
¿Serán capaces de pretenderlo, los muy sinvergüenzas? Pues al ver lo que se arriman y se presumen.
porque los sinvergüenzas desaforaos, la dieron por un pellejo de vino en cuanto faltó el baldragazas que los engendró en una osa montuna.
Se gana muy poco en el oficio en que nos hemos metido, no sé lo que hacían esos sinvergüenzas con su dinero.
lo diré claro, unos sinvergüenzas.
Movido de su impetuoso genio, que en trances de peligro siempre se mostraba, Mendaro se plantó en medio de la calle, y mirando a la chusma se dejó decir: «¿A que saco la navaja? ¿A que alguno de estos sinvergüenzas nos va a enseñar el mondongo?».
«¡Si serán listos esos sinvergüenzas, que me han engañado a mí! -exclamó el Capellán, dando un golpe en la mesa-, a mí mismo, señores, que siendo, como soy, católico ferviente, no creo en milagrerías.
Bajo cuerda, nuestro maldito irlandés azuza, pellizca el rabo a estos sinvergüenzas, todos ellos moderados y realistas, para que hablen mal de nosotros y pongan al Duque en el disparadero.
-Aquellos sinvergüenzas nos limpiaron de veras.
-Somos todos unos sinvergüenzas -gritó un orador, y el pato silvestre, entusiasmado por tanta elocuencia, dejó escapar un: «¡Es cierto!» que si no hubiera tenido buenas alas, le cuesta la vida, pues, una cosa es ser patos caseros y confesárselo entre sí, y otra que un forastero se lo venga a decir.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba