Ejemplos con salero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No obstante, su salero y particular forma interpretativa siempre tuvieron la facultad de imprimirle su impronta popular y cabaretera.
María Fuensanta Sanz: murciana con salero y soltera, cajera de supermercado.
Su rayado permitía que esos cañones disparan balas esféricas con salero de papier-maché, caracerística que no podían igualar los demás cañones rayados.
En su toreo se fundían - a la par - el salero y el clasicismo, el valor y la armonía, la casta y la gracia torera.
Y ahora te suplico que mientras esté en Cartagena me des lección en todo lo tocante a palabras finas, modos de saludar, de comer, de presentarse ante la gente, con los toquecitos de gracia, chispa y salero que allí se estilan entre personas que a un tiempo son alegres y de buena educación.
Luego que le hayamos vestido el hábito le pondremos un salero sobre la barriguiña.
Las piezas de loza volaban por el aire y se estrellaban contra la pared, o en el cuerpo de las consternadas mujeres, que defendían su rostro con las manos, chillando furiosamente, los cascos de porcelana, los pedazos del pato, el salero, los tenedores, la ensalada, iban cayendo aquí y allá, y las amas y sobrinas huyeron despavoridas hacia el interior con lamentos de resignación más que de ira.
-Yo creo -indicó Fernando con sorna-, que la señora maga, si ha tenido poder para meternos en con tanto salero, lo tendrá para darte a ti ¡oh venerable capellán! la reparación que te debe.
Ya ha visto usted con qué salero bracea.
Este decía: ¡Viva el salero! Aquél: ¡Alabado sea Dios que tan hermosa la ha criado! Otro: ¡Ahí va la gloria vivita! y así por el estilo.
Hizo el otro un gesto tranquilizador y cuando el puso el servicio, si servicio puede llamarse un par de cuchillos con mango de cuerno, servilleta sucia y salero, y pidió órdenes acerca del vino, le dijo, dice: ¿Pardillo yo? pa chasco Tráete de la tierra.
¡Práctica!replicó ella arrugando la nariz con salero, como hacía siempre que afectaba no comprender una cosa y burlarse de ella al mismo tiempo.
Encomiando el salero de Rita, y la hermosura de Rita, y la buena conformación anatómica del cuerpo de Rita, añadió como al descuido:.
-¡Bah!, ¡yo creía que era de otra cosa de lo que tú me dibas a platicar, salero!.
-Mía, salero, que pierdes toíto er mérito en cuantito se te mojan los lagrimales y se te ponen los ojos que paecen dos azofaifas.
-¡Vaya! Y lo que pasa: ésas viéen aquí y empiezan a quemarse las pestañas y a gastarse las yemas de los deos pa jacerle a Fulanita, que es un pendón, un vestío de fulá, y a Menganita, que es pendón y medio, otro de muaré, y, naturalmente, si la que está cosiendo tiée mejor perfil y tiée mejores jechuras que el ama del vestío, pos empieza a platicar sola, y en cuantito un litri le dice: «Yo tengo pa ti solita un carricoche de plata», ya está la que sea diciéndole con los ojos al litri: «Y yo tengo pa ti lo que tú quieras, salero».
-¿Que qué es lo que busco yo aquí? ¡Qué ha de ser, salero!.
-Los que a ti no te gustan no son los güenos mozos, sino los que saben demasiado bien y de corrío que lo son, ¡ésos son los que a ti no te alegran las pajarillas, salero!.
-¡Dios te bendiga, salero, y qué ganitas que tenía yo ya de ver tu cara morena!.
-Mira tú, salero, no te asustes por lo que yo te voy a decir, pero ya estoy enteráo der pe ar pa de que a ti te gusta el de Chiclana y de que el de Chiclana está por tus güesos, y de que con el conque de preguntar por mí, viene un día sí y otro no en busca mía cuando sabe que estoy jugando al tute en el casino, yo sé tamién que tú andas defendiéndote como una leona de ti y de él, y yo que no tengo una jícara por mollera, yo que tengo en mi casa un espejo biseláo, yo que no sé de memoria el año en que yo ensuciaba la mar de meteores, yo que me sé, por experiencia, que cuando sus nace cierta yerba en el corazón no hay aráo que la arranque de raíz, yo que a ti te quiero más que a las niñas de mis ojos, yo que sé que manque seas como eres, de oro, puée llegar un día en que te orvíes de tó, en cuyo caso no tendría yo más remedio que matarte, he decidío que las cosas no vayan a más y, por eso, te digo como te digo con el corazón en la mano que si tú estás prendaíta del de Chiclana y el de Chiclana está tamién prendaíto de ti, yo sus dejo más libres que el viento a dambos, y lo único que le pío a un divé es que te jaga ese gachó tan dichosa como tú te lo mereces.
-¿Pero usté no lo conoce? ¡Josús, pos si es más conocío que las natillas! ¡Y vaya si tiée una hartaga de reír el mocito! Como que mi Pepa se troncha, pero que se troncha oyéndolo, y con razón, porque es que yo no me he trompezao nunca con otro como él pa eso de contar chascarrillos, y si no fuera el hombre tan apegao a la mugre y no tuviera, como tiée, una nariz que es una trompeta, porque es que Dios tó lo que le ha dao de salero, se lo ha dao de mala presentación, y aluego que el probe, por dos pesetas, es capaz de tomar una trinchera, el probe vive en la casa de al lao, y, como el pozo es medianero, pos velay usté, él se pone en la parte de por allá, y mi Pepa, y la hija de la casera, y la Paca, y toas las muchachas, en fin, en la parte de por acá, y él se pone a contarles cuentos, y crea usté, señá Rosalía, crea usté que oyéndolo es cosa que se orvían, pero que se orvían todas las penas.
-Vamos, señó Paco, que yo no lo he llamao a usté pa que se le espese la saliva, que si yo lo he llamao a usté ha sío na más que pa que me dé conversación tan y mientras llega el que yo quisiera que me dijera esas cosas que usté me dice con tan retantísimo salero.
Á pesar de tales disfraces, la belleza, ó al menos la gracia, el garbo y el salero, son prendas comunes en mis paisanas.
pos bien, señó Paco, llegó el Certero y le chifló a María, y María que lo estaba aguardando jaciendo un pañuelo de croché, salió a la ventana y se pusieron a platicar como siempre y a decirse chuflas, porque el Joseíto, parneses no sé yo si tendría u no tendría, pero lo que es salero.
-Baile usté ya, salero, baile usté ya por los ojitos de su cara, no ve usté que a toítos se les ha puesto sobre el corazón que usté baile.
-Pero ¿es que no le gusto yo a usté, salero? -preguntó a Rosario, posando en ella una mirada suplicante Joseíto.
La virtuosísima señora ministra de Gracia y salero.
-Pero ¿qué es lo que a ti te pasa esta noche, so guasón, que paece que te han dao una toma pa que se te muera to el salero?.
-¡Eres la calé más siete veces bonita y más siete veces graciosa que parió madre en la tierra del salero!.
-¡Olé, salero! ¡Viva tu mare! -se atrevió a gritar un andaluz con acento gallego.

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