Ejemplos con rezadoras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A estos dos personajes seguirán forzosamente las dos hijas de la marquesa, dos pimpollos, dos flores de Andalucía, lindas, modestas, pequeñas, frescas, sonrosadas, alegres, sin pretensiones a pesar de su nobleza, rezadoras de noche y cantadoras por la mañana, dos avecillas que encantaban la vista con el aleteo de su inocente frivolidad y de cierta ingenua coquetería, de ellas mismas ignorada.
y las rezadoras, sin darse cuenta de la pulla, volvieron á canturrear.
Un cura sin licencia ni sotana, pero con manceba, gran frecuentador de los centros en que nuestro joven peroraba, defensor impertérrito del cristianismo sin «alto clero», ni Papa, un aristócrata tramposo, divorciado de su mujer y podrido por los vicios, pero sostenedor incansable de las «prerrogativas del Altar y del Trono», algunos ''jóvenes ilustrados'', que en pago de la honra que él les otorgaba saludándolos en público y dejándolos acercarse a oírle cuando oficiaba de pontifical, le referían las comedias que se veían precisados a representar, en bien de la paz doméstica, ya comprando por un vaso de aguardiente al sacristán de la parroquia la cédula de comunión en Semana Santa, ya asomándose cada domingo a la puerta de la iglesia para poder decir al fanático papá de qué color era la casulla del cura, en testimonio de que habían oído misa, porque los pobres chicos tenían la desgracia de pertenecer a familias estúpidas que se confesaban de cuando en cuando y oían misa todos los días de precepto, dos distinguidas marquesas, protectoras de quince cofradías, rezadoras infatigables, caritativas a voces, pero que lo mismo pedían para los gastos de una novena que para regalar un estoque cincelado al torero de moda, y con igual empuje hendían la masa de fieles para oír de cerca en el templo a un orador de fama, que el tropel de locos o borrachos en un baile de máscaras, para dar un bromazo a ''Pepe Canija'' o a ''Ñico Pulgares'', calaveras de la aristocracia, muy dados al merodeo llano, un «honrado obrero» que tuvo la dignidad de separarse de la «Iglesia romana», porque el cura de su parroquia no le admitió por padrino en un bautizo, por el único delito de haber declarado el disidente que tenía a mucha honra no saber jota de la doctrina cristiana, y estar a la sazón «un poco bebido», tres seminaristas resellados de demagogos, una dama virtuosísima que se veía en la dura necesidad de no volver al confesonario desde que una vez le negaron la absolución.

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