Ejemplos con retozona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Animaba aquel grupo una jovialidad retozona, contenida por el empaque burocrático: hervía también allí la curiosidad, menos ingenua y descarada, pero más aguda y epigramática que en el hormiguero de las amigas.
Amén de estos goces culinarios, aficionose a los teatrillos del género chocarrero que tanto abundan en París: divirtiéronle las canciones picarescas, las muecas del payaso, la música retozona y los trajes ligeros y casi paradisíacos de aquellas bienaventuradas ninfas que se disfrazaban de cacerolas, de violines o de muñecos.
¡Qué retozona estás hoy!exclamaba aquélla con su franca sonrisa bondadosa, procurando desasirse.
Alegría retozona inundó mi alma.
Los dependientes me abrazaron, colmándome de felicitaciones, y al punto bajó la rozagante doña Cabeza Ventosa de San José, quien, al estrecharme ambas manos cariñosamente, se puso muy colorada de la retozona emoción que al verme sentía.
Desde pequeño conocía aquella imagen de mujer hermosa y sensual, con sonrisa mundana, el cuerpo inclinado, la cadera saliente, y en los ojos una expresión de alegría retozona, como si fuese a bailar.
Añade a esto que el descanso, la paz y las comodidades que disfruto en este palacio, después de tantas desdichas, despiertan en mí una alegría retozona.
-Ya serán algunos más -dijo Nomdedeu paseándose por la habitación con la inquietud nerviosa y retozona que se apoderaba de él hablando de las cosas de la guerra-.
No bien entramos en la salita se oyó el vocerío de la turba escolar, festiva, retozona.
Barbarita, que entró de la calle a las diez, le dijo: ¡Qué retozona estás hoy! Oye.
Él era hombre, ¡y qué hombre!, y Papitos una chiquilla retozona sin pizca de juicio.
Julián sabía que aquella gente maleante y retozona era capaz de llevarlo por fuerza, si se negaba a ir de grado.
-Grandes noticias te traigo, mujer -dijo con retozona sonrisa, sentado ya en el sillón de cuero y con ambas manos posadas en las respectivas rodillas, mientras con lento compás movía el cuerpo-.
-¿Ya comienzan las preguntillas? -repuso el viejo con retozona sonrisa-.
Ya se dirigía hacia aquella puerta, cuando salió una vieja que, corriendo tras el travieso volátil, le dirigía toda clase de apóstrofes con muestras de gran enfado: ¡Anda bandolera, retozona, callejera, mala cabeza, loquilla!.
-¿Ve usted qué retozona? -dijo ésta con mal humor-.
El órgano, como si hubiera oído llover, en cuanto terminó el presuntuoso Arcediano, soltó el trapo, abrió todos sus agujeros, y volvió a regar la catedral con chorritos de canciones alegres, el fuelle parecía soplar en una fragua de la que salían chispas de música retozona, ahora tocaba como las gaitas del país, imitando el modo tosco e incorrecto con que el gaitero jurado del Ayuntamiento interpretaba el brindis de la Traviata y el Miserere del Trovador.
Se oye fuera una escoba retozona.
Las tristezas no querían abandonar a la Numancia, que bailando seguía, retozona y ligera de cascos, como adolescente que se estrena en la vida y no conoce los peligros del mundo.
Todo el mujerío grácil y susurrante siguió el ejemplo de la Diosa, entre risotadas alegres y una ligera porfía retozona, disputándose los toros en que habían de cabalgar.
Los mosquitos, el ardor de las sábanas y la nerviosidad retozona ocasionada por mi opulencia mágica, se confabularon aquella noche para no dejarme conciliar el sueño.
Ya se dirigía hacia aquella puerta, cuando salió una vieja que, corriendo tras el travieso volátil, le dirigía toda clase de apóstrofes con muestras de gran enfado: «¡Anda bandolera, retozona, callejera, mala cabeza, loquilla!».
¡Dios mío, cómo se puso aquella mujer cuando supo que mi hermano con toda su gente estaba en Madrid! Temí que la sacudida y traqueteo de sus disparados nervios la ocasionaran un accidente epiléptico, porque la vi echar de sus ojos relámpagos de alegría, la vi retozona, febril, casi dispuesta a bailar, y de pronto, aquellas muestras de loco júbilo se trocaron en furia, que descargó sobre mí, diciendo a gritos:.
En tanto que el sepulturero abría la zanja, una brisa fresca y retozona oreaba el rostro del muerto, quien ciertamente no debía estarlo en regla, pues sus músculos empezaron a agitarse débilmente, abrió luego los ojos y, al fin, por uno de esos maravillosos instintos del organismo humano, hízose cargo de su situación.
Ideas de alta cultura y civilización prosperaban, a pesar de la pesadez de ciertos ingredientes de que se componía la pasta y se infiltraban en ella, tanto que hasta el mismo elemento negro que desde un principio le había sido incorporado había perdido su aspecto algo bestial, para dejar sólo en el conjunto, como un rayo dorado de alegría retozona y de ideal infantil.
Nos leyó dos cantos de La desvergüenza, poema en el cual derramó a oleadas el ilustre dramaturgo los donaires de su musa retozona y los primores de la lengua castellana.
Ocurriome que se trataba de hacerme conocer alguna linda muchacha, y como a los veintitrés años el alma es retozona y el cuerpo pide jarana, contesté sin vacilar:.
empapando el mundo de música retozona.
Mil veces me detuve yo, su hermano más que su amigo, en el centro de la habitación para contemplar a Dolores, que, puesta en pie delante de su querida jaula, inclinada sobre los alambres y mostrando en su rostro cierta satisfacción melancólica, seguía con ojos curiosos los múltiples y ágiles movimientos de aquellos preciosos animales, que, ya saltaban por entre los barrotes de su cárcel, ya esponjaban sus plumas en la bañera de metal, ya elevaban sus dulces trinos al espacio, ya, picoteando los granillos de alpiste esparcidos por el suelo de su vivienda, se perseguían los unos a los otros con un rumor continuo de gorjeos y de alas, alegres en su cautiverio, más alegres aun porque su zambra retozona distraía las angustias y los pesares de su dueña.

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