Ejemplos con respingona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Características faciales típicas incluyen cejas y pestañas muy largas, nariz pequeña y respingona y labios finos en V invertida.
Su piel es de color carmín con pintas naranjas y acaba con una cola respingona.
Pero todo el regocijo de los corazones, toda la efusión de las almas era para la Reina Isabel, para su juventud risueña y llena de esperanzas, para su rostro sonrosado, en que la virginidad y la gracia picaresca fundían sus encantos, para su nariz respingona, que bien podía llamarse una nariz popular, para su boca, que no habría sido tan simpática si fuese más chica, para su desarrollo de garganta y busto, más avanzado de lo que ordenara la edad, para todo aquel conjunto lozano y sonriente, y aquella inocencia frescachona.
Fuera yo hombre, y verías tú si sabía yo domar a una bestezuela bonita y respingona.
Era una encantadora mujer de veinticinco a veintiséis años, morena con ojos azules, con una nariz ligeramente respingona, dientes admirables, un tinte marmóreo de rosa y de ópalo.
Forma el desgreñado cabello áspera mata en su cogote: almohada natural de quien, como ella, en todas partes sabe disponer lecho, los ojos llamean con perpetua fiebre de pasión, la nariz, respingona, abre y cierra sus ventanillos, la carnosa bocaza enseña dientes que anuncian el mordisco acompañando la caricia.
Sobre el cuello redondo y fuerte, se erguía una cabeza de sultana oriental, cabeza de ojos negros y apasionados, de celajes espesos, de pestañas largas, que ensombrecían los azules de dos anchas ojeras, la nariz, un si es no es respingona, se ensanchaba hacia las ventanillas, como afanosa por respirar aires de deleite, era la boca grande, de labios rojos, de blanquísimos dientes, el mentón firme, partido en dos por un hoyuelo, la cabellera de azabache, profusa, caía sobre las orejas en naturales ondas.
La naricilla se le elevaba respingona, como alerta, como decidida a descubrir los más inolfateables olores.

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