Ejemplos con resolvería

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Stern rechazó colaborar con los Británicos, demandado que solamente la lucha contínua contra el imperio británico conduciría eventualmente a un estado judío independiente y se resolvería así la situación de los judíos en la Diáspora.
De esta forma, los productores hicieron que el episodio ocho, titulado Te presento a Kevin Johnson, acabara con un cliffhanger que no se resolvería hasta después de la huelga.
El concepto de propiedad legal de direcciones IP entendido como bienes es cuestionable e incluso no está el sistema legal de qué país resolvería cualquier controversia.
Obtendrían la clasificación los campeones de cada grupo, y en caso de empate a puntos se resolvería la clasificación con un partido de desempate.
De todas formas, el mismo Hitler canceló el proceso, diciendo que él lo resolvería.
Álvarez Thomas respondió al cabildo que esperase hasta la reunión del Congreso General el año siguiente en San Miguel de Tucumán, en donde se resolvería la forma de gobierno que conviniera a todos los pueblos.
La solución a éstos problemas se resolvería conquistando Iwo Jima.
Hijo de Pedro IV de Ribagorza y de Juana de Foix, la muerte de su hermano Alfonso de Gandía le convirtió en uno de los candidatos a la Corona de Aragón en la disputa que se produciría tras la muerte de Martín I de Aragón y que se resolvería con el llamado Compromiso de Caspe.
Los doctores tienen siempre gran metimiento con los que gobiernan: en mi país, todos los amigos del Presidente son doctores Mi pleito se resolvería sobre tablas , como quien dice, sólo con que el rey enviase una esquelita al gobierno de Buenos Aires, o mejor aún, al gobernador de Salta, diciendo: ¿Qué es esto, señores? Lo dado, dado está, y entre caballeros no está bien faltar a la palabra.
Es lástima que Dios me haya hecho a mí tan tonta, y dádome este entendimiento de ladrillo y argamasa, como dice la señora, porque si así no fuera yo resolvería la cuestión.
Es lástima que Dios me haya hecho a mí tan tonta, y dádome este entendimiento de ladrillo y argamasa, como dice la señora, porque si así no fuera, yo resolvería la cuestión.
¿Cómo se resolvería esto?.
La antigua duda del Padre Fuente la Peña, sobre si los monstruos lo son ellos o lo somos nosotros, se resolvería en favor de los monstruos, que tal vez aparecían como síntomas del prurito o conato de crear nuevas especies, y, siempre que fuera este conato legítimo, y no capricho pecaminoso, caso en el cual el ser monstruoso sería un castigo, ¿quién nos había de privar de la razonable esperanza de echar alas y volar, si nos empeñábamos, o de tener cola o trompa o un ojo más, como Fourier pretendía?.
¡Por otro lao, ya les había anunciao que nunca me resolvería a vivir entre gringos!.
En una primera consideración de las cosas, ello se resolvería de acuerdo con la propiedad que el amor tiene de asemejar a quien lo tributa y a quien lo inspira, siendo éste el original y aquél el traslado: de suerte que la virtud del amor no sería en sí mala ni buena, sino relativa a la calidad del objeto en que él pone la mira, y según fuese el objeto, la virtud del amor variaría entre lo sumo de las influencias nobles y lo ínfimo de las causas de abatimiento y abyección: entre lo más alto y lo más bajo, porque tal como el amado es y tal como necesita, para su complemento, a quien le ama, así lo rehace y educa con la más sutil y poderosa de las fuerzas.
¿Cuánto duraría aquella situación? ¿Cómo se resolvería? ¿Qué sería de mí si la conspiración fracasaba y el Gobierno se afirmaba con el triunfo, y teníamos polacos para todo el año?.
Primer punto: El hombre, señor, caballero o lo que fuese, que por la gestión y altos manejos de doña Manuela resolvería la crisis, entrando en el poder en sustitución de Leal, era don Enrique Oliván, joven campanudo, calvo y pegajoso, de la aristocracia burocrática, que acompañó a Teresa en el tren desde Madrid a Almansa.
El imprudente esperaba una sorpresa mezclada con pudor, una pequeña tormenta que se resolvería en lágrimas, pero se equivocaba extrañamente, y su error no duró mucho.
Ana sentía deshacerse el hielo, humedecerse la aridez, pasaba la crisis, pero no como otras veces, no se resolvería en lágrimas de ternura abstracta, ideal, en propósitos de vida santa, en anhelos de abnegación y sacrificios, no era la fortaleza, más o menos fantástica, de otras veces quien la sacaba del desierto de los pensamientos secos, fríos, desabridos, infecundos, era cosa nueva, era un relajamiento, algo que al dilacerar la voluntad, al vencerla, causaba en las entrañas placer, como un soplo fresco que recorriese las venas y la médula de los huesos.
En sustancia, este capítulo es pura y simplemente una respuesta anticipada al candoroso lector que, olvidado de la naturaleza especial de nuestro personaje, me salga al encuentro con esta observación, que, en su concepto, lo resolvería todo, y hasta me excusara el trabajo de escribir lo que me falta de este libro:.

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