Ejemplos con remilgado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Shimizu sabía que Tendo había hecho Telephone Dating con un hombre del colegio remilgado y algo pervertido.
Con mohín remilgado y pucheritos graciosos me contestó Silvestra lo que a la letra copio: ¡Ay, Tito, Tito, no sabe usted cuán lacerado está hoy mi corazón! Esta mañana, cuando volví del Oratorio, me dejó usted con la palabra en la boca al intentar decirle.
Era un caballero cincuentón, de corta talla y tiesura ceremoniosa, pulcro, remilgado, afeitadito, espejo de la buena crianza y diccionario vivo de las palabras finas y corteses.
De ella y del remilgado caballero burocrático quería huir para siempre.
Llegó un momento en que las alegres mozas se percataron de que eran miradas por los extranjeros, y no hicieron aspavientos de susto ni chillaron con remilgado pudor.
No fue cosa fácil el examen, porque la esposa del Señor opuso toda la resistencia que su remilgado pudor monjil le imponía.
de Ibero, que es tan remilgado y para poco, no se nos escandalice.
Quiero decir que no sea usted remilgado, pues ésa debe de ser pájara de cuenta.
De ella y del remilgado caballero burocrático quería huir para siempre.
-¿Un vazito de ponche, cumita? -le decía otro maricón acudiendo presuroso y remilgado a ofrecerle un vaso de esta bebida.
La baja coquetería de sus modales, el provocativo y afectadísimo pudor con que andaban blandiendo sus cinturas entre los hombres, y su hablar remilgado y enfadoso, producían en el alma una sensación de asco moral parecida a la que produce una inmundicia en una persona digna y delicada.
Llegó un momento en que las alegres mozas se percataron de que eran miradas por los extranjeros, y no hicieron aspavientos de susto ni chillaron con remilgado pudor.
No fue cosa fácil el examen, porque la esposa del Señor opuso toda la resistencia que su remilgado pudor monjil le imponía.
de Ibero, que es tan remilgado y para poco, no se nos escandalice.
No supo nunca el remilgado cronista lo que se perdió con no haberse enterado el otro de la cara que él le puso al verle atravesar el tablero y acometer la escalera hacia el vapor, con su puro entre los dientes, media oreja debajo del apabullado calabrés, su garrote de acebo del país, sus zapatos amarillos, su levisac de carteras y sus navajeros clásicos.
No era ya el mozo aparatoso y remilgado de antes.
Y se largó el pícaro, muy satisfecho, quedándose el otro muy remilgado y complacido.
¿De qué le servían ya estas prendas y otras no menos coruscantes? ¿De qué su palacio ostentoso? ¿De qué su remilgado contoneo y hechicera sonrisa? ¡De incesante y bárbaro martirio, puesto que nada hablaban al corazón de la empedernida ingrata para quien labró su palacio, y antes se engalanaba, se balanceaba y se sonreía el desventurado! En adelante cubriría el espejo con fúnebres crespones, y enfundaría en áspera lona sus baúles, y dejaría que el escajo, la garduña, las zarzas y los helechos invadieran los pespunteados cuarterones de su jardín.
¡Y cómo se puso, al verla, de dulce y remilgado el ya de suyo meloso y presumido visitante! Aquella joven elegante, fresca y risueña, hija de un señor pudiente, respetado y de noble solar, era la realidad, mejorada en tercio y quinto, de sus más hechiceras ilusiones, y como ni siquiera puso en duda el éxito de sus ya nacidos propósitos, al despedirse de ella hecho un caramelo, alargó a don Román, mientras lanzaba ternísima mirada a su hija, juzgando el regalo como fuerza del mejor gusto, un ejemplar de su retrato y una tarjeta verde con letras de oro.

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