Ejemplos con relucientes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tenía en la cabeza dos pequeños cuernos relucientes y hablaba con voz suave.
A cambio de baratijas relucientes consiguieron llenar la chalupa de cocos, plátanos, batatas, frutas diversas, vino de palma, arroz y hasta alguna gallina.
Octava planta: El Atrio - Es largo y espacioso, con un suelo de madera oscuro y brillante y un techo de color azul eléctrico repleto de símbolos derrados relucientes.
Las hojas del papayo son las que mejor representa: empastadas, relucientes, en relieve sobre el resto de la vegetación.
Así se pelea, cobarde, díjole el coronel peruano, mostrándole sus relucientes presillas de jefe sobre sus anchos hombros, a lo que el pundonoroso jefe chileno le explicó con sorprendente calma el accidente de la víspera.
Las relucientes vidrieras, canales de la luz, en el interior de las altas bóvedas que incorporan la fe y la pertenencia al más allá.
Adjunta al escritorio hay una butaca, y embutido en ella, un hombre como de cincuenta años de edad, frescote, de cara ancha y risueña, con recortadas patillas grises, gorro de terciopelo azul, lujosa bata, blanca pechera y leve corbata de raso negro sobre holgadas y relucientes tirillas.
Por todas partes, en las paredes negruzcas, en las escaleras de piedra de algunas casas, en las tapias de los jardines, salen hierbas carnosas y relucientes, con florecillas azules y rojas.
Lucía, a su vez, comparaba su casa de León, antigua, maciza, y lóbrega, con aquella vivienda, donde todo era flamante y gentil, desde los encerados relucientes pisos hasta las cortinas de cretona azul rameadas de campanillas rosa.
Era Duhamel un vejezuelo chico y apergaminado, en quien la vida se refugiaba en los ojos relucientes y perspicaces.
Luego, en el lado opuesto, dio el mismo consejo con voz queda y ojos relucientes de entusiasmo.
Canoas poco más grandes que artesas iban tripuladas por muchachos desnudos, de color de chocolate, relucientes con el agua que se escurría de sus miembros.
Esta moza tan meticulosa y apañadapiensa Azorínme recuerda esas mujeres que se ven en los cuadros flamencos, metidas en una cocina limpia, con un banco, con un armario coronado de relucientes cacharros, con una ventana que deja ver a lo lejos un verde prado por el que serpentea un camino blanco.
Los caballos de nuestros équites, orgullosos de su estampa elegante, de sus lomos relucientes y mórbidos, caracoleaban sin cesar levantando nubes de polvo, felices por ostentar su recia musculatura a la luz de la mañana.
Gonzalo encontraba, en efecto, la ropa plegada sobre la cama, la camisa con los botones puestos, las botas relucientes, al lado de la mesa de noche.
Vi trozos del esqueleto de una robusta arquitectura, mutilada, recompuesta, vestida de mil requilorios ornamentales y de bárbaros colorines, vi santos en paños menores y profetas barbados, de cara fosca, vi un altar mayor, cuya sencillez elegante se perdía tras un matalotaje de cortinas, arañas, candelabros y pabellones, vi en la cabecera de la nave lateral un altar de la Virgen, que era la más descabellada y furiosa expresión del churriguerismo, obra, al parecer, de pastelería, compuesta de delgados y retorcidos bizcochos, de hojaldres quebradizos, de dorados y relucientes caramelos.
Sonó de nuevo el y el , y salieron los partidores de leña, llevando al hombro sus hachas relucientes.
Pidiéndome que le anticipara el precio de las declaraciones que me haría, y aflojadas por mí dos pesetas columnarias, Esdras me contó que los españoles habían desembarcado un tren de batir, cañones relucientes al sol, y unos montajes tan bonitos que daba gloria verlos.
Media hora larga hubo de esperar todavía, y por fin vio venir una polvareda, entre ella chacós y lanzas relucientes.
A los lados, en las entradas de las capillas, estaban los hombres, en pie la mayor parte, algunos arrodillados, todos cansados, formando grupos donde resaltaban los cráneos relucientes, las cabezas canas y los rostros encendidos del calor.
En lo alto y a lo largo de la nave corría en complicadas líneas un número incalculable de aceros relucientes, de hierros bruñidos, palancas, vástagos y ruedas unidas por correas, que subían, bajaban, se retorcían cruzándose, y giraban vertiginosamente, como miembros locos de un mecanismo vivo en que nada pudiera detenerse sin que el conjunto se paralizara.
Algunas capotas cargadas de flores o relucientes peinados, destacándose sobre los pañolones de Manila, rompían la monotonía de las hileras de puntos blancos.
Lo más característico en su persona eran los relucientes rizos aplastados por la bandolina, que cubrían su ancha frente como una cortinilla festoneada, y la costumbre de cruzar las manos sobre el vientre, luciendo en los dedos un surtidor de sortijas falsas.
Al otro día cupo a Julián la honra de encender la efímera lucecilla de la inteligencia naciente en la criatura, paseándole no sé qué baratijas relucientes delante de los ojos.
Apoyábase en el báculo, pendía el amplio sombrero sobre su espalda de cariátide, y tenía fijos en el altar mayor unos grandes y relucientes ojos que parecían dos soles negros.
Y era que mi último y entonces recientísimo viaje de recreo había tenido por teatro la provincia de Cádiz, y mis ojos estaban hechos a ver pueblos blanquísimos, relucientes, flamantes, , por decirlo, así, adornados de verdes balcones, de floridos patios expuestos al público, y de enjalbegadas horizontales azoteas al estilo de África: era que aun danzaban en mi imaginación aquellas ciudades muertas de risa, sin monumentos históricos ni humos artísticos, sencillas, graciosas y coquetas como jóvenes vestidas de veraniego percal, que se llaman Sanlúcar, los Puertos, San Fernando y Cádiz.
Lord Gray, contemplando por el camino tan gran desolación, el furor del viento, los horrores del revuelto cielo, ora negro, ora iluminado por la siniestra amarillez de los relámpagos, la agitación de las olas verdosas y turbias, en cuyas cúspides, relucientes como filos de cuchillos, se alcanzaban a ver restos de alguna nave que se hundía luego en los cóncavos senos para reaparecer después, contemplando lord Gray, repito, aquel desorden, no menos admirable que la armonía de lo creado, aspiraba con delicia el aire húmedo de la tempestad y me decía:.
En el pasillo o antesala, que era bastante espacioso, habían puesto un pesado armario de roble ennegrecido, con columnas salomónicas, gruesas chapas de metal blanco en las cerraduras y bisagras, y en lo alto un óvalo con el escudo de la casa de Porreño y Venegas, el cual escudo consistía en seis bandas rojas en la parte superior, y en la inferior tres veneros relucientes sobre plata y verde, además de una cabeza de sarraceno, circuido todo con una cadena, y un lema que decía:.
En esta parte de la casa de calderas no se oían, pues, más que los estallidos de los ramos verdes y del bagazo todavía húmedo con que los negros alimentaban el fuego, o el crujido de los haces de caña al pasar por entre los cilindros macizos y relucientes del trapiche, o el zumbido sordo, peculiar del volante de la máquina de vapor en sus vertiginosos giros.
Estaba casado con una mulata como él, alta, gruesa, desenvuelta, quien en casa al menos, gustaba tanto de ir en piernas, arrastrando la chancleta de raso, como de enseñar más de lo que convenía a la decencia, las espaldas y los hombros rollizos y relucientes.

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