Ejemplos con rabos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los corderos pueden ser castrados y sus rabos recortados para facilitar el esquilado y la higiene, así como para ayudarles a protegerse de la Myiasis.
Son múltiples las anécdotas sobre su comportamiento lascivo, y los soldados de su guardia personal eran conocidos como los rabos de burro por ser reclutados en las termas entre los mejor dotados.
Sin embargo, estos no son los únicos chupes que se cocinan en Arequipa, existen muchos otros como el Caldo Blanco o Caldo de Lomos, el Pebre, el Timpo de Rabos, el Puchero, el Alocrado, Rachi de Panza y otros que son preparados durante los fines de semana, ocasiones especiales o días festivos.
Veamos: ¿qué tal resultaría una capa de piel de pantera con cuello de plumas de lorito, y un sombrero de cortezas adornado con rosas y rabos de mono?.
Además, en las afueras le salen algunos rabos a la villa, donde han edificado suntuosas casas los indianos.
¡Cinco cirios, cinco rabos, cinco demonios coronados!.
Vimos luego diablos que recorrían la casa, azotando con sus rabos los muebles, echando a rodar toda la loza y cristales, y entonando unos canticios desvergonzados que nos helaron la sangre en las venas.
Esto no lo dijeron, por supuesto, aquellas señoras, pero lo pensó, sin decirlo, don Casimiro Pantojas, que atentamente las escuchaba, después de haber desorejado a toda una desdichada familia de conejitos de porcelana y arrancado los rabos a una parejita de bulldogs, fabricados en Bristol.
Trotaban, arrastrando los pesados armatostes, las docenas de muías gordas y lustrosas salidas de las cuadras de los molinos, con los rabos encintados, las cabezas adornadas con vistosas borlas y entre las orejas tiesos y ondulantes penachos.
Los convidados de doña Manuela veían a poca distancia los famosos Silos de Burjasot, gigantesca plataforma de piedra, cuadrada meseta agujereada a trechos por la boca de los profundos depósitos y en la cual hormigueaba un enjambre alegre y ruidoso: corros en que sonaban guitarras, acordeones y castañuelas acompañando alborozados bailes, grupos de gente formal entregada sin rubor a los juegos de la infancia, docenas de muchachos ocupados en dar vuelo a sus cometas con grotescos figurones pintados, que al remontarse moviendo los inquietos rabos hacían el efecto de parches aplicados al azul cutis del infinito y daban al paisaje un aspecto chinesco de abanico o de pañolón de Manila.
Recortaban cruelmente sus tiernos rabos mientras hablaban con los compradores, o aprisionaban sus finos tallos con el hilo, sin que les enterneciera el perfume que en son de protesta les arrojaban al rostro.
El bajo de ópera se creía en el deber de apoyar la idea religiosa, por haberla expresado tantas veces con su sábana por la cabeza, haciendo el respetable papel de sumo sacerdote, y el del molino de chocolate azuzaba a los dos por ver si la cosa se enfurruñaba y no quedaban más que los rabos.
Cortaron el soliloquio ladridos vehementes: era la jauría del marqués, que salía a recibir al montero mayor, haciendo locas demostraciones de regocijo, zarandeando los rabos mutilados y abriendo de una cuarta las fresquísimas bocas.
Si vieras, Gabrielillo - añadió dirigiéndose a mí-, ¡cómo me han mortificado estos cuatro enemigos! Uno me ponía rabos de papel en la sotana, otro tendía una cuerda desde la cama a la mesa para que al pasar me enredara las piernas y cayese al suelo, otro calentó la llave de la alacena y me abrasé los dedos cuando fui a abrir, y por último, con mi sombrero hicieron un muñeco que decían era el Príncipe de la Paz, y después de arrastrarle por el patio, iban a meterle en el fogón para quemarlo.
¿Querrán ustedes creer que hace días me ocurrió una idea parecida cuando estaba cazando moscas y poniéndoles rabos en cierta parte, para que al volar hicieran reír a mis dos hermanas que estaban rezando? Sólo que yo no sabía cómo decir aquello que pensaba.
Sí, poco a poco fue sintiendo Bonis que la música del alma se le bajaba a los dedos, las curvas de su arabesco se hacían más graciosas, sus complicaciones y adornos simétricos más elegantes y expresivos, y la indeterminada tracería se fue cuajando en formas concretas, representativas, y al fin brotó, como si naciera de la cópula de lo blanco y de lo negro, brotó en un cielo gris la imagen de la luna, en cuarto menguante, rodeada de nubes, siniestras, mitad diablos o brujas montados en escobas, mitad colmenas de formas fantásticas, pero colmenas bien claras, de las que salían multitud de bichos, puntos unidos a otros puntos que tenían cuerpos de abejas, con patas, rabos y uñas de furias infernales.
El cocido le fue en zaga a la sopa: cada fuente encerraba una montaña de chorizos, patatas y garbanzos, libras de tocino, una costilla salada, y obra de dos rabos de cerdo.
Una se los puso blancos y otra rojos, con alfiler y con los rabos por fuera, porque no cabían en el ojal.
Como no se ocupa cariñosamente de su interior, falta en él toda comodidad: los palillos se ponen después de que estamos sentados y los echamos de menos, las flores están ajadas, la fruta trae rabos, la servilleta se muda cuando ya es un mapa de manchones, y el queso de Flandes se presenta entero, como en las fondas de medio pelaje.
Y ¿sabes por qué? Porque esta familia se reproduce como los pólipos y los rabos de las lagartijas.
Y bajó -con no sabía qué detestable impresión de cuernos y de rabos y de pelos largos y de azufre-, bajó por la ancha y soledosa escalera, en que ya brillaba el farolito, hacia el cuarto de la enferma.
Y como le miró, al contestar, sorprendida por la extrema cortesía del réprobo, se deshizo un poco su visión de cuernos y de rabos.
Con las aguas que aquí sobran, ganaba mucho el otro, y hasta los de más abajo, y este hombre prefiere segar espadañas, juncos y rabos de zorra en agosto, en vez de yerba superior, a que el vecino la obtenga mediana por la virtud del riego regalado.
Buena parte de la prensa protesta contra esa campaña, la pluma volteriana no se atreve a decir que aquellos indígenas son unos monos sin rabos, que se fueron al monte por no pagar contribución, el lápiz no dibuja fácilmente al gran Dodds, fiera la mirada, agarrando del cuello a un negrito en cueros, que es Behanzin con sombrero de jipijapa.
Al volver de una esquina se encuentra usted una mujer pequeña, fea y sumergida en una de esas boas con plumas de gallos o rabos de monos, y lo menos que se figura usted es que se le viene encima un perro de lanas extraordinario o un salvaje de las Pampas.
empiezan ademanes de lujuria en los rabos.
Más de una vez, al observar, vi que los ojos de la muchacha se posaban en la embalsamada cosecha traída de Valencia o de Murcia, los mazos de claveles cuyos rabos empapaba y salpicaba de bolas de azófar el agua, los haces de rosas y de narcisos cuyos colores claros reían al sol.
Púsole un emplasto de rabos de salamanquesas cogidas a las doce en punto de la noche.
De los sodomitas y viejas, no solo no sabemos dellos, pero ni querríamos saber que supiesen de nosotros, que en ellos peligran nuestras asentaderas, y los diablos por eso traemos colas, porque como aquellos están acá, habemos menester mosqueador de los rabos, de las viejas, porque aun acá nos enfadan y atormentan, y no hartas de vida, hay algunas que nos enamoran.

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