Ejemplos con plácidos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Toda la vida juntas, toda la vida unidas por la orfandad necesitada de defensa, por la alegría que colorea la pobreza, por el deseo de crearse una posición antes de que terminase su juventud, ¡y verla morir ante sus ojos, entre tormentos desgarradores, sin poder salvarla, sin encontrar el medio de hacer plácidos y dulces sus últimos instantes!.
La temporada de Bermeo fue relativamente grata para la joven, porque allí recobró la salud y adquirió un gran amigo que le rehízo el alma, no combatiendo de frente su dolor, sino suavizándolo con tristezas calmantes, después con melancólicas dulzuras, arrullándola con acentos de vaga poesía, entreteniéndola con juegos y ejercicios muy saludables, templando sus nervios y regalando su imaginación con espectáculos plácidos o sublimes, asustándola a veces un poquito, como para fortificar su innata valentía: este amigo era el mar.
No podía ser tan cuantioso que delatando riqueza despertase codicia, ni tan pobre que resultara mezquino, ¡eso no! Cristeta era el mejor libro de amor que él había leído, el volumen cuyas páginas le proporcionaron goces a la vez más intensos y más plácidos, el más original y nuevo, pues era texto escrito con admirable ingenuidad, y ejemplar por nadie manoseado: ¡ni siquiera tenía cortadas las hojas! ¡Qué prólogo tan deleitoso y lleno de promesas! ¡Qué capítulos tan impregnados de sincera pasión! ¡Cómo, párrafo tras párrafo, había ido viendo al amor quedar victorioso de la castidad! Quien leyese luego todo aquello, ¿sería capaz de apreciarlo? Acaso el tomo cayera en manos de un hombre zafio y rudo.
Aquí desaparece el discreteo, aquí se disputa, como en la balaustrada de Verona, sobre si es la alondra o el ruiseñor el que canta, aquí el éxtasis habla por los dos amantes, mientras que el implacable reloj les va notificando cada hora que transcurre: ¡horas mermadas por la eternidad a su juventud y a su dicha, horas que pueden ser las últimas de sus plácidos coloquios, si la oposición paterna prevalece y la niña se casa con el rico, a pesar de tutear al estudiante, horas descontadas a la esperanza, deudora inmortal del corazón humano, al cual nunca le paga lo que le debe, pero que en cambio es siempre confiada prestamista de los más locos deseos!.
El agua que es la libertad misma, la independencia, el perpetuo correr y la risa y la alegría del mundo, es sacada de aquellos plácidos arroyos, de aquellas tranquilas lagunas, de los agrestes manantiales y sujeta con presas y trasportada en cañerías, y luego sometida al martirio inquisitorial de las fuentes que la obligan a saltar y hacer cabriolas de un modo indecoroso.
Hasta allí un golpe de celos era lo único que venía a turbar la serenidad de sus días, por otra parte siempre plácidos e iguales.
Así vivía una vida azarosa, de perpetua calentura, en que si a veces sentía la nostalgia de aquellos lejanos tiempos que corrieron plácidos en el vetusto caserón de tía Carmina, pronto la lucha volvía a galvanizarla.
Su volumen va a provocar indignaciones cómicas y carcajadas trágicas entre los plácidos transeúntes de nuestras calles, entre los cuales muchos van a resultar atropellados y maltrechos por las audacias de su máquina piafante.
Mozos y aldeanas, en corro, saltaban con cantos plácidos, alrededor de la hoguera.
En esos instantes, Zócvel abrió los ojos plácidos y se dio la vuelta en su lecho de rosas para aca-riciar a Ulo, que creía dormido a su lado y se percató de su ausencia.
y el pueblo americano, con plácidos cantares,.
sin plácidos colores ni aroma embriagador,.
Rodeáronla empero las monjas de San Bernardo y llevándola a la huerta, que se extendía dentro de los mismos muros del monasterio, enjugaron su llanto con cariñosos halagos, e hiciéronla esperar días sino enteramente dichosos, a lo menos plácidos y bonancibles.
¡Cuán seductora parecía en aquellos momentos Acidalia! Su velo no cubría ya el alabastro de su torneada garganta, y los plácidos céfiros del mar jugueteaban con el suelto cabello, languidecía de amor, y en sus mejillas de carmín, que parecían enrojecidas por una llama que las abrasase, brillaba un sudor voluptuoso, que la hacía aún más hermosa, en sus húmedas.
plácidos y amorosos devaneos de una imaginación juvenil y de un corazón apasionado: desde allí.
Darro y el Genil, escuchando sus plácidos murmurios como la hermosa dama escucha sonriendo los.
fecunda primavera, que todos los años vuelve y pasa veloz conducida, por los plácidos céfiros,.
¡Y estos plácidos y amorosos devaneos agradaban tanto al hermoso mancebo! ¡Cuántas delicias.
En esto resonó un vals, uno de aquellos torrentes armoniosos de Strauss que vierten en la fantasía encantos inefables, cuyas transiciones de lo armonioso a lo melódico semejan ora un despeñado raudal estrepitoso, ora un río apacible y lleno de plácidos rumores, festivos y melancólicos a la vez, invitan ya a la exclamación del contento ya a la queja del dolor.
Canales, al frente de la guerrilla del centro, llegó el primero a pocos pasos del cuartel, las balas rodeaban su altiva figura, sus grandes y bellos ojos, normalmente plácidos como los de un niño, brillaban intensamente, su clásico perfil se destacaba puro, viril, magnífico, en medio de la lluvia de acero, mas su lucha fue breve: disparando su carabina y dando vivas a la libertad, se acercaba a la puerta del cuartel, cuando recibió una infame bala en medio de su frente, de aquella frente suya tan hermosa, donde hicieron su hogar tantas aspiraciones justicieras, tantos sueños de libertad, donde tomaron alas tantos pensamientos nobles.
Así empezó la vida ordinaria en mi casa, y así transcurrieron plácidos los días y las semanas, sin ningún cuidado por mi parte, pues todos los ponía sobre sí mi buena madre, disponiendo las suculentas comidas y la constante añadidura de golosinas, dedicadas singularmente a lisonjear el paladar de mi esposa.
No tuvo necesidad esa vez de echarla del rodeo para poderla enlazar, pues ella le ganó el tirón, y mientras el buey corneta miraba a don Cirilo con sus grandes ojos plácidos, éste echó a correr con dos peones para alcanzarla.
Ya estaban en la orilla, cuando la vaquillona, dándose vuelta de repente, se vino a arrimar al buey corneta que, lo más pacíficamente, estaba allí rumiando y mirando con sus grandes ojos indiferentes y plácidos.
Lo blanco y lo azul, al demarcar sus plácidos límites y trazar el nítido perfil de la suprema cima, se regalaban mutuamente unos resplandores tan suaves, o casaban de tal modo la candidez con la limpieza, la inocencia con la claridad, lo inmaculado con lo infinito, lo reciente con lo eterno, lo intacto con lo intacto, que parecíame tener ante los ojos la realidad inefable de cuanto soñó Murillo al vestir de azul y blanco sus Purísimas Concepciones.
Su corazón dormía como un lago rodeado de azucenas apenas rizado por las brisas de la mañana, sus pensamientos como blancas mariposas volaban plácidos en el oasis de la vida cosechando rientes ensueños que cada primavera coloreaba más y más con los tintes más seductores que los de las rosas que abrían en el jardín donde la linda joven, entre una romanza y un vago suspiro, daba todavía los últimos saltos de la niñez.
Conforme iba ganando en fuerza, los días eran más plácidos.
Mas ¿quién turba tan plácidos conciertos.
Mis pensamientos eran plácidos, como los del niño que alegre corre y juguetea, en tarde primaveral, por las avenidas acordonadas de arrayán del verde y pintado pensil.
¿Cómo no hemos de ver con placer que aquello por que La América desde hace meses aboga, está siendo hoy confirmado por la calurosa discusión y especial atención de los más notables periódicos de Industria, Mecánica y Comercio de los Estados Unidos? Se han hecho dos campos: en el uno, maltrechos y poco numerosos, se atrincheran los hombres acomodados y tranquilos, seguros de goces nobles y plácidos, que les dan derecho de amar fervientemente el Griego y el Latín, en el otro, tumultuosos y ardientes limpian las armas los hombres nuevos, que están ahora en medio de la brega por la vida, y tropiezan por todas partes con los obstáculos que la educación vieja en un mundo nuevo acumula en su camino, y tiene hijos, y ven a lo que viene, y quieren libertar a los suyos de los azares de venir a trabajar en los talleres del siglo xix con los útiles rudimentarios e imperfectos del siglo xvi.

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