Ejemplos con pitidos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No habla, los únicos ruidos que hace son pitidos.
Los efectos de sonido eran pitidos del PC speaker, con una melodía siempre de fondo.
Este programa fue llamado Sputnik, el cual al momento de colocarse exitosamente en órbita, emitió unas señales radiales en forma de pitidos, demostrando el éxito alcanzado por los científicos soviéticos.
Actualmente el sistema con el que cae la valla es el Random Gate, consiste en la diferencia del intervalo de tiempo entre la voz y los pitidos.
En la película el drama de la muerte de los astronautas hibernados se acompaña con pitidos y efectos de sonido de alarmas mientras puede leerse en indicadores 'Funciones vitales en estado crítico' o 'Funciones vitales terminadas'.
Consiste en canciones caracterizadas por sus bajos potentes y ritmo muy marcado, junto con distorsiones, silvidos y pitidos.
En la versión de Enigmatic Club Mix, el ritmo de la canción fue ligeramente acelerado y sembrado generosamente con pitidos de código morse, que deletrea I love you.
Algunos pacientes han reportado estreñimiento, diarrea, flatulencia, vómitos, dolor de cabeza, mareos, pitidos en los oidos, secreción nasal, dolor de garganta y visión borrosa con el uso del etodolaco.
Ella sólo puede comunicarse usando un pitido electrónico para decir si y dos pitidos para decir no.
Los pitidos del taxi de Johnny representan el himno nacional noruego.
Cuando eres del bando contrario a la torreta se te indica que estas a su alcance madiante varios pitidos.
Y cuando ella lo cree, cierto será que mi hija está contenta, que ha hecho una gran boda, y que yo debo consumirme de rabia, condenado a tocar un día y otro el pito de contramaestre para que los marineros entren en faena, y mientras yo doy mis pitidos, allá están mi morenita y el negro gozando de sus amores, quizás dándome nietos, que yo no he de ver.
No se entendían las graves razones del buen Paredes, porque, deshabitada absolutamente de huesos su boca, el aire conductor de la voz hacía dentro de aquella caverna extraños pitidos, gorjeos y cambios de tono, que quitaban a las palabras su verdadero sentido, o las dejaban escapar con silbos desapacibles.
Hasta el formalito Zalamero se descompuso en aquella ruidosa ocasión, dando pitidos y chillando como un salvaje, con lo cual se ganó dos bofetadas de un guardia veterano, sin más consecuencias.
De pronto, resonaron pitidos alarmados, huyeron y revolotearon los pajarillos y las aves con gritos de dolor y de cólera.
Después de este requisito, el tren se ponía en marcha poco a poco, y a vuelta de muchos resoplidos, paraba en cada estación, previos los pitidos de rúbrica, y con el mismo ceremonial tornaba a la estación en que se había formado.
Formado el tren, el chico maquinista levantaba la gorra del chico-locomotora, el cual, como si realmente tuviera una válvula destapada, comenzaba a pitar que se las pelaba, y pitando continuaba hasta que la gorra caía otra vez sobre su cabeza, siendo de advertir que había tal relación entre la voluntad del maquinista y la suya, que los pitidos seguían los movimientos de la gorra con la misma precisión que siguen a los de la mano de un maquinista verdadero los del silbato de la máquina que guía.
Y cuando ella lo cree, cierto será que mi hija está contenta, que ha hecho una gran boda, y que yo debo consumirme de rabia, condenado a tocar un día y otro el pito de contramaestre para que los marineros entren en faena, y mientras yo doy mis pitidos, allá están mi morenita y el negro gozando de sus amores, quizás dándome nietos, que yo no he de ver.
Carraspeó Fabio López, dando con el codo al mismo tiempo a Juanito Romero, y asomáronsele a los ojos y a los labios unas ideas y unas palabras que no llegaron a conocerse, porque en aquel instante se desató en pitidos el silbato del vapor, rasgaron los aires hasta media docena de cohetes a un tiempo, rompió a tocar en el puente el paso doble de Pan y Toros la banda del Hospicio, en la que muy pocos pasajeros habían reparado hasta entonces, lanzaron fieros hurras los más entusiastas expedicionarios de tierra adentro, agitáronse pañuelos y jipijapas en el aire, silbaron desaforadamente los cien granujas congregados en el muelle al olor del espectáculo, y comenzó a desatracarse el Pitorra.
Don Roque sintió también unos pitidos muy lejanos, hacia el Oeste, luego, y más próximo, el son clamoroso de una bocina, después, por encima de una peña vio unas guedejas flotantes de humo tan blanco como la nieve, y, por último, abocar a la llanura de aquel lado la faz monstruosa, negra como la pez y con un ojo solo hacia la frente, como los cíclopes de la fábula, llamados ojáncanos por Brezales, del monstruo que conducía en la panza lo que aguardaba el pobre hombre con descomedidas emociones, tan descomedidas, que, al ver aquello, le dio el corazón diez porrazos contra las paredes del pecho, llegó el hormigueo de antes a ser temblor espasmódico, empalideció el moreno sucio de su cara, y comenzó a no encontrar en el andén espacio bastante para revolverse.

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