Ejemplos con petaquero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con su ballatón, llamado constante, se batió en la batalla de Petaquero en Concepción.
-De eso no me platiques -exclamó bruscamente, frunciendo el ceño el Petaquero.
-Sa menester que te vayas a escape, Juan, pero que a escape -exclamó Antonio el Cartameño con voz jadeante, penetrando como una tromba en la habitación donde, en unión de Dolores, dialogaban, susurrantes y apasionados, Rosalía la de los Mimbrales y Juanico el Petaquero.
Rosalía había fruncido la frente, Dolores miraba a su hermano con expresión asustada, el Petaquero dominó sus inquietudes, y .
-Pos probaré fortuna -dijo serenamente el Petaquero-, y con que yo puea jechalle los calzones encima a mi Tordillo.
Pronto el rápido trotar de otro caballo hizo volver el rostro a Joseíto y saludar con una exclamación de júbilo a Cayetano el Petaquero, que avanzaba hacia él también airosa y típicamente engalanado, jinete en un jaco de sangre andaluza y cabos finos como torzales, que, al aire la suelta crin, agitaba los encarnados borlones del mosquero y la también roja morillera del ensedado y vistoso atajarre.
-Güeno -exclamó el Petaquero, sentándose a la sombra de un nogal, en tanto Joseíto elegía sitio también cómodo junto a él, y los caballos despuntaban algunos tiernos matujos-, vamos a ver pa qué es pa lo que necesitas tú de mi presona gitana.
Y al pensar que su Joseíto, en lugar de irse a pagar el vencimiento de la hipoteca, hubiese metido su caballo sierra adentro para ir en busca del Petaquero, profunda zozobra apoderábase de su corazón, ella sabía que los tiempos habían cambiado, que ya todos los que al tabaco se echaban tenían que tutearse con la que nos pudre, y que no eran pocos los que, como el Petaquero, tenían que andar jugando al zorro que te vi entre breñas y abulagas en espera de poder pillar un transatlántico que los llevara a las Américas latinas, y menos mal para los que podían hacer esto, que otros como Antón el Cantonera, Paco el Pecoso y Casimiro el Broñigal, habían pagado con la número uno su ambición y su valentía.
No se había equivocado el Pulío, y minutos después llegaba a todo el desesperado galopar de su cabalgadura, Joseíto, el cual exclamó con voz anhelosa, dirigiéndose al Petaquero:.
Y dicho esto, espoleó a su montura que, encabritándose al sentir el injusto castigo, pretendió despedir a su jinete, dominada por el cual, avanzó por el empinado repecho seguido de sus hombres que, abiertos en guerrilla, pronto se tuvieron que detener y parapetarse tras los árboles para contestar el nutrido fuego que a discreción les hacía desde la altura la gente del Petaquero.
A la clara luz de la luna pudo verse todo empapado en sangre, el dolor agudizábase por momentos, una gran laxitud habíase apoderado de él, parecíale verlo todo como al través de un tul vaporoso, sus ideas y recuerdos surgían en su imaginación como loca y vertiginosamente barajados por las manos habilísimas de un prestidigitador, Rosalía, el Chirimollo, las arracadas, el mantón, la hipoteca, sus viejos, el Petaquero, el teniente Mendiola, todos los seres amados y no amados parecían bailotear en su cerebro una danza fantástica y grotesca.
-¿Por dónde ha tirao el Petaquero con su lobera? -le preguntó Mendiola sin dignarse contestar a su pregunta.
Y al pensar que un desenlace trágico hubiera podido poner fin a la carrera del mozo, algo siniestro resbaló por las negrísimas pupilas del Petaquero, el cual, minutos después, internábase más y más por entre los espesos jarales, seguido de sus compañeros, todos ellos gente avezada a jugarse a diario la piel en la brava serranía.
-A mí me platicas tú sin que te quée naíta por dentro -exclamó bruscamente Joseíto, que había palidecido oyendo al Petaquero-.
-Yo le mandé un recao esta mañana con el Chusquel a su primo el Petaquero.

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