Ejemplos con pequeñez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La grandeza y pequeñez de la figura, la celeridad y lentitud del movimiento, existen en la mente y dependen del punto de vista o posición.
El comandante Martínez, conociendo la pequeñez numérica de la guerrilla y considerándola empresa fácil, lanzó sus tropas a tomar la plaza.
Se alimenta de lagartijas, pequeñas aves, insectos y larvas pues por su pequeñez no puede atacar roedores u otras aves.
Entre las construcciones que ocupan esta parte se encuentra una curiosa capilla interesantísima en su pequeñez, de estilo circense y compuesta por dos tramos y cabecera poligonal, con bóvedas de crucería sobre columnas de capitel liso, que muchas veces ha sido considerada por error como la primitiva iglesia trecentista.
El tamaño del libro enfatiza la pequeñez del modelo.
Los hombres se creen libres porque pueden moverse de un lado al otro del planeta, porque su organismo va montado sobre dos columnas ágiles y articuladas que le permiten saltar sobre el suelo con el mecanismo del paso ¡Error! ¡Una ilusión más de las muchas que alegran mentirosamente nuestra vida, haciéndonos llevaderas su miseria y su pequeñez! Febrer estaba convencido de que todos nacen metidos entre dos valvas de prejuicios, escrúpulos y orgullos, herencia de los que nos precedieron en la vida, y por más que los hombres se agitan, jamás llegan a arrancarse de la misma peña en que vegetaron agarrados sus predecesores.
Por eso, en las crisis de dolor, en que el alma gira necesariamente sobre sí misma, sucede acaso que el eje de rotación es una pequeñez ridícula.
Porque, al cabo, el saber poco o mucho, ¿de qué sirve? Cada ciencia, de por sí, es una abdicación al conocer íntegro, gesto de cansancio, tácita admisión de pequeñez e ignorancia, actitud de obligada humildad.
Felicita, a los pocos días de su doncellil viudez, fué a visitar al Padre Alesón, a fin de instruirse en lo atañedero a la regla monástica de las diversas órdenes religiosas femeninas, y también de una ridícula pequeñez, que era para ella extremo de suma importancia: los hábitos que visten cada cual.
No tenía de la aldea la holgura, ni la independencia, ni el horizonte, ni el aire puro, ni el sol esplendoroso, ni los aromas, ni el plácido aislamiento, pero sí sus miserias, sus , su escasez de recursos, su soledad, su desamparo, su pequeñez.
Harto se lo sabe ella, y bien le pesa de su pequeñez, pero no la hizo Dios más grande, por lo cual echará mano de la resignación que a ti te desea, si has de recorrer estas páginas.
Y él, con el chaqué ceñido de talle y abombado de pecho, los pies de femenil pequeñez enfundados en charol y cañas blancas sobre altos tacones, bailaba grave, reflexivo, silencioso, como un matemático en pleno problema, mientras las luces azuleaban las dos cortinas obscuras, apretadas y brillantes de sus guedejas.
Don Marcelo se quejaba de la pequeñez de un piso de veintiocho mil francos que podía servir de albergue a cuatro familias como la suya.
Pero a pesar de su relativa pequeñez, estaban animados por la maldad destructura de los otros.
Sería muy triste que las chicas no bailasen y se divirtiesen por una pequeñez como ésa.
Entonces es que Martí, desmadejado el cabello, los ojos fúlgidos y relampagueantes, el pecho henchido de orgullo, enardecido, arrebatado, impaciente por el sacrificio e inquieto por la emulación, invita a la carga a su ayudante Ángel la Guardiaaquel fiero aguilucho caído en Victoria de las Tunas, aviva con las espuelas su noble bruto, y gozoso como un niño que ha crecido un palmo, y como si hubiera alcanzado a ver, reducido a la pequeñez de un montón de carne humana, todo el Gobierno de rencores, de insultos, de envidias, de mezquindades, de ambiciones, de la oligarquía esquilmadora que le vejaba su tierra, se echa sobre los rifles enemigos y cae acribillado a balazos, con la limpieza y majestad de un Dios, del brazo de la muerte que es inmortal, y coronado por la fulgente claridad del martirio y de la gloria.
Allí, a aquellos campos donde entregó su vida el héroe más puro y grande del poema de hierro de nuestras guerras de independencia, debieran ir los que ahora, olvidados de todo lo que no sea su personal interés, ponen la patria de cabalgadura y de látigo la gloria que conquistaron en su defensa, los eternos que no piensan ni por un momento en la gloria de morir peleando por la libertad y sí en lo cómodo de vivir, aunque sea de rodillas, a los pies de los amos del momento, los que no saben que hay algo más triste que ser esclavo, y es mostrar que no se es digno de ser libre ¿Y se perderá entre los cubanos el recuerdo de existencia tan pura, tan meritísima y ejemplar? ¿Será tanta nuestra pequeñez, que ocupados en buscar la comodidad y el gusto y el regalo personal, no miremos que se nos puede caer la casa de todos, la obra santa que él coronó a costa de su sangre? ¿Será todo chiste, ira, medro? Inspirémonos en él, y depongamos nuestros agravios y nuestras inquinas: amémonos los unos a los otros, y clavemos en lo más firme y alto de nuestra tierra la bandera de nuestra nacionalidad.
Y se abandonaba, como si quisiese caer sobre Aresti, abrumando la pequeñez del doctor con su corpachón.
Nuestra pequeñez infinita nos hace apreciar las colosales distancias que existen entre ellos.
Cuando al terminar la guerra volvió a su sede el pobre cardenal, el señor Esteban se enterneció viendo su rostro de niño triste, rematado por una cabeza de redonda e insignificante pequeñez.
Porque en vuestra pequeñez de seres humanos no podéis sentir ese movimiento, porque a vuestra vista de topos microscópicos se escapa el inmenso engranaje del mundo, no dudéis de él.
Vosotros vais por la inmensidad agarrados a un proyectil que marcha vertiginosamente, y engañados por vuestra pequeñez, creéis vivir inmóviles en una catedral muerta ¡Y estas velocidades no son nada comparadas con otras! El Sol, a cuyo alrededor giramos, cae y cae en el vacío, llevando pegados por la atracción a sus flancos a la Tierra y los otros planetas.
Pero si me preguntáis por el Dios personal inventado por las religiones a semejanza del hombre, que saca el mundo de la nada, dirige nuestras acciones, guarda las almas clasificándolas por sus méritos y comisiona hijos para que bajen a la tierra y la rediman, buscadlo en esa inmensidad, ved dónde oculta su pequeñez.
Y sin embargo, era de una pequeñez insignificante, comparada con la inmensidad que ocultaba, menos que la parte infinitesimal de una molécula: nada.
Eso que llamáis estrellas son otros soles como el nuestro, rodeados de planetas semejantes a la Tierra, y que por su pequeñez resultan invisibles.
Y de repente, de un tirón, con el violento esfuerzo de un hombre que arroja lejos de sí un peso que le abruma, refirió con todos sus detalles la terrible historia de la cadina Sarahí El tío Frasquito escuchaba con la boca abierta, encogiéndose, encogiéndose en la poltrona, convencido de su pequeñez, a medida que lo novelesco y lo terrible agigantaban en su imaginación la figura del héroe de aquella aventura legendaria, de que era el primer confidente y esperaba ser futuro cronista Y a la idea de ser el primero en lanzar a los cuatro vientos de la publicidad la trágica aventura, el tío Frasquito se alargaba, se alargaba en la poltrona, hasta hombrearse con el héroe como la sombra se hombrea con el cuerpo y el eco con la música, y Homero con Aquiles, y el inmortal Virgilio con el divino Eneas.
No me propongo otra cosa en el presente artículo, por más que conozca mi pequeñez para tamaña empresa.
No desconocía él la situación poco airosa en que estaba ante Jacinta, cuya grandeza moral se elevaba ante sus ojos para darle la medida de su pequeñez.
Empezó a ver la inmensa desproporción que había entre la grandeza de su piedad y la pequeñez del objeto a que la consagraba.
El traje, las barbas, la gordura y pequeñez del nuevo gobernador tenía admirada a toda la gente que el busilis del cuento no sabía, y aun a todos los que lo sabían, que eran muchos.

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