Ejemplos con paveses

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Existían en Aibar dos palacios, el deyuso, que le dicen del río cuyo escudo era de cinco fajas de azur en campo de oro y el de suso o casa del barrio de arriba que traía por armas seis paveses de oro en campo de gules.
Y al momento le trujeron dos paveses, que venían proveídos dellos, y le pusieron encima de la camisa, sin dejarle tomar otro vestido, un pavés delante y otro detrás, y, por unas concavidades que traían hechas, le sacaron los brazos, y le liaron muy bien con unos cordeles, de modo que quedó emparedado y entablado, derecho como un huso, sin poder doblar las rodillas ni menearse un solo paso.
Quedó como galápago encerrado y cubierto con sus conchas, o como medio tocino metido entre dos artesas, o bien así como barca que da al través en la arena, y no por verle caído aquella gente burladora le tuvieron compasión alguna, antes, apagando las antorchas, tornaron a reforzar las voces, y a reiterar el ¡arma! con tan gran priesa, pasando por encima del pobre Sancho, dándole infinitas cuchilladas sobre los paveses, que si él no se recogiera y encogiera, metiendo la cabeza entre los paveses, lo pasara muy mal el pobre gobernador, el cual, en aquella estrecheza recogido, sudaba y trasudaba, y de todo corazón se encomendaba a Dios que de aquel peligro le sacase.
Limpiáronle, trujéronle el vino, desliáronle los paveses, sentóse sobre su lecho y desmayóse del temor, del sobresalto y del trabajo.
Las fiestas, las danzas, los hospedajes y los agasajos de unos a otros, que sin miedo se reunían, fueron la suerte de toda la Italia, como si de la fuente de la sabiduría de Numa corriese hacia todos lo honesto y lo justo, y como si su serenidad se extendiese a todas partes, de manera que aun no alcanzaron a pintar aquel estado las hipérboles poéticas de los que dicen: Su tela hace la araña en los paveses, y se cubren de orín lanzas y espadas: no se oye el son de la guerrera trompa, ni de los ojos huye el blando sueño, pues no se cuenta que hubiese habido ni guerra ni inquietud alguna sobre mudanza de gobierno en el reinado de Numa, ni tampoco enemistad alguna contra él, ni envidia ni asechanzas, ni sedición por codicia de reinar, de manera que, bien fuese miedo de un hombre sobre el que parece velaban los Dioses, o respeto a la virtud o fortuna particular, gobernada por algún genio que conservaba su vida libre y pura de todo mal, vino a ser ejemplo y argumento de aquella sentencia que mucho tiempo después se atrevió a pronunciar Platón acerca del gobierno: que no hay descanso para los hombres, ni cesación de sus males, si no sucede por una feliz casualidad que la autoridad regia se junte con una razón cultivada por la filosofía, para que haga que la virtud triunfe del vicio.
Así él mismo estaba sumamente satisfecho con haber procurado la libertad de la Grecia, y habiendo consagrado en Delfos unos paveses de plata y su propio escudo, puso esta inscripción: ¡Salve! Dioscuros, prole del gran Zeus, al Placer dados de ágiles caballos: ¡Salve! hijos de Tíndaro, que reyes fuisteis de Esparta, esta sublime ofrenda el Enéada Tito en vuestras aras ledo consagra, por haber labrado la libertad de la oprimida Grecia.
Brillaban en uno y otro campamento innumerables hogueras, en derredor de las cuales se distinguían varios grupos de soldados con su férreo casco en la cabeza, apoyados en las picas, y absortos al parecer en serias meditaciones, mientras ocupábanse otros en bruñir paveses, acicalar yelmos, limpiar corazas y aguzar los filos de toda clase de armas ofensivas.

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