Ejemplos con palafreneros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cada individuo de la Familia Real iba en el suyo, resultando una procesión que cogía medio Madrid, con la multitud de batidores, correos, lacayos, escoltas, carruajes de respeto, palafreneros, caballerizos y demás figuras admirables que recreaban la vista y el alma.
Cerca del mercado se nos unieron otras muchas personas que, según Lopito, eran cocheros, palafreneros, pinches, mozos de cuadra y lacayos del infante D.
Cuenta, pues, la historia, que antes que a la casa de placer o castillo llegasen, se adelantó el duque y dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote, el cual, como llegó con la duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron dél dos lacayos o palafreneros, vestidos hasta en pies de unas ropas que llaman de levantar, de finísimo raso carmesí, y, cogiendo a don Quijote en brazos, sin ser oído ni visto, le dijeron:
Vi después lo que enumero con la prolijidad que me permite el continuo pasar de figuras tan pintorescas: otro coche de gala con ocho corceles empenachados, y lacayos ostentando las libreas de los grandes de España que apadrinaban a los caballeros en plaza, gran carroza sobresaliente con adornos y arabescos de plata en su caja, propiedad, según oí, del Duque de Santoña, tiraban de aquel armatoste dos troncos de poderosos potros morcillos, y en él iban dos caballeros, vestidos de azul y rojo y de morado y blanco, marchaban al vidrio los espadas Cayetano Sanz, Gonzalo Mora, Ángel Pastor y Francisco Sánchez, detrás, pajes con caballos y rejoncillos, coche de respeto, carruajes de los padrinos Condes de Bazalote y Superunda, escoltados por lacayos, mancebos y palafreneros.
Los vasallos del conde rompían la marcha llevando sujetos los canes por medio de las cadenas de bronce pendientes de sus collares: seguíanlos los pajes y palafreneros cantando canciones báquicas en torno de rústica andas hechas de troncos de árboles y llevadas por membrudos montañeses, sobre los cuales iban las víctimas de la sangrienta cacería cubiertas de verdes ramas de encina y pino, en las que aún brillaba el rocío de la noche.
Pusiéronse entonces en marcha y el áspero son de las bocinas, el ladrido de los perros, los lelilíes de los pajes, gritos de los palafreneros y relincho de los caballos producían en el ánimo una emoción tan enérgica y belicosa, que se sentía superior a sí mismo y dispuesto a tomar parte en los mayores peligros.
Amaneció el día destinado para tan guerrero pasatiempo y desde la madrugada se reunieron en el patio grande de San Servando los guerreros que se hallaban en el castillo, varios feudatarios de la casa de Urgel, algunos barones de las cercanías, y multitud de flecheros, pajes, palafreneros y criados inferiores, sujetando ágiles caballos acostumbrados a trepar por aquellas sierras, y sueltos alanos de afilados dientes sedientos de agarrarse a las orejas del cerdoso jabalí, o acosar al velocísimo ciervo.
Oíase por todas partes el sonido de clarines y el tropel de los caballos: veíase multitud de escuderos con las ricas armaduras de sus señores, y atravesar por donde quiera pajes, heraldos y palafreneros.
El peregrino, pues, preguntó a los palafreneros, a los escuderos y pajes que encontraba al.
En caballos magníficos, suntuosamente enjaezados, desfilan, caracoleando, los caballos y gentilhombres, cubiertos de ricas armaduras o de túnicas de seda, con su numeroso séquito de palafreneros, escuderos y pajes, en el derroche chillón de los mil colores de sus trajes llamativos.
mientras que las codicias de sus palafreneros:.
Al mismo tiempo llegaron, temblando, los palafreneros, para anunciar al rey la desaparición del nuevo veterinario y de los dos caballos Sabik y Lahik.
Durante veinticuatro horas estuvo toda la casa en movimiento, criados que bajaban precipitadamente por las escaleras de servicio, palafreneros y mozos de cuadra limpiando los caballos, lustrando los coches, colocando gasas y crespones en los faroles, guarniciones y portezuelas, dependientes de la funeraria llevando a hombros inmensos cortinones de terciopelo negro, robustos e innumerables cirios, la repisa de peluche sobre la cual había de descansar el ataúd, el ataúd mismo, el ataúd que inspiraba deseos de morirse sólo por el gusto de que le metieran a uno en él, por las otras escaleras subían los sirvientes a brazadas, flores y más flores, blancas unas, rojas otras, de vivos y penetrantes perfumes las más de ellas, rosas de té, rosas dobles, claveles, jacintos, un jardín de Valencia entero y verdadero que se desparramaba por los peldaños, por la antecámara, por los salones, hasta caer en montón sobre la esterilla de una estancia, donde varias mujeres y algunos hombres tejían coronas, ramos, guirnaldas, canastillos, cuantos caprichos e inventos les proporcionaban sus facultades naturales y los adelantos de su industria.
Desde el Retiro, donde me paseaba con Casianilla, veía yo en mi mente las carrozas de la Casa Real, los arreos del guadarnés, los soberbios caballos que pausadamente tiraban de los coches, el mover rítmico de las cabezas de los brutos adornadas de vistosos plumachos, las bordadas libreas, las blancas pelucas, el sinfín de jinetes palatinos y militares, los timbaleros y clarines, reyes de armas, monteros de Espinosa, caballerizos, correos y carreristas, los mancebos, lacayos y palafreneros, y por fin, los regios novios y el acompañamiento de coronadas testas, de Príncipes, embajadores y magnates, que componían el cortejo nupcial.
Allí unos bárbaros, que por casualidad se encontraron con los palafreneros que conducían el caballo Bucéfalo, de Alejandro, se lo robaron, lo que le irritó sobre manera, y habiendo enviado un heraldo, les intimó la amenaza de que los pasaría a todos a cuchillo, con sus hijos y sus mujeres, si no le volvían el caballo, pero luego que vinieron a restituírselo, haciendo además entrega de sus ciudades, los trató a todos con mucha humanidad y dio el rescate del caballo a los que lo habían robado.
Suscitándose con esto confusión y alboroto, vínose, al fin, a los golpes, y desenvainando Octavio su espada atravesó a uno de aquellos palafreneros, haciendo otro tanto con Octavio uno de ellos, que se hallaba a su espalda.
Advirtió, luego de tomada la ciudad, que carecía de ciudadanos, habiendo perecido unos en las guerras y tumultos, y habiendo huido otros de las sucesivas tiranías, así la plaza pública de Siracusa había criado, por la falta de concurrencia, tanta y tan espesa maleza, que se apacentaban en ella los caballos, teniendo la hierba por cama los palafreneros.
-Señor Bertuccio -le dijo-, no es ya mañana o pasado mañana, como había pensado antes, sino esta tarde mismo, cuando quiero salir para Normandía, desde ahora hasta las cinco tenéis tiempo sobrado, haced que estén prevenidos los palafreneros del primer relevo, el señor de Morcef me acompaña, id pues.
Fuera ya de las murallas, los dos camaradas fingieron cazar todo el día para engañar a los palafreneros y conductores, y al oscurecer armaron las tiendas y comieron, bebieron y durmieron hasta medianoche, Entonces Marzauán despertó sigilosamente a Kamaralzamán, y le dijo: ¡Tenemos que aprovechar el sueño de esta gente para marcharnos! Cada cual montó en uno de los caballos de refresco, y se pusieron en camino sin llamar la atención.
Los criados iban y venían por el patio, todos contentos y alegres, los unos encargados de las cocinas y caminando por aquellas escaleras y corredores como si hiciese algún tiempo que los habitaban: otros se dirigían a las caballerizas, donde los caballos relinchaban respondiendo a los palafreneros, que les hablaban con más respeto del que tienen muchos criados para con sus amos.
Pero he aquí que me desperté al día siguiente cuando amanecía, y me vi tendido, no en la sala espléndida, sino en una miserable habitación que probablemente serviría para los palafreneros.
Y en cuanto al palafrenero, que es el más miserable de los palafreneros, para indemnizarle le están preparando en la caballeriza un buen jarro de leche cuajada para que refresque a tu salud.

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