Ejemplos con obligándola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo, los hombres del Cacique Nutibara hostigaron a la hueste española, obligándola a volver a Urabá.
Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a la locuaz Eco quitándole la voz y obligándola a repetir lo que decían los demás.
Beatriz se pasa atosigando a Mónica con sus exigencias, humillándola y obligándola a cumplir todos y cada uno de sus caprichos como la gran diva que fue algún día.
Simultáneamente, ambas alas del ejército federal atacaron a la caballería porteña, obligándola a desbandarse.
Al igual que Bill y Beatrix, fue entrenada por Pai Mei, quien a causa de su falta de respeto le arrancó el ojo derecho obligándola desde entonces a usar su distintivo parche negro.
La vampira, aunque reacia, finalmente comienza el relato de su vida, remontándose a su infancia como hija de una aristocrática y acaudalada familia de Patricios romanos, cuando su nombre aún era Lydia y conoció a Marius por primera vez, cuando ella tenía diez años y él aún era humano, y como su familia fue traicionada víctima de las intrigas romanas, y asesinada en casi su totalidad, obligándola a huir de su casa y adoptar una nueva identidad como Pandora en Antioquía.
Un fatalismo implacable la sacudió obligándola a incorporarse, trémula, bajo aquel susto misterioso, huyendo del vuelo torpe y del canto augural.
No ¡no! Y el esfuerzo de su voluntad sólo servía para hacer mayor su angustia, obligándola a humillar el rostro como las bestias dulces y tímidas, que creen salvarse del peligro ocultando su cabeza.
La mula se negaba algunas veces a marchar, temiendo que el huracán la echase al suelo, pero el gaucho se agarraba a su lomo para no verse derribado igualmente por el viento y pinchaba al animal con la punta del cuchillo, obligándola así a reanudar su trote.
La risa de la anémica se volvió tos, una tosecilla que le rascaba la garganta y la sofocaba, obligándola a sentarse en un banco rústico de los muchos que en el parque había.
Con la superstición de los enamorados y de todos los que esperan, buscaba ciertos lugares preferidos por la viuda, creyendo que de este modo tiraría de su pensamiento lejano, obligándola a venir.
Tenía un novio en Berlín que ansiaba casarse con ella, pero los negocios de papá habían roto de pronto su dicha obligándola a embarcarse.
Charloteaba yo con Facunda, dándole lección de lengua castellana, y obligándola, con insistencia de dómine, a repetir temas y conceptos de uso constante en la conversación.
Sentía una especie de irritación sorda que no acertaba a comprender quién se la inspiraba, porque, por un extraño fenómeno que no sabía ella misma explicar, aquel Pedro Fernández, autor de la carta, causante de la ofensa, tan sólo acudía a su mente en un lugar secundario, presentándosele, más bien que como representante, como instrumento de un ser más poderoso que parecía imponerse a la orgullosa dama, obligándola a confundirse, y a humillarse, y a callar.
Frecuentemente se picaba Elenita con la aguja, y muy a menudo se le enredaba el hilo entre los dedos obligándola a detenerse y a perder los minutos.
Celestino de mi alma, los Requejos lloran recordando a la difunta, los Requejos echan la baba mirando a su sobrinita, y no puede ser otra cosa sino que los Requejos han descubierto quiénes son los padres de Inés, los Requejos han comprendido que la muchacha es un tesoro, y ¡ay!, no me queda duda de que el Requejo mayor, ese poste vestido trae entre ceja y ceja el proyecto de casarse con Inés, obligándola a ello en cuanto la pille en su casa.
La mula se negaba algunas veces á marchar, temiendo que el huracán la echase al suelo, pero el gaucho se agarraba á su lomo para no verse derribado igualmente por el viento y pinchaba al animal con la punta del cuchillo, obligándola así á reanudar su trote.
Pues, señor: sin saber cómo ni por qué, aquel día que su mujer amaneció de relativo buen humor, desde la hora en que él recibió la malhadada carta, pareció ser víctima de un cambio violentísimo, y ella, que empezó la jornada asaz expansiva, fue presa del invencible sueño que la acometía siempre que él entraba en el cuarto, obligándola a volverle la espalda, y si trataba de distraerla con preguntas, a contestar con monosílabos, que pronunciaba en voz tan estridente que le crispaba los nervios.
, amiga mía, y con la cual murió la última limeña de cuño antiguo, refería algo de crónica social que yo no descifraba con claridad, y la abrumaba con preguntas, obligándola a poner punto sobre las íes.
Acumuláronse de pronto en su imaginación estas desagradables ideas, obligándola a guardar silencio durante algunos minutos, pero animándose por último en razón de la necesidad que tenía de hacerlo, pudo contestar al atrevido paladín con el decoro conveniente a su culta educación y nacimiento distinguido.
Sacrificar a tu madre obligándola a romper sus viejas amistades, sacrificar, y esto es lo peor, a Laurita.
se saluda, he proporcionado más de un sofocón á la vieja Tomasa, obligándola á ponerse parches de papa en las sienes,.
Don Garcia mira con sarcástica sonrisa a la americana,la toma bruscamente del brazo y, obligándola a seguirlo la dice: — Ahora.
Visitábame muy a menudo doña Isabel, obligándola a esto, después de su amistad, el dar gusto a su hermano, y servirle de fiel tercera de su amor.
-Gloria, Gloria -dijo el padre obligándola a detenerse-.
Y si hubiera que dar un premio a las figuras culminantes del jembrerío de los palcos, yo agraciaría con la Jarretiera inglesa a la Moño Triste, obligándola a enseñar la pierna para que el público viese imponer entre aplausos la insignia de tan ilustre Orden.
, que había huido de su casa con un joven que le juró amarla eternamente, pero que esa eternidad sólo había durado algunos días, abandonándola después, o más bien obligándola a volver a la casa de su esposo, y tratando de persuadírla que debería guardar el secreto de su locura.
Empezó a toser, demacrarse, siguieron obligándola a lavar pisos, lo cual no la alivió.
Noticioso ya entonces de que la capital se hallaba en mal estado, apretada del hambre, navegó al Pireo y estrechó a la ciudad, obligándola a admitir la paz con las condiciones que !e prescribió.

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