Ejemplos con nones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De la Avenida Revolución al Poniente las calles tienen la numeración par y de la misma avenida al Oriente la numeración corresponde a los nones.
No, porque vivo solita, un señor mayor, sí, pero hombres de buena edad, así como usted ¡nones!.
Me parecele dijo, que si el Padre Nones te oye eso, te ha de reprender porque ya ves quien manda manda, y está dispuesto que no sean las cosas así.
Esta tarde volverá el padre Nones.
En esto llegó el Padre Nones, a quien Guillermina había mandado llamar para que la auxiliase, pero todo inútil.
Entonces Guillermina, poniéndole una cruz entre las manos, le preguntaba si creía en Dios, si se encomendaba a Dios y a la Santísima Virgen, y a tales y cuales santos del Cielo, y contestaba ella que sí moviendo la cabeza El Padre Nones estaba de rodillas, reza que te reza.
Quedamos en una cosadijo levantándose, mañana vendrá el Padre Nones para usted, y para este ternerito un ama asturiana que, según dice Estupiñá.
El Padre Nones va a venirdijo la santa, le mandé recado al salir de casa.
El Padre Nones va a venir, y él le dará a usted consuelos que yo no puedo darle Ahora recuerdo que usted tenía una idea maligna, origen de muchos pecados.
Interrumpió a la señora la aparición del Padre Nones, que no cabía por la puerta, y tuvo que inclinarse para poder entrar.
Mientras estuvo allí el Padre Nones, Ballester se mantuvo en una actitud consternada, contemplando el lastimoso cuadro con el respeto que infunden los muertos, y encerrando su dolor en una compostura que tenía cierta corrección.
Mírame a mí, que no hago más que lo que me manda el Padre Nones, y he perdonado a la Pepa, a la Matilde, que me quiso envenenar, y a doña Malvina la y a todo el género mundano ¡re! Párate boca que ya ibas a soltarlo Pues sí, perdonar, créetelo porque yo te lo digo.
Marchose el porfiado ciego, y la fundadora siguió hablando con el Padre Nones: Suba usted a ver si me la reconcilia y le da la última pasadita.
Apareció por fin el Padre Nones, tan alto que parecía llegaba al techo, un poco encorvado, la cabeza blanca como el vellón del Cordero Pascual, llevando agasajado el porta-formas entre los pliegues de la capa blanca.

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