Ejemplos con murmuradora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La noticia de su amistad con la señorita Kasper había circulado por el buque con la rapidez que una vida ociosa y murmuradora comunicaba a todos las informaciones.
Pero no era, como ellas, murmuradora y amiga de censurar a toda bicho viviente, vicio de cortijos y poblachones, donde no se vive más que para espiar a los vecinos y relatar diariamente cuanto éstos hacen o dejan de hacer.
Y respondió que aquella avispa debia de ser murmuradora, y que las lenguas y picos de los murmuradores eran bastantes a desmoronar cuerpos de bronce, no que de vidrio.
¡Para ella, que desde aquel momento ponía su honor en quiebra entre la gente murmuradora! ¿Quién, en la duda, la tomaría ya por esposa, Bastián? ¿Quién, si no tú, y por mucha aversión que la causaras, podría remendar aquella carcomida buena fama? ¡Y gracias si a tal remedio se avenía.
Allá abajo se posaban, como grupos de palomas torcaces, las casitas, y cerca de nosotros una fuente, sombreada por sauces pálidos, se desataba murmuradora, dándome envidia de beber un trago en el hueco de la mano, a la manera primitiva.
Con la exhibición de las tiendas, con el ejemplo y con las costumbres y preocupaciones públicas, que imponen el lujo a la mujer so pena del ridículo y el desprecio, esta se siente excitada toda su vida, provocada, fuera de todo equilibrio, se hace así murmuradora, enredista y envidiosa: sale y olvida el drama de su existencia, tal vez tranquila, para vivir en los acontecimientos dramáticos de la vecindad.
A la fuente debieron hacérsele los dientes agua contemplando la felicidad de Isabel y de Andresillo, pues murmuradora como todas las de su clara estirpe, dijo al vejestorio que lo daba sombra:.
Un día, una vieja criada de casa de Ohando, chismosa y murmuradora, fué a buscarle y le contó que la Ignacia, su hermana, coqueteaba con Carlos, el señorito de Ohando.
y detrás la llavera, siempre murmuradora.
Empero llega el día en que bestias y hombres se habitúan al azote y no hacen ya caso de él, entonces, imita a la vieja murmuradora y a los cómicos trashumantes: cierra sus grifos, lía sus odres y se marcha.
murmuradora como una dueña, astuta como una raposa, narradora de cuentos amorosos y picantes, y.

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