Ejemplos con muñocito

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Chaves empujó, diciendo: Abre, Muñocito: soy yo, vengo con este amigo, que es de los de ley, y podemos confiarle una guardia.
«Sí, señor -replicó la mujer-: sé que la Teresita está en San Sebastián. He visto la carta fechada en aquel pueblo, en que dice a su madre que está buena, y le manda diez duros...». Interpúsose entonces doña Manuela con este nuevo chispazo de su incendiado cerebro: «Venid vos, gallardo negro y salvaje, a mi casa... No es casa opulenta, sino más bien de vecindad... de las de tócame... Tú, don Roque, busca a Teresa en la casa de enfrente... piso segundo... pregunta por los Muñoces de Tarancón, Duques ellos, Príncipes ellos... Yo aquí mirando... yo aquí viendo pasar la España con deshonra... Hijos, ¡viva la Libertad que habéis conquistado con vuestro sudor! ¡Viva el sudor del pueblo!...». Volviéndole la espalda, Ibero miró a la calle, y vio que al frente de un grupo pasaba Rivas Chaves. Con repentino júbilo le llamó por su nombre dos, tres veces. Pero el patriota iba ya lejos en dirección de la Puerta del Príncipe, y no oyó la voz clamante. Pensaba Ibero que el primo de Manolita podía darle la luz que en vano quiso obtener del inflamado entendimiento de la vieja. Sin hacer ya ningún caso de esta, que seguida de su coro angélico tiró hacia la calle del Factor, bajó por la de Requena en persecución del amigo, perdido entre la multitud estacionada frente a Palacio. Abriose paso con dificultad, y por fin, entre tantas cabezas allí aglomeradas, alcanzó a ver la de Chaves, que fácilmente de las demás se distinguía. Con fuertes voces le llamó hasta conseguir que se fijase en él. Alzando los brazos, el patriota le gritó con alborozo: «¡Hola tú, Iberillo, ven... Libertad tenemos!». A fuerza de codos pudo Santiago llegar hasta él, y sin entretenerse en saludos, le dijo: «Don José, quiero entrar en Palacio, ya le diré por qué». El ardiente revolucionario, hecho a mandar al pueblo, empezó a dar voces: «Caballeros, abran paso, que este señor viene de parte de la Junta». Luchando con la onda humana llegaron a la Puerta del Príncipe, que estaba entornada. Chaves empujó, diciendo: «Abre, Muñocito: soy yo, vengo con este amigo, que es de los de ley, y podemos confiarle una guardia». Tuvo tiempo Santiago de ver un papel de doble folio pegado en la puerta con obleas, en el cual se leía en letras gordas:

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba