Ejemplos con mequetrefes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Sí! Otra como tú ilustres mequetrefes, que os halláis allá donde no debéis estar.
Dios nos acoge en su santo seno, y dice a estos malos imitadores: Mequetrefes, no intentéis lo que es superior a vuestra flaqueza.
Y el hombracho, ¿quién es, Pepe? ¿Será de estos mequetrefes sentimentales que engañan a las tontas cantándoles el , o será algún cotorrón maduro de éstos que.
No quiero decirte los azotes que yo te hubiera dado si te cojo en el momento de descolgarte, con aquel par de mequetrefes, de los techos de San Apolinar.
Échate a dormir si te parece, no hables con nadie, que aquí, motivado a estar el Rey, hay soplones y mequetrefes de la policía.
Hasta que un día, allá por Julio, hallándonos en Durango, los mequetrefes de la Comisión que son los registradores de cartas, todos ellos muy aclerigados, legos de convento, mandaderos de monjas y , salieron con la gaita de que D.
-Cierto debe de ser eso -dijo Urdaneta haciendo por la vida con ansia fisiológica-, porque anoche se han dignado visitarme esos mequetrefes, y en ellos reconocí a los que contigo se divertían.
-Tan seguro -replicó amoscándose el desorejado eremita-, como lo estoy de que los tres sois alcahuetes de la guerra, y mequetrefes de Satanás.
¡Se reían de mí! ¡pillos! ¡Como que estaban vendidos al moderaísmo! Sabusté tocayo, ¿con qué me motejaban aquellos mequetrefes? Pues na, con que yo no sé leer ni escribir: No es todo lo verídico, ¡hostia!, porque leer ya sé, aunque no del todo lo seguío que se debe.
No es la que se dice cría cuervos Sepa usté que Bicerra, Castelar y otros mequetrefes, todo lo que son me lo deben a mí.
Si por un es caso nos dejan, tocayo, nos comemos el santísimo mundo y lo acantonamos toíto ¡Orán! ¡Ay qué mala sombra tiene Orán y aquel judío de los franceses que no hay cristiano que lo pase! Me najo de allí, güelvo a mi Españita, entro en Madriz mu callaíto, tan fresco ¿a mí qué? y me presento a estos tiólogos, mequetrefes y les digo: ‘Aquí me tenéis, aquí tenéis a la personalidá del endivido verídico que se pasó la santísima vida peleando como un gato tripa arriba por las judías libertades Matarme, hostia, matarme, a cuenta que no me queréis colocar’.
Ella sobornó carceleros y compró mequetrefes de cárcel de esos que traen y llevan recados.
No quiero decirte los azotes que yo te hubiera dado si te cojo en el momento de descolgarte, con aquel par de mequetrefes, de los techos de San Apolinar.
Y el hombracho, ¿quién es, Pepe? ¿Será de estos mequetrefes sentimentales que engañan a las tontas cantándoles el Suspiros hay, mujer, que ahoga el alma en flor, o será algún cotorrón maduro de éstos que.
¡Bah! pobres mequetrefes.
Échate a dormir si te parece, no hables con nadie, que aquí, motivado a estar el Rey, hay soplones y mequetrefes de la policía.
¡Y hubo un día en que unos cuantos mequetrefes, como los del salón vecino, alborotando a la sociedad y seduciéndola, lograron barrenar sus estatutos tradicionales y hacer que se bailara, ¡que se bailara! cuando los mocosos tuvieran antojo de ello, en aquel salón jamás profanado, ¡precisamente en aquél! Y ya se había bailado muchas veces, y se bailaría otras muchas más, y cada vez que se bailaba, los candelabros con lágrimas de estearina al día siguiente, y la alfombra pisoteada, y los muebles trastrocados.
Para ellos solos era el calorcillo de la chimenea en los días invernizos, para ellos la frescura del salino ambiente que inundaba en verano aquellos ámbitos desocupados, para ellos el recreo del holgado mirador a las horas convenientes, para que ellos descabezaran el sueño después de la bazofia del mediodía, los cómodos sillones, para que desentumecieran las piernas sin la molestia del ruido de las pisadas, el alfombrado pavimento, y para ellos, en fin, antes que para nadie, la servidumbre de la casa, que les limpiaba el polvo de las botas cuando llegaban del paseo, iba a los respectivos domicilios a buscarles los paraguas o los abrigos, según los casos, les abría o les cerraba las vidrieras, aumentaba o disminuía la luz de los mecheros, les llevaba los recados para este amigo o para el otro pariente que estaban en el gabinete de lectura, o en la sala de tresillo, o en los claustros de la Catedral, o sufría pacientísimamente la catilinaria que le soltaban, porque habían hallado papeles rotos en el suelo, o sabían que los gemelos marinos se habían sacado de allí para hacer uso de ellos «los mequetrefes de la otra sala,» y así por este arte, y hasta para traerles, en casos muy singulares, el vaso de agua limpia, único regalo que se permitían dar al estómago durante sus largos solaces, y ese porque no costaba dinero.
-Ya lo sé, estuviste dos horas y media en el confesonario, y el señor Ronzal se cansó de esperar y no tuvo contestación que dar al señor Pablo, que se volvió al pueblo creyendo que tú y Ronzal y yo y todos somos unos mequetrefes sin palabra, que sabemos explotarlos cuando los necesitamos y cuando ellos nos necesitan los dejamos en la estacada.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba