Ejemplos con málaga

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Almorzaron y alrededor de las nueve de la noche se trasladaron a Málaga para cenar en casa de unos amigos dejando a Dolores Vázquez en la vivienda al cuidado de la niña y de su madre.
D Algabeño, el Hercules de Cadiz, despues actuó en el Real Jaén bajo el nombre de Olímpica Jiennense, y más tarde fichó por el Málaga CF, finalizando su carrera deportiva en el R.
Pese a una grave cogida que sufrió en Málaga, aún hizo cuarenta paseíllos ese año.
Se dio un estudio sobre las posibilidades de la Bahía de Málaga para un puerto en el Pacífico.
Iban Cuadrado es un jugador de fútbol profesional con demarcación de defensa y que actualmente juega para el Málaga CF.
Nos cuenta su vida en Plasencia, su vida matrimonial, y extra matrimonial, con Juan de Málaga, su viaje a América, impulsada no solo por el hecho de encontrar a su marido perdido, sino también por encontrar la ansiada libertad.
Sin embargo, a veces se incluye la provincia de Málaga o se excluye la de Córdoba.
La protección de fray Antonio Enríquez, a cuyo servicio estaba su padre, fue la causa de su paso a Málaga, al ser nombrado aquél obispo de dicha diócesis.
En los demás tramos la peregrinación es prácticamente nula, sólo el trazado entre Málaga y Baena está actualmente en fase de estudio y dotación de servicios e infraestructuras.
Los caminos más meridionales unen las ciudades de Almería, Granada, Málaga y Córdoba con Mérida, donde continúan el camino por la Ruta Jacobea de la Vía de la Plata.
Las ananas que hay en la casa son excelentes: voy a traer El Málaga nos llega directamente de España: ¡oh! el vino de España ¡clac! no hay como la España para vinos.
Y fueron viniendo botellas, aumentándose copas a la ya formidable batería que cada convidado tenía ante sí, anchas y planas, como las de los relieves antiguos, para el espumante Champagne, verdes y angostas, finísimas, para el Rhin, cortas como dedales, sostenidas en breve pie, para el Málaga meridional.
Luego pasarían ante Almería y Málaga, llegando a Gibraltar al día siguiente.
Don Acisclo buscaba al punto en Málaga comerciante que se allanase a dar el dinero, y resultaba que nadie quería darle sino cobrándose en aceite, dos meses o poco más después, y tomando la arroba de dicho líquido a dos reales menos del precio corriente.
Aquella batería es una torrecilla almenada, que domina a Málaga más que ninguna otra del Castillo.
Y, por último, ver a los hombres caminar incesantemente, como hormigas, desde Málaga hacia aquel otro pueblecito de mármol que está detrás de la ciudad,—el Cementerio—, y en que mi era más ancho que aquel horizonte y que aquellas estrechas vidas de la capital, más ancho que el tiempo y que la distancia, tan inconmensurable como el cielo que nos envolvía a mí y a la Tierra en su ilimitado manto azul.
Ver a mis piés a Málaga, graciosa, apiñada, nueva, floreciente:.
—¿Ha estado usted en alguna ocasion mucho tiempo seguido léjos de Málaga?.
—Aquí lo tengo, en letras sobre Málaga.
En Málaga he dejado un capital.
—Para todo ello, en esta cartera hallará usted letras a su favor contra las casas de banca de Málaga en que tengo colocada mi fortuna.
—Y, por último, el arriero de Málaga roncaba en el patio, incómodamente sentado en una dura silla, como lo exigia la gravedad de las circunstancias.
—¡Salud, Caballeros! ¡Vayan ustedes con la Vírgen!—respondió el arriero de Málaga, quien, por lo visto, habia pasado tambien algun miedo.
Lo único que en tal punto y hora sabía era que, el mártes de aquella semana, lo habia buscado un fondista de Málaga para que condujese aquel voluminoso equipaje a la Ciudad de que va hecha referencia: que el presunto indiano, feriante, contrabandista o salteador de caminos, llevaba ya entónces seis ú ocho dias de llamar la atencion de los malagueños por su bizarro porte y raro y lujoso traje: que el magnífico potro en que ahora viajaba era muy conocido y envidiado en aquella poblacion, como de la propiedad del Marqués de ***, al cual podia muy bien habérselo comprado el forastero: que éste habia vivido allí en la mejor fonda, dándose muy buen trato, pero sin que nadie hubiese ido a visitarle: que en el libro del Establecimiento estaba inscrita su entrada bajo el nombre de , y que le decian efectivamente el amo y los mozos, por más que luégo se guiñaran, como dudando de que tal persona pudiese llamarse de un modo tan cristiano, y, en fin, que durante las tres jornadas y media que llevaban de camino, nadie habia dado muestras de conocer al misterioso jóven, el cual era por otra parte de tan pocas palabras y tan fresco y valiente para no contestar a ciertas preguntas, que el arriero no habia podido sacar de él más luz que muchos y buenos cigarros a todas horas, mucho arroz con pollos en las posadas, y muchos vasos de vino o de aguardiente en cuantas ventas o ventorrillos les salian al encuentro, cosas tanto más de agradecer, cuanto que el generoso donador no fumaba, ni bebia, ni apénas probaba bocado.
—Vengo a decir a vuesas mercedes como agora topé en Gradas a Lobillo el de Málaga, y díceme que viene mejorado en su arte de tal manera, que con naipe limpio quitará el dinero al mismo Satanas, y que por venir maltratado no viene luego a registrarse, y a dar la sólita obediencia, pero que el domingo será aquí sin falta.
Luego que los jinetes entendieron que éramos cristianos cautivos, se apearon de sus caballos, y cada uno nos convidaba con el suyo para llevarnos a la ciudad de Vélez Málaga, que legua y media de allí estaba.
Sí, dije yo, y, queriendo comenzar a decirle mi suceso, y de dónde veníamos y quién éramos, uno de los cristianos que con nosotros venían conoció al jinete que nos había hecho la pregunta, y dijo, sin dejarme a mí decir más palabra: ¡Gracias sean dadas a Dios, señores, que a tan buena parte nos ha conducido!, porque, si yo no me engaño, la tierra que pisamos es la de Vélez Málaga, si ya los años de mi cautiverio no me han quitado de la memoria el acordarme que vos, señor, que nos preguntáis quién somos, sois Pedro de Bustamante, tío mío.
Debe de querer decir la señora princesa que, después que desembarcó en Málaga, la primera parte donde oyó nuevas de vuestra merced fue en Osuna.
Con esta licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga.
El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y, por tener qué reír aquella noche, determinó de seguirle el humor, y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba, y que él, ansimesmo, en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes, donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España, y que, a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba