Ejemplos con llamándole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Serocura que el toro esté algo terciado con las tablas y frente a su cabeza se coloca el banderillero llamándole, arrancando pronto y formando poco círculo, al llegar a la cabeza le clava los palos sin cuadrar y sigue su viaje buscando el callejón, si lo cree necesario.
Nació durante la época de Talmannon, el cual le tenía en gran estima, llamándole sangretibia y, a su muerte, le impuso la tarea de guardián de sus cenizas y tesoros en el interior del Monte Lunn.
Debido a esto, Mirkin intentó colocar más sangre y tripas en el episodio, llamándole el más perturbador especial de Halloween jamás hecho y también creía que los especiales de Halloween deben ser tan aterradores como divertidos.
Un doctor le abofeteó en la mejilla, llamándole por su nombre, mientras otro le masajeaba el corazón.
Hacía varios años que Pep había satisfecho su deuda, y sin embargo, aquellas buenas gentes seguían llamándole amo, y al verle ahora sentían la impresión del que se halla en presencia de un ser superior.
Jaime quiso insistir, pero en el mismo instante salió al jardín el capitán Valls, llamándole con grandes voces.
Miranda no puso reparo a este sacrificio de Lucía, porque Duhamel, llamándole aparte, le notició que la cosa se iba por la posta, y que apenas creía que la enferma durase un mes: en vista de lo cual propuso él en su corazón de tomar el portante dentro de ocho o diez días, llevándose a su mujer con cualquier pretexto.
Esta le saludó llamándole Karl, y pasó adelante, como si fuese un simple portero.
Las gentes del campo trasladaban al apellido el título de respeto que precede al nombre, llamándole Madariaga.
Los que tenían de él agravios, le murmuraban y evitaban su encuentro llamándole envidioso y mala lengua.
, en el número del jueves, después de insultar con rabia a los jefes del Camarote, se metía también con él llamándole maliciosa y torpemente.
Se murió de unas fiebres enemigas, que le empezaron con grandes aturdimientos de cabeza, y unas visiones dolorosas y tenaces que él mismo describía en su cama revuelta, de delirante, con palabras fogosas y desencajadas, que parecían una caja de joyas rotas, y sobre todo, una visión que tenía siempre delante de los ojos, y creía que se le venía encima, y le echaba un aire encendido en la frente, y se iba de mal humor, y se volvía a él de lejos, llamándole con muchos brazos: la visión de una palma en llamas.
Denantes llamándole estuve porque bajare a abrir, y no hubo modo de despertarlo.
La dulce compañera seguía llamándole tío en presencia de los de casa.
Intentaba enternecerlo llamándole Tòni, con familiar cariño, en vez de designarle por su apodo.
En todo el transcurso de la plática había evitado con marcada afectación designarle con el nombre de , llamándole siempre señor Cifuentes.
Jacobo meditó un momento el plan que le proponían y pensando escribir, desde luego, a su esposa, para detener su marcha con la noticia de su ida, aceptó a todo evento la carta para la marquesa de Villasis y despidióse del padre Cifuentes, llamándole don Gregorio.
Azoróse el tío Frasquito al verse solo y sin defensa en las garras de Diógenes, y procuró encubrir sus temores, acogiéndole humilde, sonriente, cariñoso, llamándole , y ofreciéndole ricos cigarros que él no fumaba nunca, pero llevaba siempre a prevención para casos apurados.
Era Batistet llamándole desde la puerta de la barraca.
Aquel acólito del culto de Mercurio, por su empaque desenfadado atraíase la mala voluntad de los pilluelos de la plaza, enjambre de diablejos que pasaban horas enteras ante la relamida figurilla llamándole ¡! con irritante tono de mofa, hasta que algún dependiente les amenazaba con la vara de medir.
Era don Juan, el hermano de la señora, aquel de quien todos hablaban mal en casa, aunque con cierto respeto, llamándole por antonomasia el tío.
Sacó los insectos con el dedo meñique, y su amiga le criticó esta acción, llamándole sucio y tratándole con cierta sequedad.
A poco entró preguntando por su marido, y pudo observar el joven que Ballester le hizo señas, llamándole la atención sobre la presencia de Maxi, pues la señora empezó diciendo: ¿Ha ido otra vez a la Cava?.
Evaristo llamándole cuando ya estaba en la puerta.
Por lo general, siempre que su tía le daba tratamiento, llamándole , el pobre chico veía la nube del pedrisco sobre su cabeza.
Pero la misma ofendida no extremaba mucho, como parecía natural, los anatemas contra el seductor, por cuya razón tuvo Maximiliano que redoblar su furia contra él, llamándole monstruo y otras cosas muy malas.
Ven, ven le dijo llamándole con ese movimiento de las dos manos que había aprendido de las madres.
Lo cierto es que la familia espuria se mostraba por entonces incomparablemente humilde: a Primitivo no se le encontraba sino llamándole cuando hacía falta, Sabel se eclipsaba apenas dejaba la comida puesta a la lumbre y confiada al cuidado de las mozas de fregadero, el chiquillo parecía haberse evaporado.
Tú has dicho muy bien dijo don Quijote, y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor Carrascón, el barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso, al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor Curiambro.
¿Veis ahí dijo el del Bosque, en oyendo el hideputa de Sancho, cómo habéis alabado este vino llamándole hideputa?.

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