Ejemplos con limeñas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Contrario a la opinión de algunos especialistas, la tapada limeña no fue una moda pues la resistencia al cambio y el apego a la tradición denotan una estabilidad una comodidad que permitió el chismorreo, las intrigas y otras costumbres limeñas.
Las tapadas limeñas fueron un ícono en la Lima antigua, una presencia original que no existió en ninguna otra ciudad de América Latina.
Ha dedicado su voz a diversos compositores, pero se le reconoce como uno de los más brillantes intérpretes del llamado vals replana, que constituye una verdadera crónica de costumbres limeñas.
También tiene enfrentamientos con barras limeñas que vienen cuando sus equipos juegan en Arequipa, de los cuales se libran varios enfrentamientos.
Cabe decir que la barra León del Sur fue la primera en formarse en el interior del País, en años en que las barras limeñas tenían pocos años de fundadas.
El tema En mi comienza a ser escuchado a través de unas cuantas emisoras limeñas, y su inclusión en la programación de canales nacionales así como de MTV Latino, refuerza la permanencia de la banda en los medios.
Otros historiadores afirman que a principios de la colonia con la aportación de la caña de azúcar y con la abundante cosecha de esta, la miel no faltaba en el hogar y se hizo muy popular en las familias limeñas remojar trozos de pan en miel para luego llevárselos a la boca, luego fue variando hasta llegar a ser el dulce de hoy.
El ejemplo que dio la priora fue causa de que muchas jóvenes limeñas de altas clases sociales, se despertase la inquietud del llamamiento a la vocación contemplativa, y pronto se vio el monasterio lleno de ellas.
Dos años después, sacan su quinta producción: Rock and Qué?, disco que tuvo una mejor aceptación que el anterior, logrando ubicar más de un tema en las radios limeñas, entre ellas: Carol Quiere un Viaje a Londres o No Me cabe Duda.
Entre su proficua producción poética se encuentran: Una Lima que se va , Nuestra Pequeña Historia , Estampas limeñas , Jardín cerrado , Oda a Grau y Canto Jubilar a Lima.
Un arzobispo, para poner algún coto al abuso y sin atreverse a romper abiertamente con la costumbre, dispuso que las antojadizas limeñas recabasen la licencia, no de la autoridad conventual, sino de la curia, pero como había que gastar en una hoja de papel sellado y firmar solicitud y volver al siguiente día por el decreto, empezaron a disminuir los antojos.
Pero más que la nobleza se indignaron las limeñas contra la perversa autoridad que había tenido la desvergüenza de poner barra de grillos al varón más buen mozo y galanteador de estos reinos del Perú.
Como su alteza no vestía hábito monacal, sino traje de currutaco, frecuentaba la sociedad aristocrática, y tanto que, acordándose de que era musulmán, se le despertó el apetito por las muchachas, enamorándose a la vez como lo que era, es decir, como un turco, de dos huríes limeñas y empeñando a ambas palabra de hacerlas princesas.
Las madres limeñas no quisieron ser menos que las potosinas, y casi todos los muchachos nacidos hasta fin de ese siglo tuvieron por patrono a San Nicolás de Tolentino.
Nadie mejor informado que en los trapicheos de Bolívar con las limeñas, ni nadie como él sabe al dedillo la antigua crónica escandalosa de esta ciudad de los reyes.
Aquella vidriera fue pecadero de las limeñas y tenaz conflicto para el bolsillo de padres, maridos y galanes.
Ambas aceras estaban ocupadas por los jóvenes elegantes, que a la vez que con el airecito del río, hallaban refrigerio al calor canicular, deleitaban los ojos clavándolos en las limeñas que salían a aspirar la fresca brisa, embalsamando la atmósfera con el suave perfume de los jazmines que poblaban sus cabelleras.
La nave que lo conducía arribó a Valparaíso, y a los pocos días falleció en ese puerto el virrey devoto, como lo llamaban las picarescas limeñas.
Ño Ambrosio el inglés, como llamaban las limeñas al mercachifle, convencido de que el comercio de cintas, agujas, blondas, dedales y otras chucherías no le producirían nunca para hacer caldo gordo, resolvió pasar a Chile, donde consiguió por la influencia de un médico irlandés muy relacionado en Santiago que con el carácter de ingeniero delineador lo empleasen en la construcción de albergues o casitas para abrigo de los correos que al través de la cordillera conducían la correspondencia entre Chile y Buenos Aires.
Las picarescas limeñas, que tanto quisieron a doña Teresa de Castro, la mujer del virrey don García, no vieron nunca de buen ojo a la condesa de Lemos, y la bautizaron con el apodo de la Patona.
Alguna quisquilla debió tener su excelencia con las limeñas cuando en dos ocasiones promulgó bando contra las tapadas, las que, forzoso es decirlo, hicieron con ellos papillotas y tirabuzones.
Echemos, lector, el obligado parrafillo histórico, ya que incidentalmente nombramos al conde de Villardompardo, a quien las traviesas limeñas llamaban el Temblecón, aludiendo a la debilidad nerviosa de sus manos.
Un día que le sonrió la fortuna, se fue a Lima, y en la mejor fotografía de la ciudad compró una colección de retratos de mujeres, que era el más variado y sugestivo muestrario de las hermosuras limeñas.
Francisco Pizarro, que no sabía leer ni escribir, pero tenía, por ejemplo, un corazón más grande que esos montes que vemos, y en su voluntad volcanes de furor, y en su cabeza, vacía de letras, pensamientos altísimos, se apoderó en poco tiempo de aquellas salvajes grandezas y cargó con todo, después vino y fundó esta Lima hermosa, y en ella puso la simiente de las lindas limeñas.
Cerrado el teatro, suspendidas las reuniones y tertulias, no se mostraban las limeñas más que en la calle, y para mayor desventura no eran entonces muy callejeras.
De calle en calle, se fijaban en los balcones a la turquesca, en las rejas y celosías, por cuyos huequecitos veían o creían ver los negros ojos de las limeñas.
La digresión que hizo el narrador hablando de las limeñas, no se copia en este relato por no agrandarlo más de lo debido.
Las limeñas son las mujeres más bonitas del mundo, y mejorando lo presente, a todas ganan en desenvoltura y malicia graciosa.
Esta escena tan característica de las costumbres limeñas, chocaba a la natural delicadeza de nuestra heroína, pero ella se había resignado a todo y procuraba olvidar, en cuanto le era posible, sus sentimientos, y vivir como los demás, puesto que habiendo de pasar la vida en el seno de esa sociedad, era preciso manifestarse contenta y satisfecha de ella, aunque, se le oprimía el corazón.
Ya he referido en otra ocasión que aquella bendita anciana que para unos muchachos era mi tía Catita, y para otros mi abuela la tuerta, acostumbraba en la noche de luna congregar cerca de sí a todos los chicos y chicas del vecindario, embelesándolos, ya con una historieta de brujas o ánimas en pena, o ya con cuentos sobre antiguallas limeñas.

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