Ejemplos con leas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Más adelante recalca: No leas por leer, ni imites, sino que debes tener interés por descubrir tú mismo estas cosas, se debe reflexionar.
Algunas de sus colaboraciones más relevantes son No se fusila en domingo, Triste, No se lo leas nunca, por favor, Orgasmo, Una mariposa de acero, Crespol: Mito y ausencia o Sin fecha de caducidad.
Su código IATA es OVD y el código ICAO es LEAS.
Dos veces el Young Artist Award, una vez Best Performance in TV Comedy Series: Supporting Young Actress y una vez Lea's thing Young Actress por Harriet la espía.
Y ya no escribo más hoy, que estoy cansadita, aunque no tanto como lo estarás tú cuando me leas.
Sí, sí es preciso que le leas esta: quiero que sepa que se ha muerto Justina, que Justina le amaba, que Justina es para mí una pérdida irreparable.
No sé si decirte que le leas esta carta al prisionero.
Piensa en mí cuando trabajes, cuando leas, cuando reces.
En cuanto leas lo que te digo, te pones a hacer consideraciones sobre lo raro y lo novelesco de que yo , quiera a un hombre como tú.
Lector: cuando leas esto te suplico que te despojes de toda benevolencia para conmigo.
Te dejo, para que a tus anchas leas, sientas y medites».
digo que necesito que me leas versos de Núñez de Arce.
cada momento en que llegue esta noche para suplicarte me leas unas.
Contarte, querido amigo, los pasos de la discusión es obra superior a mis fuerzas, y decirte en quién estuvo la culpa y nombrarte al que por falta de práctica parlamentaria dejó que su enemigo se adelantase a tomar la mejor posición, es superior a mi voluntad, por tanto te aconsejo que eches manos de las sesiones de Cortes y te las leas de cabo a rabo, y si llegas a entender claro en el asunto te aconsejo también que te des la enhorabuena, y te tengas en lo sucesivo por hombre de talento.
Y aquí no vendría mal advertir a usted de paso que en punto a responsabilidad es sólo responsable de toda cosa escrita quien la firma, y por eso habrá usted oído decir tal vez, «no bebas agua que no veas ni firmes carta que no leas», lo cual digo ahora, no para usted, señor de Oliver, que no ha firmado nada, sino para el señor secretario del Despacho, que lo firma todo.
Ella me dijo: Entonces te ruego que cojas esta carta y me leas su contenido.
Te ruego que me acompañes cerca de aquí, para que leas esta carta a las mujeres de mi casa, pues seguramente no querrán fiarse de mí, sobre todo mi hija, que tiene mucho afecto al firmante de esta carta, un hermano suyo que nos dejó hace diez años, y cuya primera noticia es ésta, desde que le lloramos por muerto.
-¡No lo leas!, ¡no lo leas, porque te matará!.
Cuando tú hables y leas regularmente el inglés te conseguiré un cargo en la compañía o en la administración.
Pero te suplico que no la leas tan sin cuidado que desfigures la belleza del argumento con la torpeza y desaliño de la ejecución.
No más de estos horrores, niña querida, no quiero que la noche que esto leas tengas pesadillas angustiosas.
Pero Califa rechazó dignamente aquella limosna, y dijo al joyero: ¡No pido limosna! ¡Sólo te ruego que leas la esquela! Y el joyero recogió la misiva, la desdobló y la leyó, y de improviso la besó y se la llevó a la cabeza respetuosamente, e invitó a sentarse a Califa, y le preguntó: ¡Oh hermano mío! ¿dónde está tu casa?.
«Apreciable Augusto: Cuando leas estas líneas yo estaré con Mauricio camino del pueblo adonde este va destinado gracias a tu bondad, a la que debo también poder disfrutar de mis rentas, que con el sueldo de él nos permitirá vivir juntos con algún desahogo.
Cuando leas esto, mi alma estará a tu lado.
Cuando leas estas líneas mi alma estará cerca de ti y te sonreirá.
No leas tantos libros y mira un poco más a las bellas palomitas.
El sobre decía: «No lo leas hasta después de partir.
¿Y quién la leería? ¿Y qué efectos produciría? ¿Y qué pago tendría el escritor? Era menester -añadió con gracia-, era menester imprimirla junto al cabo de Hornos o al de Buena Esperanza, y leerla a los hotentotes o a los patagones, y aun así me temo que algunos sabios de los que habrá sin duda a su modo entre aquéllos que nosotros nos servimos llamar salvajes, diría al oír tantos y tales sucesos al que los estuviera leyendo: «Calla, calla, no leas esas fábulas llenas de ridiculeces y barbaridades», y los mozos proseguirían su danza, caza o pesca, sin creer que hubiese en el mundo conocido parte alguna donde pudiesen suceder tales cosas.
Pero en Europa, donde los vestidos se arriman antes de ser viejos, y donde los artesanos más viles de la república son los legisladores más respetados, esta voz es muy común, y para que no leas varias hojas de papel sin entender el asunto de que se trata, haz cuenta que lujo es la abundancia y variedad de las cosas superfluas a la vida.

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