Ejemplos con jota

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La gente de este pueblo establece un deje al pronunciar la jota, y la ge fuerte, pronunciación que resaltaba a diferencia de la gente de los pueblos vecinos, así hijo para ellos, era hihuuu.
Sobresalió en el estilo de las jotas zaragozanas libres: femateras , fieras de Fuentes , fiera antigua y la fiera zaragozana , considerada la máxima creación de la jota cantada aragonesa.
Grabó alrededor de cincuenta discos de jota, entre los que se encuentran algunos con letras republicanas que se editaron durante la Segunda República Española, a la que, al parecer, fue afecto.
Sobrina del cantador de jota Juan Antonio Gracia, su primera formación musical se debió sus enseñanzas.
Del mítico Tío Chindribú no se conocen más datos, pero inaugura con el recuerdo de su nombre la historia de la jota aragonesa cantada, género musical en el que sobresalieron más tarde figuras como el Royo del Rabal, a fines del siglo XIX, o José Oto en la primera mitad del siglo XX.
Una de las aragonesas lleva el nombre de jota de Asunción Delmás.
A partir de este hito, se ocupó de difundir su trabajo sobre la jota por toda España, con la ayuda de sus discípulos y cantadores predilectos.
Destacó en el cultivo de varios estilos de jota, como la fiera , la fematera , la rabalera y la fanfarrona.
Dominaba un amplio espectro de estilos de jota: las zaragozanas puras bailaderas y rondaderas o jotas de ronda.
Grabó alrededor de ciento veinte tonadas de jota, de las cuales más de una decena figuran entre las mejores de la historia de la jota cantada en Aragón.
También destacó como docente del canto de la jota, y tuvo como alumnos a Pilar Gascón, Jacinta Bartolomé e incluso, en este género de la jota, al tenor Miguel Fleta.
Ahora caigo en la cuenta que cuando leo las oraciones en latín, que no entiendo jota, no me duelen los ojos ni la cabeza.
¡Ira de Dios! ¡Si al menos tocase la jota o el pericón! Y el padre, a la hora de la siesta, se iba a dormir sobre su poncho entre los eucaliptos cercanos.
Una voz bravía de cantor nómada entonaba una jota, venerable música del terruño, miedosa de aventurarse en el centro de Madrid y que se extingue lentamente en el refugio de los barrios populares.
El ayudante de marina pronunciaba las erres con la garganta, produciendo un sonido muy semejante a la jota.
Imposible entender lo que decía, si no eran los con que salpicaba el discurso, y aun éstos los ahuecaba de tal modo, que sólo la jota se percibía con claridad.
La dormilona cadencia de las guitarras parecía arrullar a un cornetín chillón que iba lanzando a todos los extremos de la vega, dormida bajo el sol, los morunos sones de la jota valenciana.
Ya te digo que no entiendo de cosas de campo, y que no sé de eso ni una jota.
¡No más alegatos! ¡No más chismes ni pleitos! Ya dije a ese caballero que no entiendes jota del negocio, pero que aprenderás.
—Si en Aragón o Valencia, creía escuchar la bulliciosa jota, enérgica, brusca y apasionada, como aquellos pueblos indómitos, valientes y amantes de su clásica tierra.
El aviso de la visita de la santa calmó bastante a la madre, pero no al hijo, que no entendía aún ni jota de santidades.
Y la jota esparcía por todo su ser tristeza infinita, pero que al propio tiempo era tristeza consoladora, bálsamo que se extendía suavemente untado por una mano celestial.
Esa socarrona parece que no sabe jota, ¡y sabe más!.
Pues de Dios, de de qué sé yo no me preguntes, porque para explicártelo, tendría que ser sabia como tú, y yo no sé jota, ni aprendo nada, aunque doña Lupe y las monjas, frota que frota, me hayan sacado algún lustre enseñándome a no decir tanto disparate.
En realidad, ella no entendía jota de política, y si era liberal, éralo por sentimiento, como tributo a la memoria de su Jáuregui y por respeto al uniforme de miliciano nacional que este tan gallardamente ostentaba en su retrato.
Al llegar a este punto, Papitos no entendió ni jota de lo que su señorito le decía Era un lenguaje nuevo, como eran nuevas la expresión de él y la cara seria que puso.
La lectura la cansaba también y la aburría soberanamente, porque después de estarse un mediano rato sacando las sílabas como quien saca el agua de un pozo, resultaba que no entendía ni jota de lo que el texto decía.
De estas cosas de aldea, no entiendo jota.

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