Ejemplos con intrépido

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Intrépido Soldadito de Plomo, cuento musical para flauta, piano, tuba, contrabajo y percusión,.
El Intrépido Volador es un insecto que vuela más velozmente que un cohete y es tan fuerte que atraviesa las paredes y no puede ser muerto ni por los matamoscas ni por los insecticidas.
El Intrépido Volador es en realidad una mosca macho apacible llamada Hiram que vive en una caja de cerillas.
El peor enemigo del Intrépido Volador es El Doctor Gu Fee, quien vive en las montañas del Tibet junto a su asistente Gung Ho.
En la ciudad de Whitby en Ontario, Canadá, hay una calle con su nombre, que conecta con calles con nombres como Intrépido y Overlord.
Era un soldado fino e intrépido: la conquista de Guipuzcoa fue obra suya.
Poseía un espírito intrépido y una vasta sabiduría.
Entonces yo, que era más joven e intrépido, ya vestido con la ropa del show, me mandé sobre esos techos coloniales salteños para ver al público a escondidas.
El príncipe Pückler-Muskau fue un personaje intrépido hasta el fin de su vida.
Entre una y otra iconografía me quedo con las portadas del intrépido saxofonista italiano.
Como él explicara, había muchos que pensaban que era quizás demasiado intrépido, pero, agregó, su buena fortuna militar se debía a la preparación: nunca había tomado un riesgo para el cual no estuviera preparado.
El Gobernador de Concepción de aquel entonces, General Ramón Freire, le facilitó aquellas tropas necesarias, más el bergantín Intrépido y la goleta Moctezuma.
Justo en el momento del lanzamiento un intrépido chico llamado Rick Jones se adentró en la zona de pruebas del ejército donde iba a ser lanzada la bomba y un atónito Bruce Banner fue a salvarlo.
Uno de ellos logró subir a la trinchera y allí fue muerto -por el intrépido oficial Solís.
Años después fue don Príamo el que, entrando en una galera de Malta, encontró encadenado en un banco de remero al intrépido Dragut.
Nunca ha sido tan intrépido el estilo de Pereda, tan grande la fuerza plástica de su lenguaje, y ese raro poder de asimilación que Dios le concedió para que se hiciera íntimo de todo hilo de luz, de toda hebra de maíz, de todo zumbido de insecto, de todo rielar del agua.
Llovían desgracias en torno de la familia, entristeciendo a sus allegados, y ni una sola rozaba al intrépido subteniente, que insistía en sus hazañas con un desenfado heroico de mosquetero.
Ulises experimentó un irresistible deseo de mostrarse intrépido y galante.
Trasformado en editor de novelas de a dos cuartos la entrega, prosigue aún su intrépido camino a través del populoso vulgo el antiguo publicador de romances de ciego, viniendo a sustituir a esta literatura en verso, su digna hermana, la que aseguraba hace poco , y otros milagros por el estilo.
—Por lo demas, todos seguian parando y saludando al intrépido jóven, sin atreverse a tocar las heridas de su corazon, pero aventurándose ya a dirigirle preguntas asaz impertinentes.
hasta cierto punto al intrépido Venegas!—Yo soy viejo, y conozco el pecado.
, quiero decir, de pié a la puerta de su botica el intrépido , se restregaba las manos, al ver que todos, por comision o por omision, estaban secundando su plan de batalla, y daba instrucciones a sus oficiales de Estado Mayor para que sembrasen entre los corrillos las ideas más conducentes al triunfo de la ira sobre la paciencia, ó, como él decia, al triunfo de la razon sobre las preocupaciones.
No los hubieron bien visto los que con don Quijote estaban, cuando, volviendo las espaldas, se apartaron bien lejos del camino, porque conocieron que si esperaban les podía suceder algún peligro, sólo don Quijote, con intrépido corazón, se estuvo quedo, y Sancho Panza se escudó con las ancas de Rocinante.
Aquí esperaré intrépido y fuerte, si me viniese a embestir todo el infierno.
Y es de saber que, llegando a este paso, el autor de esta verdadera historia exclama y dice: ¡Oh fuerte y, sobre todo encarecimiento, animoso don Quijote de la Mancha, espejo donde se pueden mirar todos los valientes del mundo, segundo y nuevo don Manuel de León, que fue gloria y honra de los españoles caballeros! ¿Con qué palabras contaré esta tan espantosa hazaña, o con qué razones la haré creíble a los siglos venideros, o qué alabanzas habrá que no te convengan y cuadren, aunque sean hipérboles sobre todos los hipérboles? Tú a pie, tú solo, tú intrépido, tú magnánimo, con sola una espada, y no de las del perrillo cortadoras, con un escudo no de muy luciente y limpio acero, estás aguardando y atendiendo los dos más fieros leones que jamás criaron las africanas selvas.
Y has de saber más: que el buen caballero andante, aunque vea diez gigantes que con las cabezas no sólo tocan, sino pasan las nubes, y que a cada uno le sirven de piernas dos grandísimas torres, y que los brazos semejan árboles de gruesos y poderosos navíos, y cada ojo como una gran rueda de molino y más ardiendo que un horno de vidrio, no le han de espantar en manera alguna, antes con gentil continente y con intrépido corazón los ha de acometer y embestir, y, si fuere posible, vencerlos y desbaratarlos en un pequeño instante, aunque viniesen armados de unas conchas de un cierto pescado que dicen que son más duras que si fuesen de diamantes, y en lugar de espadas trujesen cuchillos tajantes de damasquino acero, o porras ferradas con puntas asimismo de acero, como yo las he visto más de dos veces.
Si no, díganme: ¿quién más honesto y más valiente que el famoso Amadís de Gaula?, ¿quién más discreto que Palmerín de Inglaterra?, ¿quién más acomodado y manual que Tirante el Blanco?, ¿quién más galán que Lisuarte de Grecia?, ¿quién más acuchillado ni acuchillador que don Belianís?, ¿quién más intrépido que Perión de Gaula, o quién más acometedor de peligros que Felixmarte de Hircania, o quién más sincero que Esplandián?, ¿quién mas arrojado que don Cirongilio de Tracia?, ¿quién más bravo que Rodamonte?, ¿quién más prudente que el rey Sobrino?, ¿quién más atrevido que Reinaldos?, ¿quién más invencible que Roldán?, y ¿quién más gallardo y más cortés que Rugero, de quien decienden hoy los duques de Ferrara, según Turpín en su Cosmografía? Todos estos caballeros, y otros muchos que pudiera decir, señor cura, fueron caballeros andantes, luz y gloria de la caballería.
Ya no hay ninguno que, saliendo deste bosque, entre en aquella montaña, y de allí pise una estéril y desierta playa del mar, las más veces proceloso y alterado, y, hallando en ella y en su orilla un pequeño batel sin remos, vela, mástil ni jarcia alguna, con intrépido corazón se arroje en él, entregándose a las implacables olas del mar profundo, que ya le suben al cielo y ya le bajan al abismo, y él, puesto el pecho a la incontrastable borrasca, cuando menos se cata, se halla tres mil y más leguas distante del lugar donde se embarcó, y, saltando en tierra remota y no conocida, le suceden cosas dignas de estar escritas, no en pergaminos, sino en bronces.
Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón, y, con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno, y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario.
Pero don Quijote, acompañado de su intrépido corazón, saltó sobre Rocinante, y, embrazando su rodela, terció su lanzón y dijo: Sancho amigo, has de saber que yo nací, por querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro, para resucitar en ella la de oro, o la dorada, como suele llamarse.

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