Ejemplos con intempestivos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Suele confundírsele como el escritor de El catecismo revolucionario, a pesar que este no era de su autoría, si bien se inspiraba en algunos de sus comentarios intempestivos.
Diógenes le llamaba de ordinario , a veces , y perseguíale y acosábale por estrados y salones, y hasta entre las faldas de las damas, donde el afeminado prócer acostumbraba a refugiarse, con intempestivos abrazos que le arrugaban y tiznaban la inmaculada pechera, besos extemporáneos que obligaban a la pulcra víctima a lavarse y frotarse con , pisotones disimulados que le deslustraban el calzado y le reventaban los juanetes, o bestiales apretones de manos que le descoyuntaban los dedos, poniendo en riesgo de esparcirse por todas partes los treinta y dos componentes que asignaba a su cuerpo la leyenda.
Así tuviese don Cándido la calma del buey o la paciencia de Job, por fuerza que habían de cargarle estas cosas, más, hacerle hervir la sangre, no tanto porque la madre contribuía con sus halagos intempestivos a la perversión del hijo, cuanto porque así tiraba a mortificar al padre.
Entonces, como viese que la muchedumbre ni estaba en disposición de salvarse ni de salvar a otros sin una gran violencia, coligiéndose ser su ánimo que el mismo Pirro se pusiese delante, mientras ellos permanecían quietos en casa entretenidos en sus baños y convites, cerró los gimnasios y los paseos, que era donde hablaban de negocios y donde hacían la guerra de palabra, apartándolos además de los banquetes y regocijos intempestivos.
Continuó siempre haciendo todo obsequio y respetando a Cabrias, no sólo durante su vida, sino aun después de muerto, interesándose por sus deudos y tomando empeño en formar a la virtud a su hijo Ctesipo, y aunque le vio medio falto y terco, no se dio con todo por vencido, sino que procuró corregirle y ocultar sus defectos, sólo se dice que una vez, incomodándole en el ejército este joven, y molestándole con preguntas y consejos intempestivos, como quien pretendía enseñarle y tomar mejores disposiciones de guerra, exclamó: “¡Oh Cabrias, Cabrias, bien te pago la amistad que me mostraste, aguantando a tu hijo!” Como viese que los que manejaban entonces los negocios públicos se habían repartido como por suerte el mando militar y la tribuna, no haciendo unos más que hablar al pueblo y escribir, que eran Eubulo, Aristofonte, Demóstenes, Licurgo e Hipérides, y que Diopites, Menesteo, Leóstenes y Cares se enriquecían con mandar los ejércitos y hacer la guerra, formó el designio de restablecer en cuanto de él dependiese el modo de gobernar de Pericles, de Aristides y de Solón, como más completo, y que abrazaba ambos objetos.
Y había acabado por dar, lápiz en mano, con una combinación definitiva, en la cual, por haberse acordado con tiempo del descuento de cinco por ciento que sufre el premio mayor, lo que le pareció una mera injusticia, quedaban reducidos a cien, los mil del hospital español, a cinquenta, los quinientos de la sirvienta y borrados, por intempestivos, los demás rasgos de generosidad impetuosa, dádivas a futuros ingratos y pagos a gente más rica que él.
Cada cual tenía su especialidad: el uno se sabía de memoria las óperas, y en el entreacto nos cantaba todo el acto pasado y el futuro, el otro estaba fuerte en argumentos: sabía al dedillo la letra de los recitados, y por él nos enterábamos de lo que decía el coro, y del motivo por qué andaba tan furioso el tenor, o la tiple tan melancólica, el de más allá despuntaba en la crónica de entre bastidores, y nos revelaba secretos psicofísicos, que son clave de muchas ronqueras, de varios catarros y de ciertos «gallos» intempestivos.
-Nobles son esos sentimientos, pero intempestivos.
furiosos e intempestivos sus ademanes e incoherentes sus palabras.

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