Ejemplos con hornada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Gracias a ello bandas como Cementerio Club y TK, conseguirán también, al igual que Libido en su momento, premios internacionales en la cadena de música y videos MTV y otras bandas de la nueva hornada como Ni Voz Ni Voto, D'mente Común, Zen, Indígo, Futuro Incierto, Campo de Almas, Catervas, Liquidarlo Celuloide, solo por citar algunas, captarán también la atención de la cadena internacional que empezara a difundir sus videos de manera permanente a nivel regional.
En cambio, una o las dos cámaras pueden ser disueltas por el monarca, pero normalmente sólo la cámara elegida puede serlo, pues la otra, según el esquema histórico puede ser obligada por la sola amenaza de nombramiento efectivo de una hornada de pares nuevos y dóciles.
Weezer está acabando de pulir una hornada de canciones para una sesión de grabación que empezará a principios de julio.
Gracias a ello bandas como Cementerio Club y TK, conseguirán también, al igual que Libido en su momento, premios internacionales en la cadena de música y videos MTV y otras bandas de la nueva hornada como Ni Voz Ni Voto, D'mente Común, Zen, Futuro Incierto, Campo de Almas, Catervas, sólo por citar algunas, captaron también la atención de la cadena internacional que empezara a difundir sus vídeos de manera permanente a nivel regional.
En la selección danesa ha coincidido con una nueva hornada de jóvenes talentos, como Daniel Agger, Kasper Schmeichel o Thomas Kahlenberg.
En esta Exposición vuelve a ver a Nerva, como Tierra de Artistas, en el Salón también hay obras de todos sus contemporáneos y la nueva hornada de artistas con Juan Barba y Martín Gálvez a la cabeza.
Surge así una segunda hornada, estudiosa del Derecho Natural, la filosofía jurídica, e incluso ciertos primeros brotes sociológicos.
Una contradanza de gobernadores y una hornada de altos funcionarios se habían hecho indispensables en aquellos días, y como las vacantes eran menos que los diputados ministeriales, hubo entre éstos disgustos, discordias y desavenencias, ya por razón de despecho, ya por razón de estómago, cundió la indisciplina, y de la noche a la mañana se halló el Gobierno en grave riesgo de perder la mitad de sus huestes.
Eran la segunda hornada de exploradores, los que habían de contornear el mundo recién descubierto, a través del naufragio y la muerte.
Embarcábanse años después los de la tercera hornada , los conquistadores de reinos y fundadores de ciudades, que, mal avenidos con la paz del triunfo, acababan por pelearse entre ellos sañudamente en una guerra de banderías estúpida y feroz.
Pero antes de abandonar a su mísera gente quiso darla un capitán, y fijó su elección en un mozo extremeño llegado poco antes a las Indias, en el éxodo de gente de espada que siguió al de los navegantes: éxodo que llamaba Fernando la segunda hornada de conquistadores.
Los jesuitas querían que el Papa nombrase los nuevos obispos arrebatando al Gobierno el derecho de presentación, y hasta tenían preparada una hornada de clérigos carcundas para encasquetarles la mitra.
No quise dejar de ver a los que representaban el organismo municipal, algunos del antiguo Ayuntamiento, otros de la nueva hornada carlista.
Equivocada está de medio a medio, porque aunque propusiera una hornada episcopal de sacerdotes virtuosos y entendidos, el Papa no los aceptaría.
Te llegas, y dices que toda la hornada la traiga a la casona, que es para repartir entre los pobres A luego, subiráse vino de la bodega y mataránse doce palomas en el palomar.
Ea, no quiero cansarle, me llaman abajo para medir la hornada de mañana.
¡Qué maña se daría el matrimonio, que después de alimentar a los niños en el pesebre burocrático, a los tres los casaron con muchachas ricas, de familia de banqueros o negociantes gordos! Gran mujer era doña Luisa, que ya vieja y retocada de afeites untuosos, sostenía las posiciones de sus hijos, y esperaba la hornada de nietos para colocarlos desde que pudieran andar solos por la calle y encasquetarse una chistera.
La policía lo sabe, pero la policía necesita de la existencia del ladrón, necesita que ca¬da año se arroje una nueva hornada de ladrones sobre la ciudad, porque si no su existencia no se justificaría.
Era ya cosa hecha, lo del título iba a pedir de boca, y ya le había prometido el presidente que en la primera hornada.
Exprimiendo y estirando hasta lo invisible las casi implacables rentas que les proporcionaban las tierrucas, podían permitirse ''aliquando'' el lujo de una arroba de harina de trigo, que amasaba doña Verónica, dándoles una hornada de panes que duraban tres semanas muy cumplidas, alternándolos prudentemente con las tortas de borona que se comían los dos ilustres señores a escondidas y con grandes precauciones.
Pero ¡ya se ve! eran los tales de cepa labradora, y ellos se lo guisaban y ellos se lo comían, y como con lo que cuestan una mala levita de paño fino y unas faldas de alepín de la reina y una hornada de pan de trigo, se compran cuatro chaquetas de paño pardo, seis refajos de estameña del Carmen y una carga de maíz, siempre andaban ellos más nuevos y galanes que nosotros, y hasta si se quiere, más hartos y satisfechos de estómago, y, por ende, más alegres y descansados, es decir, que relativamente, vivían con mayor desahogo que nosotros, puesto que eran labriegos bien acomodados, al paso que los Sánchez éramos señores menesterosos.
Y del mismo modo metió en el Senado una hornada o hato de morruecos que le aseguraban la sumisión del llamado Alto Cuerpo.
Pero si cocieres la hornada, no entres en la rodeada de agua, pues de no hacerlo así morirás tú mismo, y contigo el más bravo toro.
Una contradanza de gobernadores y una hornada de altos funcionarios, se habían hecho indispensables en aquellos días, y como las vacantes eran menos que los diputados ministeriales, hubo entre éstos disgustos, discordias y desavenencias, ya por razón de despecho, ya por razón de estómago, cundió la indisciplina, y de la noche a la mañana se halló el Gobierno en grave riesgo de perder la mitad de sus huestes.
Cierto que le constaba con toda evidencia que su senaduría era una de las de la hornada que de un momento a otro lanzaría el Gobierno a los estantes de la Gaceta, y sobre este importante preliminar, por tantos años perseguido, nada tenía ya que temer, pero no se trataba de eso, sino de algo que debía seguir inmediatamente al acontecimiento, como el estampido a la expansión de la pólvora inflamada en un arma de fuego.
El ambiente era de fuego y la arena abrasaba como el rescoldo de una hornada inmensa.

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