Ejemplos con hacinados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En un principio se encontraba rodeada de una zona popular llena de callejuelas estrechas y predios hacinados.
Mirando hacia atrás con ira fue una obra muy autobiográfica basada en el infeliz matrimonio de Osborne con Pamela Lane y su vida en alojamientos hacinados en Derby.
Movimos algunas cajas vacías, arrojamos a un lado algunos pedazos de silla y un pequeño tonel, y entonces sentimos el roce de un cuerpo que se deslizaba en el fondo de la pieza atropellando los hacinados objetos.
Arrancó después algunas hojas de un breviario, retorciéndolas tranquilamente entre las manos, y sin vacilar un punto, impasible, sereno, las encendió en la lámpara, prendiendo con ellas los combustibles hacinados.
-Sí, aquí está: gran cantidad de pino y astillas, costales de paja, estopa empapada en resina -contestó el otro, mostrando un montón de aquellos objetos hacinados en un zaguán.
Súbitamente la inmensidad atlántica pareció inflamarse en rojo de piedra, el rojo subió por los flancos del Caballo Verde, bajó a los puentes, los negros parecían diablos hacinados en una caldera, las pirámides de plátanos irradiaban una atmósfera bermeja y la isla de Fernando Poo, ennegrecida en un juego de contraluces, en este fondo de fuego, quedó reteñida de violeta.
Toneles hacinados se alzan en pilas, o ruedan como borrachos que han perdido la cabeza.
Cuando con diversos trozos de hierro había formado uno solo de medio metro de largo, lo dejaba y comenzaba uno nuevo, y todos estos bastones forjados a golpe de combo iban a parar debajo de su catre, hacinados en un montón.
Y todo Bagdad estaba adornado y los habitantes hacinados en las azoteas.
Pero huía de ella, acogíase a la piedad, y visitaba con celo apostólico y ardiente caridad las moradas miserables de los pobres hacinados en pocilgas y cuevas, llevaba el consuelo de la religión para el espíritu y la limosna para el cuerpo, solían acompañarla doña Petronila Rianzares o alguna otra dama de su cónclave, pero también iba sola.

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