Ejemplos con hablándoles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se hacía entender por los aborígenes, ya sea hablándoles en su propia lengua, o hasta cuando la lengua de éstos le era desconocida de manera totalmente inexplicable y milagrosa, como varias veces le sucedió.
Christopher Hool, productor de ésta, dice: Volverte a Ver es una película que va dirigida principalmente a un mercado juvenil, y la mejor forma de que ellos encuentren una plena identificación con nuestras películas es hablándoles en el idioma que manejan todos los días, y uno de esos idiomas sin duda es el del internet.
Se identificó completamente con dicha etnia, hablándoles en su idioma y adoptando sus hábitos.
Ella disfrutaba hablándoles a todos de la Pasión de Jesucristo y de la gran devoción que se debe tener a la Virgen María.
Ejemplo: Hay bebés que prefieren para consolarse ciertas maniobras de los padres, como por ejemplo, ser mecido o tomado en brazos, o simplemente se tranquilizan hablándoles , recalca la psicóloga Goldstein, el Brazelton sirve para descubrir junto a los padres cómo prefiere el bebé ser consolado y aleja la idea de que los bebés tan pequeños son mañosos.
En vano se había puesto en contacto con varios usureros de París, hablándoles de su propiedad más allá del Océano.
A su lado iba el Comandante General hablándoles no sé de qué: debía de ser de algo referente al buen tiempo que disfrutamos.
Y si por acaso te maravilla que siendo yo quien soy me entre con tanta frescura por terrenos tan peligrosos, has de tener en cuenta que, aunque parezco, soy sólo , y así como en otros tiempos subía un fraile sobre una mesa en cualquier plaza pública y predicaba desde allí rudas verdades a los distraídos que no iban al templo, hablándoles, para que bien lo entendieran, su mismo grosero lenguaje, así también armo yo mi tinglado en las páginas de una novela, y desde allí predico a los que de otro modo no habían de escucharme, y les digo en su propia lengua verdades claras y necesarias que no podrían jamás pronunciarse bajo las bóvedas de un templo.
Y se puso a echar sus miguitas a los peces, hablándoles con el cariño y el mimo de una madre que acaricia a sus hijuelos.
Formó del hermano de Maxi buen concepto, porque se lavaba poco y sabía mucho y no reñía a las pecadoras, sino que las trataba con dulzura, ofreciéndoles el matrimonio, la salvación, y hablándoles del alma y otras cosas muy bonitas.
Iba, pues, a auxiliar a los reos de muerte en la capilla y a darles conversación en la hora tremenda, hablándoles de lo tonta que es esta vida, de lo bueno que es Dios y de lo ricamente que iban a estar en la gloria.
Te sentías con ardor guerrero, heredado, sin duda, del que te dio el ser y la vida, y como los franceses tienen buena labia para deslumbrar a los jóvenes hablándoles de las grandezas del Imperio y de sus fabulosas batallas de Italia y Alemania, caíste en la trampa.
Pero don Narciso lo recibió muy bien, y cuando se presentó en la plaza, para que le indicasen el batido con el cual se debía juntar, fue presentado al juez de paz, con los demás votantes, y este magistrado les dirigió la palabra, dándoles las gracias en nombre del gobierno, y hablándoles de la Constitución, de la patria, de los deberes del ciudadano y de varias otras cosas por el estilo, que por retumbantes que fueran, no les llamaron mayormente la atención, agregando que después de la elección, habría carne con cuero, esto sí, lo entendieron bien, vivando ruidosamente al orador.
Había una vez un hombre que siempre que salía de oír predicar un sermón se ponía a murmurar de los predicadores, diciendo que no hacían más que angustiar el ánimo y entristecer a las gentes hablándoles de peligros, males y castigos, y que tal no era su cometido, sino el de hablar de virtudes y recompensas, y otras cosas por el estilo que dicen muchos, creyendo quizás que a un sermón se va como a una comedia, a divertirse.
Y como la diferencia de cena a cena fuese infinita, Pausanias con la risa en los labios iba mostrando a los generales griegos llamados al espectáculo una y otra mesa, hablándoles así al mismo tiempo: «Llamaros he querido, ilustres griegos, para que vieseis por vuestros ojos la locura de ese general de los medos, que hecho a vivir con esa profusión y lujo, ha querido venir a despojar a los Lacones, que tan parca y miserablemente nos tratamos.
El padre Serafín iba y venía como un loco por la plaza, amonestando a unos, reprendiendo a otros hablándoles de amor, persuadiéndoles caridad, sin que ninguno lo entendiera.
En cuanto a las defecciones de las ciudades y la deserción de los aliados, era Fabio de opinión que debían contenerse y excitarse en éstos el pudor, hablándoles suave y mansamente, sin descubrirles todo lo que se sabe y sin manifestarse del todo incomodado con los que se hacen sospechosos.
Los padres alzaban a los hijos, hablándoles de la maravilla anunciadora, y los niños aguardaban absortos, con los ojos abiertos, el suceso fantástico.
Halagar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento ala propia dignidad.
Era esta ciudad de las más decididas de los Cartagineses, y Nicias, uno de los ciudadanos más principales, intentaba traerla al partido de los Romanos, hablándoles con la mayor claridad en las juntas y tratando con aspereza a los que le contradecían, pero estos, que temían su opinión y su influjo, concibieron el designio de echarle mano y entregarle a los Cartagineses.
Ese padre Guatemala es un cubiletero que los trae a ustedes embaucados hablándoles de la otra vida.
A su lado iba el Comandante General hablándoles no sé de qué: debía de ser de algo referente al buen tiempo que disfrutamos.
Más de media hora las tuvo pendientes de su palabra persuasiva, sin retóricas ociosas, hablándoles de los principios del mundo, del pecado original, con todas sus consecuencias lamentables, hasta que la infinita misericordia de Dios dispuso sacar al Hombre del cautiverio del mal por medio de la redención.
Como Casca se quedase pasmado, echándose el otro a reír: “¿De dónde, amigo- le dijo-, has enriquecido tan pronto para aspirar a ser edil?” ¡Tan expuesto estuvo Casca a deslizarse, y con la duda hacer traición al secreto! Al mismo y a Casio los saludó con la mayor expresión un varón senatorio llamado Popilio Lenas, y hablándoles pasito al oído: “Hago votos con vosotros- les dijo- para que tenga próspero fin lo que meditáis, y os aconsejo que no deis largas, porque no deja de divulgarse vuestro intento”.
Y aun se dice que para una batalla ante Dirraquio exhortó Pompeyo a las tropas, y quiso que cada uno de los generales les dirigiese la palabra para inflamarlos, ejecutado así, los soldados los escucharon en silencio y sin hacer el menor movimiento, pero hablándoles Catón después de todos de los objetos propios del momento, según lo que acerca de ellos enseña la filosofía, de la libertad y la virtud, de la muerte y de la gloria, mostrándose interiormente conmovido, y habiendo vuelto al concluir su discurso a la invocación de los dioses, como que se hallaban presentes y eran testigos de aquel combate, levantóse tal gritería y fue tan grande la conmoción del ejército, que todos los caudillos, llenos de las mayores esperanzas, corrieron denodados al peligro.
Entonces nada hubo que éste no tuviese que sufrir muy fuera de lo que a su dignidad correspondía, bajándose a ir hablándoles de uno en uno y de tienda en tienda, presentándoseles abatido y lloroso, y aun alargándoles a algunos la mano, mas ellos desdeñaban estas demostraciones, y tirándole los bolsillos vacíos, le decían que peleara él solo con los enemigos, pues que él solo había de hacerse rico, con todo, a súplicas de los otros soldados, condescendieron los Fimbrianos en permanecer por aquel estío, mas en el concepto de que, si en este tiempo no se presentaba alguno a pelear con ellos, se marcharían.
En la misma navegación fue reuniendo gran número de naves de las ciudades litorales, a excepción de las de aquellos que estaban dados a la piratería, dirigióse a Chipre, y como allí se le asegurase que, hechos al mar los enemigos, le estaban esperando en los promontorios, retiró todas las lanchas y escribió a las ciudades, hablándoles de invernaderos y de víveres, como si allí hubiera de pasar la estación, mas, luego que tuvo viento, levantando áncoras, se hizo de repente a la vela, y navegando de día con los lienzos recogidos, y tendidos de noche, aportó salvo a Rodas.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba