Ejemplos con gordo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Raposo coge un rodrigón gordo, lo parte en cuatro y procura atravesarle un pedazo a Platero entre las quijadas.
Como los viejucos asilados, y asimismo todos los beatones que acuden allí de visita son, sin excepción, gente magra, cada vez que la hermana de los Dolores ve un hombre gordo, imagina tener ante sí al enamorado y malogrado Novillo, y se siente nuevamente la Felicita de antaño.
Desde la ciudad, carretera arriba, marcha un hombre gordo, bermejo y sudoroso, que luce, en el sol mañanero, una perilla de plata mate, como de aluminio.
jura y perjura el hombre gordo y bermejo, a tiempo que se enjuga la exudación de la frente.
¿Querrás creer que aún hay judíos que protestan y dicen que esto es un robo? El otro día, tres soldados de la Academia, que vinieron con unos parditos a ver los gigantones, armaron un escándalo porque no les dejaban entrar por un perro gordo.
capitaneaba a sus amigos los músicos, preparaban éstos sus instrumentos para saludar al apenas transpusiese la puerta, y entre el desorden y el griterío con que se iba formando la procesión gorjeaba el clarinete, hacía escalas el cornetín y el trombón bufaba como un viejo gordo y asmático.
Al fin se detuvo ante un rocín blanco, no muy gordo ni lustroso, con algunas rozaduras en las piernas y cierto aire de cansancio, una bestia de trabajo que, no obstante su aspecto de abrumamiento, parecía fuerte y animosa.
En fin, que era un pájaro gordo venido a menos.
Con la violencia de las explosiones saltaban hechos añicos los globos de vidrio del alumbrado de gas, el azufre colábase por todas las gargantas, llevando al fondo de los estómagos su sabor insufrible, pero todo entraba en la diversión, y al final, cuando estallaba el trueno gordo, haciendo temblar el suelo de la feria, la gente menuda prorrumpía en estruendosa aclamación, despertando de la pesadilla belicosa que la había enardecido durante media hora.
Y al decir esto, señalaba a un pillete mandadero, inmóvil a corta distancia, con un capón gordo y lustroso en los brazos.
Era una miseria, sin duda, pero, dadas mis circunstancias, aquella cantidad me pareció el premio gordo.
Santa Cruz, Bringas y Arnaiz el gordo, monopolizaban toda la pañería de Madrid y surtían a los tenderos de la calle de Atocha, de la Cruz y Toledo.
Mi hombre había clavado en el más gordo bloque de aquel almendrado una banderita que decía:.
La casa del gordo Arnaiz era relativamente moderna.
También había entre estos dos respetables sujetos parentesco de afinidad, porque doña Bárbara, esposa de Santa Cruz, era prima del gordo, hija de Bonifacio Arnaiz, comerciante en pañolería de la China.
Todos somos unosdijo alguna vez el gordo en las expansiones de su humor festivo, inclinado a las sinceridades democráticas, tú por tu madre y yo por mi abuela, somos Trujillos netos, , descendemos de aquel Matías Trujillo que tuvo albardería en la calle de Toledo allá por los tiempos del motín de capas y sombreros.
Su madre y hermano, ayudados del gordo Arnaiz, emprendieron el inventario de la casa, en la cual había algún desorden.
La mujer de don Baldomero I y la del difunto Arnaiz eran primas segundas, floridas ramas de aquel nudoso tronco, de aquel albardero de la calle de Toledo, cuya historia sabía tan bien el gordo Arnaiz.
Fue padrino del crío el gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarita: A mí no me la das tú.
Había oído muchas veces a los economistas que iban de tertulia a casa de Cantero, la célebre frase El gordo Arnaiz y su amigo Pastor, el economista, sostenían que todos los grandes problemas se resuelven por sí mismos, y D.
Baldomero Santa Cruz, el gordo Arnaiz, Bringas, Moreno, Labiano y otros almacenistas de paños, lienzos o novedades, le daban piezas para que las fuera enseñando de tienda en tienda.
Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y por buscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunas orgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertos matrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación del terreno democrático sobre que se asienta la sociedad española.
Si por acaso estaba en la mesa el gordo Arnaiz, se permitía algunas cuchufletas de buen género sobre aquellos antiquísimos estilos de santidad, consistentes en no comer.
Tanto hablar de París, y cuando Barbarita creía ver entrar a su hijo hecho una lástima, todo rechupado y anémico, se le ve más gordo y lucio que antes, con mejor color y los ojos más vivos, muchísimo más alegre, más hombre en fin, y con una amplitud de ideas y una puntería de juicio que a todos dejaba pasmados.
No, guardaría el recurso gordo para los casos graves de enfermedad o peligro de muerte.

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