Ejemplos con gárrula

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Posee una voz gárrula, potente, el canto es musical, fuerte, aflautado y repetitivo.
En el cosmoses decir, en el diccionarioestán los nombres de todas las cosas, pero están mal aplicados, porque están aplicados según costumbre mecánica y en forma que, lejos de provocar un acto de conocimiento y de creación, favorecen la rutina, la ignorancia, la estupidez, la charlatanería gárrula y el discurso vulgar, vacío y memorista.
El clamoreo de los clubs, la gárrula y ociosa charla de cafés y cafetines, que un día le divirtieron, ya le fatigaban.
En torno de las damas revolotearon los pretendientes, derrochando su gárrula estolidez amorosa.
Buscaba Ido la novela dentro de aquella gárrula página contemporánea, pero Izquierdo, como hombre de más seso, despreciaba la novela para volver a la grave historia.
La crueldad, la gárrula ignorancia de aquella política no tiene ejemplo en Europa.
Al punto comprendió que era producto infame de candidez y de perversidad, la gárrula bastardía del entendimiento, explotada por una diplomacia satánica.
Antes de atender a su discurso, convendrá decir que el célebre demagogo de los tres años no era un jovenzuelo fogoso, como algunos creen, sino un vejete atrabiliario y furibundo, alto, flaco, descuadernado, anguloso, de gárrula elocuencia, de vulgares modos.
Milicianos nacionales los había por docenas, la gente de poca instrucción y de locos apetitos burocráticos imperaba, y en todos los incidentes de la sesión salía a la superficie un espumarajo de gárrula patriotería, que era la fermentación de aquel elemento.
No nos espantamos de que usted se haya hecho comunero, nos espantamos y nos enojamos de que usted, tan favorecido por este Gran Oriente, prescindiendo de piquillos, alcances y descuentos, fomentara la escisión funesta que acaba de realizarse en la sociedad, que arrastrara fuera del Orden a esos desgraciados fundadores de la gárrula comunería, y que ahora, después que forman iglesia aparte, les incite contra nosotros, les predique la anarquía y el desorden, convirtiéndoles en desalmados jacobinos.
Siempre habrá distancia inconmensurable entre lo que yo llamo el y esa gárrula palabrería de los que se llaman en Cádiz y en Madrid.
Estaba poseído de un estro impío, y fue la primera musa de esa gárrula poesía progresista que durante muchos años atontó a la juventud, persuadiéndola de que la libertad consiste en matar curas.
Capitaneaba la conjuración un poeta, de cuya persona y estilo pueden ustedes formarse idea si recuerdan al omnímodo escritor a quien Mercurio escoge entre la gárrula multitud para presentarlo a Apolo.
Nuestra Señora de la Luz, pequeño edificio gótico de que ya hemos oído hablar a la gárrula sor.
-Señores, esta es la virtud antigua, no esa falsa y gárrula filantropía moderna.
Si algo en ella temía el engaño, veía el sofisma debajo de aquella gárrula turba de ideas sublevadas, que reclamaban supuestos derechos, Ana procuraba ahogarlo, y como engañándose a sí misma, la voluntad tomaba la resolución cobarde, egoísta, de «dejarse ir».
Imaginar lo perfecto, y esforzarse hasta la heroicidad por alcanzar un rayo de su lumbre, pero no lisonjear este amor contemplativo con la esperanza de la posesión, porque es amor de estrella que está en el cielo, alimentar el sueño de perfección, limitándolo por la experiencia y el sentido de las propias fuerzas, para saber el punto en que la tensión a que las sometemos ha agotado su virtualidad y después del cual toda porfía será vana, y llegado este momento, acallar a los demonios burladores y malignos que, en gárrula bandada, nos bullen dentro de la imaginación, mofándose de lo que hemos hecho y excitándonos a romperlo o abandonarlo, quemar en tal instante las naves de la voluntad ejecutiva, y obligarse a terminar la obra y a confesarla por propia ante nuestra conciencia y ante los demás, como se confiesa y reconoce al hijo, sin mirar lo que él valga: éste es el modo como el sueño de perfección puede conciliarse con la actividad resuelta y fecunda.
Es, pues, indispensable que nuestra cátedra se establezca en la taberna, donde maestros en el arte de exornar el trago con toda la gárrula palabrería de los buenos bebedores públicos, sostengan vivo el fuego de la conspiración.
Y la gárrula vieja, con más celeridad que la que sus años prometían, comenzó a caminar por.
El caballero inclinó la cabeza en señal de asentimiento a todo lo que había dicho la gárrula.
De trecho en trecho alzábase enhiesta y gárrula una palmera, bajo cuya sombra solían detenerse el Divino Maestro y sus discípulos escogidos, los que, como quien no quiere la cosa, llenaban de dátiles las alforjas.
Y ya en prosa, ya en verso, de mi gárrula.
Su humor festivo se trocó en melancólico, cada día le eran menos simpáticos el bullicio y la gárrula palabrería del círculo, y si bien quería con leal cariño a todos sus amigos, muchos de estos le molestaban.
Pero a pesar de la ruindad del suelo, la procesión marchaba con orden perfecto, sin que fuera estorbo la mucha gente que había en ella: hombres y mujeres de la villa, del campo y de la mar, creyentes los unos, tocados de la mácula del siglo los otros, astutos aldeanos, honrados y sencillos marineros, toda la grey díscola y ladina de aquellas verdes montañas, todos los ejemplares de vanidad infanzona, de gárrula presunción, de socarrona travesura, de solapada codicia, de graciosa sencillez, de castellana hidalguía y de ruda generosidad trasladados por Pereda con arte maravilloso al museo de sus célebres libros montañeses.
Desde ellos se cae en el pozo de la vulgaridad ramplona, del nihilismo más desconsolador, de la hojarasca más gárrula y fofa.
«Hay que vivir de lo que se escribe», este dogma de los modernísimos, complicado con este otro: «Hay que escribir todos los días poco o mucho, algo», da por resultado esos miles de páginas tristísimas, llenas de letras de molde, estepas grises del aburrimiento, forma desconsoladora, hasta terrible, si bien se mira, de la necedad humana, sosa, fría, seca, gárrula.
Vericueto es una bandada de chozas pardas y algunas casuchas blancas esparcidas por la ladera aquella de Suaveces, parece que van al asalto de la cumbre, berrueco inmenso que amenaza desplomarse sobre la diseminada tropa y aplastar todas las viviendas que encuentre en su caída, a la cabeza del asalto, es decir, en lo más empinado del lugarejo, se ve un grupo de aquellas chozas, de las más humildes, de las más viejas, rodeando la iglesia parroquial, mezquina fábrica, una mala capilla cuadrada, fea, prosaica, que hacen bien en ocultar casi por completo los corpulentos robles que la rodean, con hojarasca siempre gárrula y temblona, a poco, casi nada que sople la brisa.
En torno de las damas revolotearon los pretendientes, derrochando su gárrula estolidez amorosa.

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