Ejemplos con gárgolas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las atarazanas debieron ser construidas en distintos momentos, pero las gárgolas góticas no permiten suponer obra muy posterior a sus orígenes.
La obra está resuelta en su práctica totalidad con el ladrillo, aunque se utiliza la piedra para definir el zócalo y el cemento trabajado en molde para resolver los detalles de ornamentación, como molduras, columnas, pináculos y gárgolas.
Este ritmo compositivo origina una fachada muy dinámica, con una sucesión de elementos significativos como los pináculos y las gárgolas, y con una contraposición de volúmenes y sombras marcado por las pilastras, las cornisas y los huecos, que produce resultados muy interesantes.
También concordando con el gótico, se pueden encontrar al frente de esta un par de gárgolas con motivos en serpientes y pumas que por ese tiempo abundaban en este territorio.
Todo el ábside está coronado por gabletes rematados en florones cruciformes, sus gárgolas, de temas monstruosos, son muy esquemáticas.
La torre se remodela abriendo ventanales, añadiendo motivos heráldicos, así como remates en la cornisa de flameros y gárgolas.
En el exterior, unas terrazas circundan el templo y dejan muestran gárgolas con imágenes como dragones, arpías, basiliscos.
Ha sido la única torre que ha tenido, ya que la que se había poryectado levantar con las modificaciones realizadas a fines del siglo XIX, nunca se realizó, y solo quedó la base del primer cuerpo en la que se pueden apreciar cuatro singulares gárgolas.
Esta construcción renacentista tiene influencia italiana y de ella destacan la decoración de su fachada en la que aparecen representadas todas las virtudes teologales y cardinales, así como sus gárgolas en el remate.
A todo lo largo del puente y a ambos lados se encuentran las gárgolas para la evacuación del agua de la lluvia, consisten en losas finas y acanaladas.
A su lado se levanta la torre, adornada con pináculos góticos, gárgolas y crestería.
La torre de estilo plateresco es de base cuadrada de un único cuerpo, con cuatro huecos para las campanas y gárgolas de bichas.
La torre campanario cúbica de tipo neoclásico toscano, con gárgolas zoomorfas de piedra.
Además aparecen gárgolas, jarrones, cornisas, relieves, estípetes terminados en esferas y esculturas.
Su aspecto externo es muy sobrio, destacando los contrafuertes rematados por gárgolas que sobresalen por encima de la pared lisa, la sencilla puerta que da a la plaza de San Esteban, y el campanario que se alza a los pies.
Consta de arcuaciones de arcos ogivales sobre columnas, encima de ellas hay una galería con abertura de ventanas y balaustradas, rematándose con una cornisa de pináculos y gárgolas.
En la parte superior de la fachada hay un friso de arcos ciegos, gárgolas y pináculos, las gárgolas son obra del escultor Pere Johan hijo de Jordi de Déu, representando animales fantásticos.
La cubierta a dos vertientes, con amplio alero, desagua mediante gárgolas.
Las crujías se abren a anchos ventanales apuntados con trasdoses coronados por festones conopiales decorados con cardinas e intradoses consistentes en tríos de maineles y tímpanos calados, que separan pilastras con decoración vegetal, sobre las cornisas, cresterías, gárgolas, pináculos y remates de cogollos.
Un friso de yugos y flechas y las gárgolas es lo único que se conserva de su antiguo coronamiento.
Adicionalmente, la fachada occidental está saturada con esculturas menores de cabezas, máscaras, ángeles, gárgolas, así como toda una fauna de osos, asnos, elefantes, aves, grifos y sapos, una riqueza escultórica que pretende representar la obra divina de la creación.
La abadía de Melrose es también conocida por sus numerosos detalles decorativos grabados en la piedra, como por ejemplo santos, dragones, gárgolas, o incluso motivos vegetales.
En la parte externa del techo se pueden contemplar cabezas de león que sueltan agua, igual que las gárgolas medievales.
Por otra parte, sería motivo de estudio el comprobar si los vanos de asiento existentes en las diversas plantas, así como, el previsible recrecido de los muros perimetrales, tal como parecen sugerir la disposición de las gárgolas existentes, corresponden a este momento.
En la parte más alta de la fachada extendíase una fila compacta de ventanillas con adornos góticos, unas tapiadas, otras abiertas para dar luz y aire a los desvanes, y sobre ellas el alero monumental, el alero grandioso, como sólo se encuentra en los palacios de Mallorca, extendiendo hasta el promedio de la calle su ensamblaje de maderos tallados, ennegrecidos por el tiempo y sostenidos por vigorosas gárgolas.
He aquí el poema: un monstruo de esos que llaman gárgolas, porque vomitan la lluvia con un ruido peculiar, de donde viene la frase hacer gárgaras, digo que ese monstruo de piedra, que está en la cornisa de una catedral, se ha enamorado de la veleta, que figura una paloma, y que se asienta, ni que decir tiene, en lo más alto de la torre.
El clérigo estaba tan impregnado del ambiente de la catedral, que en su cuerpo parecían resumirse todos los olores del templo: su sotana tenía el perfume mohoso de la piedra vieja y las rejas herrumbrosas, por su boca parecían respirar los canalones y las gárgolas la rancia humedad de los desvanes.
El agua de las lluvias, cayendo por las gárgolas y canalones de los tejados, dormía en dos profundas albercas de piedra.
La torre del reloj, cuadrada, desnuda, monótona, partiendo el edificio en dos cuerpos, y éstos exhibiendo los ventanales con sus bordados pétreos, las portadas que rasgan el robusto paredón, con sus entradas de embudo, compuestas de atrevidos arcos ojivales, entre los que corretean en interminable procesión grotescas figurillas de hombres y animales en todas las posiciones estrambóticas que pudo discurrir la extraviada imaginación de los artistas medievales, en las esquinas, ángeles de pesada y luenga vestidura, diadema bizantina y alas de menudo plumaje, sustentando con visible esfuerzo los escudos de las barras de Aragón y las enroscadas cintas con apretados caracteres góticos de borrosas inscripciones, arriba, en el friso, bajo las gárgolas de espantosa fealdad que se tienden audazmente en el espacio con la muda risa del aquelarre, todos los reyes aragoneses en laureados medallones, con el casco de aletas sobre el perfil enérgico, feroz y barbudo, y rematando la robusta fábrica, en la que alternan los bloques ásperos con los escarolados y encajes del cincel, la apretada rúa de almenas cubiertas con la antigua corona real.

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