Ejemplos con fugitivo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y por puro desahogo, por ir habituando la mano y dar una muestra de su futura cólera, le largó unas cuantas bofetadas y puntapiés, cobrándose de esta forma el disgusto sufrido tiempo antes al verle llegar fugitivo de Ibiza.
Conque derechos a Inhiesta, y me traéis aquí al fugitivo, yo le tendré a buen recaudo los pocos días que restan hasta que comience el curso en el Seminario.
Ulises estaba ya en la calle, mientras en el pequeño acababan de bambolearse, rompiéndose luego en el suelo con ruidoso desmenuzamiento, varios objetos de loza que había enganchado y desplazado el fugitivo en su ciega salida.
Quedó de pronto el fugitivo entre un semicírculo cóncavo de hombres que le aguardaban a pie firme y un semicírculo convexo que seguía sus pasos con ondulante persecución.
El fugitivo, cercado en el dédalo de pasadizos, tropezando con enemigos en todas las revueltas, surgió corriendo por el extremo opuesto y continuó su carrera a lo largo del muelle.
No había reconocido la mirada de este hombre cuando casi se tocaban en la acera de la Cannebière, y ahora que existía entre los dos una distancia de cincuenta metros, ahora que el otro huía y sólo presentaba un perfil fugitivo, el capitán descubrió quién era por sus ojos, a pesar de que no podía distinguirlos claramente a tal distancia.
El médico consideraba que aquellos ocho hombres que dormían en común eran amigos, eran compatriotas, ligados por el nacimiento y las aventuras de su peregrinación anual: y su pensamiento iba hacia otras casas de peones, tan míseras como aquella, donde los hombres acostados en la misma cama no se habían visto nunca, donde el infeliz muchacho, recién llegado de su tierra, dormía en contacto con un individuo, con otro que también acababa de llegar a la mina, tal vez recién salido del presidio o fugitivo por algún crimen.
Su existencia fue cruel: siempre fugitivo a través de las naciones de Europa, arrojado de una a otra por la vigilancia policíaca, reducido a prisión o expulsado por la más insignificante sospecha.
Habían vivido hasta entonces resignados con la vida que les rodeaba, moviéndose como sonámbulos en la frontera indecisa que separa el alma del instinto, y la inesperada presencia de aquel fugitivo de las batallas sociales era el empellón que, los lanzaba en pleno pensamiento, caminando a tientas, sin más luz que la del maestro.
Pero el fugitivo, por un resto de prudencia, mostrábase con las sotanas, como él decía, fríamente cortés y reservado, temiendo que le expulsarán si manifestaba su pensamiento.
¡A él! ¡á él! Otra vez volvió Batiste a oir aquel chapoteo de perro fugitivo, pero ahora con más fuerza, como si extremara la huída espoleado por la desesperación.
Detúvose el fugitivo un momento, turbado, con cierto pavor respetuoso, semejante al del profano que se encontrara de repente en el fondo de las catacumbas, en medio de los divinos oficios, a lo lejos, oíanse en la calle el vals de y los gritos de la canalla Dio entonces dos pasos a tientas, extendiendo el brazo para salir por la puerta de enfrente a la calle de la Montera, y tropezó con un confesonario arrimado a la pared de la derecha, abrióse al punto la puertecilla baja de delante y apareció una mano muy blanca pegada a una manga negra.
Acertó entonces a llegar a Milán, fugitivo de Constantinopla, el marqués de Sabadell, perdido y arruinado, y presentóse en aquella logia, donde años antes le había iniciado Garibaldi.
Mas el viejo, aligerando el tardo paso y alcanzando al fin al fugitivo, le gritó en castellano:.
¿A qué iban allí? A lo que van todas: a ver y ser vistas, a lucirse un rato a cambio de palidecer de emoción y lanzar angustioso grito cuando la cornuda cabeza bufa en la misma espalda del torero fugitivo.
Y la pobre niña no podía ocultar sus recelos, y me los confiaba sencillamente, como deseosa de conseguir, por este medio, la perennidad de un afecto que le parecía vano y fugitivo.
No era mi amor aquel amor de niño, tímido, vago, ensoñador, que me inspiró Matilde, cariño melancólico, nacido en un juego, alimentado por las predilecciones de una chiquilla graciosa y admirada, y breve y fugitivo en sus anhelos, dulce amor que dulcificó la vida del pobre estudiante, pálido fulgor de la aurora juvenil que inundó de reflejos primaverales los claustros solitarios de un colegio sombrío, amor que no conseguí arrancar de mi alma en muchos años, que aun suele estremecer mi corazón, porque ni atrevidos devaneos, lograron aniquilarle en mí.
¿Temes? ¿Por qué, mi dulce niña? ¿Sabes acaso que hace mucho tiempo me robó el corazón una chiquilla graciosa y bella? ¡Ah! Piensa que ese amor fué un delirio un sueño fugitivo, algo así como esos alcázares de nubes, palacios de plata que forma el viento de la noche en la serena inmensidad de los cielos, brillantes edificios que duran un instante, y luego se desvanecen, dejándonos ver un reguero de astros.
¡Cómo me entristecieron las fúnebres preces! ¡Pasó por mi alma no sé qué, algo como una sombra de fugitivo dolor!.
, esas reinas de la moda, emperatrices del gusto y diosas del amor, revolotean por allí como brillantes mariposas, y óyese el crugido de sus botas sobre la arena o de su vestido contra vuestro pantalón, y aspírase un fugitivo aroma de violeta, y óyese acaso una codiciada voz, y véselas por ultimo montar en su carruaje.
Lo había dicho varias veces a su amante, expresándose de una manera ruda, pero en aquel lance, parecíale ridículo volver sobre aquella idea verdadera o falsa del amor, porque en su buen instinto comprendía que toda aquella hojarasca de leyes divinas, principios, conciencia y demás, servía para ocultar el hueco que dejaba el amor fugitivo.
Las recortadas nubes oscuras hacían figuras extrañas, acomodándose al pensamiento o a la melancolía de los que las miraban, y cuando en las calles y en las casas era ya de noche, permanecía en aquella parte del cielo la claridad blanda, cola del día fugitivo, la cual lentamente también se iba.
Si Sabel deseaba retener a aquel fugitivo Eneas, no dio de ello la más leve señal, pues se volvió con gran sosiego a sus potes y trébedes.
Nos digeron que la denunció por realenga a nombre de su hermano, que es un vago fugitivo en la otra banda.
—Pecado grande, dijo otro jitano: ¿á una inocente se ha de quitar la vida? no diga tal el buen Andres, sino haga una cosa: mírela bien agora, de manera que se le queden estampadas todas sus señales en la memoria, y déjenmela llevar a mí, y si de aquí a dos horas la conociera, que me lardeen como a negro fugitivo.
Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe, allá te avengas.
En una dellas estaba pintada de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido huésped se la llevó a Menalao, y en otra estaba la historia de Dido y de Eneas, ella sobre una alta torre, como que hacía señas con una media sábana al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba huyendo.

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