Ejemplos con flacos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos.
El centro del cuadro está ocupado por Don Quijote, sobre su caballo, formado por manchas de color, sin que se le distinga un rostro, tanto él como Rocinante están muy flacos y estilizados, hasta la deformación anatómica, pareciendo más una caricatura que un dibujo, el Quijote lleva una lanza.
Es enjuta y obscura, sus miembros, flacos y nudosos, parecen sarmientos trenzados.
A las rubias les gustan los morenos, a los flacos las gordas, a los altos las chiquitas ¿No te gusto yo a ti siendo tan alto y yo tan pequeña?.
Como todos los seres flacos de espíritu en los casos de apuro, acudía al recurso peor, con tal que le dejase respirar por el momento.
Unos gatos flacos y espeluznados rodaban en torno de la mujer, esperando que cayese algo de la olla: unos animales lúgubres, de mirada feroz, tigres empequeñecidos que parecían alimentarse con el hambre que sobraba a sus amos.
Una enfermedad más rara que en los robustos y sanguíneos, en los flacos y entecos, y, por lo mismo, en éstos mucho más peligrosa.
En vano tenía ya acostumbrados los oídos al grosero lenguaje usado en lo interior del teatro y a las frases soeces con que algunos gomosos la perseguían, su mirada severa y su ceno adusto ponían a todo el mundo a raya, pero ahora, obligada a circular por entre bastidores de aquel modo, ¿cómo evitar las bromas insolentes, los dicharachos lascivos? Y luego, al salir a escena, ¡cómo caerían sobre su cuerpo las miradas! ¡Qué vergüenza! En cambio, no se reirían de ella, cual les acontecía a algunas de sus compañeras que tenían los brazos flacos, las piernas torcidas, las caderas desconcertadas y el escote huesoso.
Por los desiguales tejados paseábanse gatos de feroz aspecto, flacos, con las quijadas angulosas, los ojos dormilones, el pelo erizado.
Sobre aquel cuero perdurable se habían sentado los gregüescos acairelados de un gentilhombre de la casa del Emperador, recibió tal vez las gentiles posaderas de algún padre provincial, amigo de la casa, quizá sostuvo los flacos muslos de algún familiar del Santo Oficio en los buenos tiempos de Carlos II, y, por último, había sido honroso pedestal de aquellas humanidades que llevan un rabo en el occipucio y aparecían constantemente aforradas en la chupa y ensartadas en el espadín.
Afuera, una doble fila de carretas, o se acercaban cargadas a dicha casa, o se alejaban de vacío en dirección del campo o del de caña, como se dice, todas tiradas por un par de bueyes no menos flacos que tardos en sus movimientos.
aire los dedos flacos del abate Pazavillini, sentado a la cabecera de.

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