Ejemplos con enjaretó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En su infancia se reveló sacando de su cabeza coplas de ciego, luego enjaretó madrigales, letrillas y algunas composiciones de arte mayor que corrían manuscritas entre el vecindario de su pueblo natal, la villa de Mula.
Con rauda escritura enjaretó una carta, de la cual se entresacan estos interesantes trozos: Al hablar hoy con Luis, he sentido tan acerba la nostalgia, que me ha faltado poco para llorar.
Estos y otros conceptos amorosos y sutiles enjaretó.
Perdonad que me interrumpa para deciros otra vez, y van dos, que me carga Donoso Cortés, y que ya estoy ahíto de la indigesta carta filosófica que nos enjaretó desde Berlín.
Cansado de tanto correr, durante los tres días, entró en el colegio, tomó la pluma, y enjaretó su famoso.
Pero lo que ésta no sabía, ni sospechar pudo el mismo estudiante, fue que, habiéndose éste sentido con sed y decidido a echar medio en sangría en la taberna del lugar, que halló al paso, huyendo de la máxima de su padre de que «el agua cría ranas», lo primero con que tropezó, antes que con el tabernero, fue el mayorazgo, el cual, al guiparle, le enjaretó un «''amice, ¿quo modo vales?''» que quitó al estudiante hasta la sed.
Después del buey, le tocó turno de habilidades á una niña declamadora, que enjaretó á los novios versos compuestos ad hoc por un empleado del Tribunal de Cuentas, que enviaba composiciones á todos los Juegos Florales y comedias á todos los concursos.
Perdonad que me interrumpa para deciros otra vez, y van dos, que me carga Donoso Cortés, y que ya estoy ahíto de la indigesta carta filosófica que nos enjaretó desde Berlín.
Estos y otros conceptos amorosos y sutiles enjaretó.
Apenas puse la taza vacía en las manos de la mozuela, esta se sentó al borde de mi lecho, y con grácil llaneza y sinceridad, me enjaretó este discursillo interesante:.
En cuanto lo supo Sainz del Bardal, agarró la pluma y me enjaretó ¡ay!, una elegía, con la cual yo y mis colegas del Limbo nos hemos divertido mucho.

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