Ejemplos con engañador

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Por qué, preguntaréis, va al exilio Otón con un título engañador? Porque llegó a ser el amante de su esposa.
Ser besado por un engañador es estúpido, Ser engañado por un beso es peor Ambrose Redmoon,.
Siguió siendo un libertino y engañador, daba grandes limosnas para la misión de Jesús, y como cuidaba la bolsa, sonsacaba dinero de la misma.
Éste es el engañador y el anticristo.
* Cuántos hombres de todo el mundo se han dejado engañar por el pomposo nombre de Río de la Plata!! El nombre engañador del Plata le fue dado, seguramente, por desprecio, porque no se ha encontrado jamás una partícula de oro o plata en este río o sus afluentes.
Y repuesto por unos meses de descanso y holgura, a causa de haber vendido su casucho y unas vacas, Muiños entró en el buque con un aspecto engañador de hombre sano.
Mas si quieres estar entre los buenos, búscame a , el de la pacificación, y tráeme su cabeza en un plato, ansí como trujo Salomé la del otro , falso y engañador profeta al igual de este.
Donde se prosigue la demostración de que el amor puede hacer astuta a la engañada y crédulo al engañador.
Pero con todo esto, el valor de Leonora fué tal, que en el tiempo que mas le convenia, le mostró contra las fuerzas villanas de su astuto engañador, pues no fueron bastantes a vencerla, y él se cansó en balde, y ella quedó vencedora, y entrambos dormidos.
Cual yo quedé, dígalo quien tuviere poder para decirlo, que yo no sé ni supe mas de sentillo: castigué mis cabellos, como si ellos tuvieran la culpa de mi yerro, martiricé mi rostro, por parecerme que él habia dado toda la ocasion a mi desventura, maldije mi suerte, acusé mi presta determinacion, derramé muchas é infinitas lágrimas, víme casi ahogada entre ellas y entre los suspiros que de mi lastimado pecho salian, quejéme en silencio al cielo, discurrí con la imaginacion, por ver si descubria algun camino o senda a mi remedio, y la que hallé fué vestirme en hábito de hombre, y ausentarme de la casa de mis padres, y irme a buscar a este segundo engañador Enéas, a este cruel y fementido Vireno, a este defraudador de mis buenos pensamientos y legítimas y bien fundadas esperanzas, y así sin ahondar mucho en mis discursos, ofreciéndome la ocasion un vestido de camino de mi hermano, y un cuartago de mi padre que yo ensillé, una noche escurísima salí de casa con intencion de ir a Salamanca, donde, segun despues se dijo, creian que Marco Antonio podia haber venido, porque tambien es estudiante, y camarada del hermano mio que os he dicho: no dejé asimismo de sacar cantidad de dineros en oro, para todo aquello que en mi impensado viaje pueda sucederme, lo que mas me fatiga es que mis padres me han de seguir y hallar por las señas del vestido y del cuartago que traigo, y cuando esto no tema, temo a mi hermano que está en Salamanca, del cual si soy conocida, ya se puede entender el peligro en que está puesta mi vida, porque aunque él escuche mis disculpas, el menor punto de su honor pasa a cuantas yo pudiere darle: con todo esto, mi principal determinacion es, aunque pierda la vida, buscar al desalmado de mi esposo, que no puede negar el serlo sin que le desmientan las prendas que dejó en mi poder, que son una sortija de diamantes, con unas cifras que dicen: Es Marco Antonio esposo de Teodosia.
Pero, volviendo a la plática que poco ha tratábamos del encanto de la señora Dulcinea, tengo por cosa cierta y más que averiguada que aquella imaginación que Sancho tuvo de burlar a su señor y darle a entender que la labradora era Dulcinea, y que si su señor no la conocía debía de ser por estar encantada, toda fue invención de alguno de los encantadores que al señor don Quijote persiguen, porque real y verdaderamente yo sé de buena parte que la villana que dio el brinco sobre la pollina era y es Dulcinea del Toboso, y que el buen Sancho, pensando ser el engañador, es el engañado, y no hay poner más duda en esta verdad que en las cosas que nunca vimos, y sepa el señor Sancho Panza que también tenemos acá encantadores que nos quieren bien, y nos dicen lo que pasa por el mundo, pura y sencillamente, sin enredos ni máquinas, y créame Sancho que la villana brincadora era y es Dulcinea del Toboso, que está encantada como la madre que la parió, y cuando menos nos pensemos, la habemos de ver en su propia figura, y entonces saldrá Sancho del engaño en que vive.
COMPUESTO POR «EL ENGAÑADOR», ACADÉMICO DE LA INSIGNE ACADEMIA DEL BETIS, Y DIRIGIDO A PERICO DE LOS PALOTES, PROTODEMONIO Y POETA DE DIOS TE LA DEPARE BUENA»,.
Rióse de ello César, y procurando aquietarla: “¿No es cesa terrible, ¡oh César!- le dijo-, que habiéndote tú dignado venir a verme y hablarme en esta situación, me acusen mis esclavos si he separado alguna friolera mujeril, no ciertamente para el adorno de esta desgraciada, sino para tener con qué hacer algún leve obsequio a Octavia y a tu Livia, y conseguir por este medio que me seas más favorable y propicio?” Daba esto gran placer a César, por creer que Cleopatra deseaba conservar la vida, diciéndole, pues, que se lo permitía y que sería tratada en todo decorosamente, más de cuanto ella pudiera esperar, se retiró contento, pensando ser engañador, cuando realmente era engañado.
-¡Ah traidor engañador y perdición mía! ¿Cómo no tienes vergüenza de tomar mi nombre entre tus labios, siendo la causa de esa bajeza con que me baldonas, cuando por tus traiciones y maldades estoy puesta en ella? Y no sólo eres causador de esto, mas de la muerte de mi honrado padre, que porque pagues a manos del Cielo tus traiciones, y no a las suyas, le quitó la vida con el dolor de mi pérdida.
Explicaba Manolo las ausencias con cacerías, comidas, expediciones y giras en compañía de sus amigos, y Dolores, fiel a su sistema de tolerancia cariñosa, llegaba hasta animarle para que no faltase, y celebraba a la vuelta las anécdotas y lances de la función, referidos por Manolo con humorística gracia porque el hábil engañador tenía cuidado de no mentir siempre y de concurrir no pocas veces, en efecto, a las distracciones adonde decía que concurría, por tener -si su mujer preguntaba o hacía indagaciones- más elementos para justificarse en cualquier caso.
¡Su risa llenaba la casa de ecos fúnebremente burlones, reía sin tasa y sin tregua, abofeteaba, escupía su risa al rostro del descarado engañador, que llegaba en derechura de pasar su noche amorosa, y no sabía palabra de la catástrofe.
Mas si quieres estar entre los buenos, búscame a Yahia, el de la pacificación, y tráeme su cabeza en un plato, ansí como trujo Salomé la del otro Yahia, falso y engañador profeta al igual de este.
Margarita tenía, como queda dicho, un corazón excelente, amaba a su marido y a sus hijos, y más de una vez hubiera deseado disfrutar con ellos de aquella paz doméstica, única verdadera en este mundo engañador, pero el ejemplo de su esposo por un lado, la adulación por otro, triunfaban casi siempre de aquellos sentimientos, y a pesar suyo veíase arrastrada en un torbellino de difícil salida.
El pueblo, los grandes y hasta los mismos enemigos de aquel varón célebre permanecieron como suspensos y mudos de terror: los unos no cesaban de admirar la instabilidad de las cosas humanas, los otros sacaban de aquel ruidoso escarmiento ejemplos contra las guerras civiles, y los últimos, cual si viesen en ello un sueño engañador, volvían los ojos al enlutado patíbulo, y asombrábanse de su propia victoria.
-Así lo dices, amor falso y engañador, ¿quieres que yo misma, de mi propia gana, me ponga el hacha a mis piernas, que me las corte? Ahora que te tengo bien curado, ¿que te guarde para las mozas de Tesalia? Veamos: tú, hecho ave, ¿dónde te iré a buscar? ¿Cuándo te veré?.
Celebradísimo fue el papel de ''el Engañado'' por peregrino y caprichoso, sacando, al mismo tiempo que le acababa, otro del pecho ''el Engañador'', llamado así en la Academia y en los tres hemisferios, y fiscal de la presente, que decía de esta manera:.
Para dejar, pues, de prestar crédito a una no basta objetar que el narrador está interesado en faltar a la verdad, es necesario considerar si las circunstancias de la mentira son tan desgraciadas que poco después haya de ser descubierta en toda su desnudez, sin que le quede al engañador la excusa de que se había equivocado o lo habían mal informado.
Óyeme e, si assí presumes que sea, ármale trato doble, qual yo te diré: que quién engaña al engañador.

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