Ejemplos con engarzándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ya no se oían los cascabeles de la borrica, el golpeteo sonoro de las herraduras sobre el pedregal, y en el alma del viejo pesaba la impresión honda de la amplia soledad del campo, sumido en la paz silenciosa, absoluta, del domingo. La naturaleza estaba vacía y solemnemente muda, ni un soplo de aire agitaba las hojas, el mismo regato, tan cantador y vivo, los pardillos y gorriones inquietos, dijérase que callaban y se adormían inmóviles. Allá, a lo lejos, un jirón de niebla, deshilachado suavemente por el sol, flotaba, engarzándose en los riscos de Penamoura. La mirada turbia de Carmelo se fijó en la enhiesta cumbre, y un recuerdo pueril le trajo una asociación de ideas apropiada a su estado de ánimo. «Ahí, en Penamoura, cuentan que enterraron los moros un tesoro muy grandísimo», había pensado el viejo, y este pensar le refrescó el otro, origen principal de sus terrones, el «secreto», la arquilla repleta de ricas onzas portuguesas y castellanas que, ayudado por él, Carmelo, había ocultado el señor de Valdelor en el escondrijo que únicamente los dos conocían... ¿Por qué misteriosos conductos se esparció la noticia del caso? Don Cipriano no lo dijo ni a su hija, y Carmelo..., ni se lo dijera al confesor, así fuese pecado mortal. Ello corrido andaba por el país, que en Valdelor existían onzas, un montón de oro, encanfurnado en un rincón que sólo el amo y el mayordomo sabían, los muy zorros, ladinos... La propia furia de Carmelo cuando los aldeanos aludían al secreto de las onzas, era delatora, era imprudente. Y Carmelo creía que la oculta arquilla hablaba, gritaba, hacía señales, despertando codicias y atrayendo a los malhechores. Por eso no dormía, Por eso le temblequeaban las enclenques piernas, al quedarse abandonado en aquel pazo de carcomidas puertas y tapia desportillada, llena de boquetes. ¡Las onzas! Al olor de las onzas, la gente mala no podía menos de acudir. Y él, ¿cómo las defendía? ¿Era él capaz de defender algo?

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