Ejemplos con encanijada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Romualda era una mujercita encanijada y vestida de harapos que en la tienda inmediata ayudaba a la mujer de los parches a ensartar buñuelos.
Allí estaba la encanijada solterona aristocrática, verdadera gaviota imponderable, envuelta en muelle plumaje de céfiros y encajes, la robusta matrona de plateados rizos y sonora voz, égida, guía y maestra de su pimpollo, aspirante a cortesana, fresca y delicada criatura que, viendo del revés sus conveniencias, buscaba aquel agosto sofocante para desarrollar sus abriles risueños, las del jubilado funcionario X***, de quienes se contaba que, puestas por su padre en la alternativa de comer patatas y vestir con lujo, o comer de firme y vestir indiana, optaron sin vacilar por lo primero, la rolliza codiciada heredera de un banquero de nota, buscando con ojos de diamantes una ejecutoria de primera clase para ennoblecer las peluconas de su padre, la sublime viuda, de rostro dolorido, que entretenía allí sus penas mientras labraba en un claustro retirada celda para enterrarse en vida, la dama esplendorosa y rozagante que movía un huracán con sus vestidos y muchas tempestades con sus coqueterías, la inofensiva esclava del buen tono, que se exhibía así por cumplir un deber de «su posición», la pudorosa beldad que recitaba arias de Norma y cantaba monólogos de Racine.
Otra de las mujeres, muy adusta, receló que los desconocidos vagabundos hicieran mal de ojo a una niña encanijada y dormilona que en brazos llevaba.
Y hasta hablamos un poquito de los versos leídos, y aun de las obras de Bretón, y hablando, hablando tan de cerca, y yo en pleno dominio de mi serenidad, pude notar, con gusto, que la encanijada madrileña de mi lugar se iba reformando poco a poco, que sus vacíos se llenaban y que se redondeaban sus ángulos, que las curvas imperaban ya entre las líneas de su talle esbelto, y que el color de la salud iba insinuándose en su fino y transparente cutis, con todo lo cual y aquellos ojos negros, dominantes y casi feroces, se apuntaba en Clara el peligroso tipo de una singular belleza.
Y si no, vamos a ver: ¿qué le das a la Galinda, que cada día está más encanijada?.

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