Ejemplos con emprendió

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por todo esto deseaba el Real Consejo de Indias que se hiciese aquí una poblacion, y a ese fin se emprendió este viage: pero la experiencia ha desengañado, que todo lo que decian de esos rios los extrangeros es una mera y pura patraña, pues tal rio no se halla, ni señas de haberle jamas habido, que al fin es verdadero el adagio castellano, que, a luengas tierras, luengas mentiras.
Al fin se echó la escopeta al hombro, y con la vista en alto, como si persiguiese a un pájaro que saltaba de rama en rama, emprendió la marcha por entre los árboles y la maleza, evitando pasar otra vez ante la fragua.
Entonces el santo bajó al solitario puerto de Sóller, tendió su manto sobre las olas, montó en él y emprendió el rumbo hacia las costas de Cataluña.
Falto de ocupación, Jaime emprendió la marcha hacia el pueblo por senderos de tierra roja que ensuciaba la blancura de sus alpargatas.
Y Jaime emprendió una mañana el camino de Ibiza, ansioso de nueva existencia, de renovar y variar sus impresiones fuera de la rusticidad campestre.
El carro de un payés le llevó hasta cerca de San José, y al separarse de él emprendió la marcha por el monte, pasando entre pinares encorvados por las grandes tormentas.
Púsose de pie, recogió la escopeta abandonada junto a él, y emprendió el camino de la torre.
Pep emprendió el camino de regreso a su alquería luego de este breve saludo, como un servidor respetuoso y enojado que sólo se permite con su amo las palabras indispensables.
Y con la escopeta en la mano, para ser el primero en disparar si encontraba al enemigo, emprendió el regreso al valle.
La doctora ya no emprendió más viajes.
¿El señor también es catalán? Y sonriendo a Ferragut como si fuese una aparición celeste, emprendió otra vez la historia de sus infortunios.
Esta república militar, que se daba el título de Compañía , emprendió la retirada hacia el Oeste, marcando su camino con los saqueos y violencias que acompañan en toda época la retirada de una horda guerrera.
Nunca emprendió un viaje con tanta alegría el capitán del.
Mejoró de salud, se le animaron los ojos tristes, y de nuevo emprendió sus estudios.
De Santo Domingo emprendió Martí una excursión por todos los pueblos de la Unión Americana y algunos de América Latina, volviendo a New York.
¡A Juan que, suponiéndola apenada, no bien acabó con cuanta prisa pudo su empeño en el pueblo de los indios volvió a la ciudad, y de allí, aprovechando la noche por sorprender a Lucía con la luz de la mañana, emprendió sin descansar el camino de la finca a caballo y de prisa! ¡A Juan, que con amores muy altos en el alma, consentía, por aquella piedad suya que era la mayor parte de su amor, en atar sus águilas al cabello de aquella criatura, no tanto por lo que la amaba él, sin que por eso dejase de amarla, sino por lo que lo amaba ella! ¡A Juan que, puestos en las nubes del cielo y en los sacrificios de la tierra sus mejores cariños, no dejaba, sin embargo, por aquella excelente condición suya, de hacer, pensar u omitir cosa con que él pudiera creer que sería agradable a su prima Lucía, aunque no tuviese él placer en ella! ¡A Juan que, joven como era, sentía, por cierto anuncio del dolor que más parece recuerdo de él, como si fuera ya persona muy trabajada y vivida, quienes a las mujeres, sobre todo en la juventud, parecían encantadores enfermos! ¡A Juan, que se sentía crecer bajo del pecho, a pesar de lo mozo de sus años, unas como barbas blancas muy crecidas, y aquellos cariños pacíficos y paternales que son los únicos que a las barbas blancas convienen! ¡A Juan, que tenía de su virtud idea tan exaltada como la mujer más pudorosa, y entendía que eran tan graves como las culpas groseras los adulterios del pensamiento!.
¡Que nadie le tocase! ¡Él se bastaba! Y apoyado en dos familiares fieles, emprendió la marcha jadeante hacia la escalera arzobispal, seguido de gran parte del cabildo.
¡Ladrón! ¡Después que se había quedado con su escopeta! Y emprendió el camino hacia Valencia, temblando de frío, sin saber adónde iba.
Hecha esta operación, comenzó el tío Frasquito a desprenderse de sus accesorios componentes para meterse en la cama, mas antes, en puntillas y ya en mangas de camisa, hizo un tercer viaje de exploración a la puertecilla sospechosa, el vecino parecía tranquilo y el tío Frasquito emprendió el viaje de vuelta, dando largas y sigilosas zancadas, y tarareando muy bajo, con pueril satisfacción, aquello de :.
Entonces emprendió el camino de vuelta por las mismas calles por donde había ido, sin tener más que un tropiezo.
Y dando un grito a su dormida mujer para avisarla que se iba, emprendió el camino de la taberna.
Triste y ceñudo, como si fuese a un entierro, emprendió Batiste el camino de Valencia un jueves por la mañana.
Iba a casa de sus amos a contarles lo ocurrido, la mala voluntad de aquella gente, empeñada en amargar su existencia, y una hora después, ya más calmado por las buenas palabras de los señores, emprendió el camino hacia su casa.
Soltaron las mustias ubres hasta su última gota de leche insípida, producto de un mísero pasto de hojas de col y desperdicios, y al fin Pepeta emprendió la vuelta a su barraca.
Hubo brega entre las dos hermanas sobre el mejor derecho a la posesión de , y Concha la dejó caer, con tan mala fortuna, que chocando sobre la mesa aplastó un par de pasteles, y manchada con la espuma del merengue emprendió una furiosa carrera hacia el salón.
No tardó en aparecer otra madre furiosa, que más que mujer parecía una loba, y la emprendió con otro de los mandingas a bofetada sucia, sin miedo a mancharse ella también.
Todo quedó al fin en silencio, y de nuevo emprendió el joven su ascensión penosa.
Habiendo apreciado este espectáculo poco grato, el olor de corral que allí había, y el ruido de alas, picotazos y cacareo de tanta víctima, Juanito la emprendió con los famosos peldaños de granito, negros ya y gastados.
Y sin más explicaciones, emprendió otra vez su desmayada faena, manejando el azadón lo mismo que si pesase cuatro arrobas.
Con tan infáustos auspicios se emprendió la grande obra de la colonizacion de Patagónia!.

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