Ejemplos con emperadora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Carta de la Emperadora china Elena Ningsentseso, de la Dinastía Ming, al Papa Inocencio X,.
Vengan acá: soy la reina, sí señores, soy la emperadora del Rastro, y yo acostumbro a fumar en este cigarro de bronce, porque no las gasto menos.
Llegó a tal extremo la susceptibilidad nerviosa de la Emperadora, que hasta cuando oía leer un periódico le parecía que en aquellos impresos renglones se la iba a nombrar.
«Chica, no seas mala -dijo la Emperadora mayor, aplicándole ligera bofetada-.
Mas concluida la barredura, el desasosiego de la Emperadora fue tan grande que no pudo comer con tranquilidad.
Al verle, la Emperadora fue hacia él ligera.
-Arrepentimiento -volvió a decir la Emperadora, sin mirarle ni moverse.
Así la turbación que removía el espíritu de la Emperadora se propagó, como un incendio que corre, al de D.
La Emperadora salió a abrir.
Cuando Prudencia volvió a la cocina, acercose la Emperadora a la puerta del cuarto de la costura, y el tímido oyó este susurro, que sonaba con timbre de dulce confianza:.
Este brusco proyecto de confianza asustó tanto a la Emperadora que.
Gozo vivísimo inundó el alma de la Emperadora.
Miraba la Emperadora a su amante, y sólo con el pensamiento de que había de confesarse a él se ruborizaba.
Mientras esto pensaba ella, Centeno se entretenía en contemplar a su sabor la perfecta cara, las acabadas manos y brazos de la Emperadora.
Tiempo hacía que a la Emperadora no se le mandaban tales cosas.
-¿Qué? -murmuró la Emperadora como un muerto que habla.
Toda aquella tarde aguardó la infeliz Emperadora, contando el tiempo.
Oyendo las dos, la mente de la Emperadora repitió alucinada el concepto de aquel borracho que dijo: ¿dos veces la una? Ese reloj anda mal.
«¿Sabes a dónde ha ido?» -dijo la Emperadora pasando al salón.
Yo la llamo la Emperadora, y la otra noche soñé que estaba yo en la iglesia y ella bajando de un altar con una estrella en la frente y muchas flores, muchas flores, por aquí y por allí.
Vio aparecer una hermosa y celestial figura, la Emperadora, la de la voz que pedía misericordia por él, y fuese o no la tal una beldad perfecta, a él, en tan crítico instante, se le representó como superior a cuanto en la tierra había visto, hermosura de mundos soñados y de regiones sobrenaturales.
La Emperadora le miró sonriendo y le dijo con voz de serafines:.
La Emperadora dio un gran suspiro.
como a una emperadora.
Vengo a traerle a usted una carta de parte de mi amo -dijo el muchacho, cuando la puerta se le abrió de par en par y vio ante sí la hermosa y para él siempre agradabilísima figura de la Emperadora.

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