Ejemplos con empellón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El narrador cuenta que una noche estaba en salón de Julia, un lugar donde se bebía, bailaba y se alternaba con prostitutas en el Barrio Santa Rita que en ese entonces era una zona rural en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires, cuando entró Francisco Real, apodado El Corralero dándole un empellón a la puerta.
Aprovechó Narcisa aquel momento para darle con saña un empellón, y la niña fué a caer de rodillas cerca de una mesa, sobre la cual una lámpara vaciló, quebrándose.
Así vagó Ulises sobre los océanos, como el rey de Itaca sobre el Mediterráneo, guiado por una fatalidad que lo alejaba de su patria con rudo empellón cada vez que se proponía regresar a ella.
Aresti se sintió de pronto arrastrado por un violento empellón de la muchedumbre, estremecida al adivinar la proximidad del enemigo.
Habían vivido hasta entonces resignados con la vida que les rodeaba, moviéndose como sonámbulos en la frontera indecisa que separa el alma del instinto, y la inesperada presencia de aquel fugitivo de las batallas sociales era el empellón que, los lanzaba en pleno pensamiento, caminando a tientas, sin más luz que la del maestro.
Dos hombres decentemente vestidos, pero dando gritos y risotadas de borrachos, volvieron la esquina del pabellón y emparejaron con Currita y con Jacobo ante la tercera ventana, el más alto pegóse a la acera, y el más bajo llamóse a la corriente, dejándoles pasar por en medio Hubo entonces una terrible escena de un segundo: Currita sintió que un brutal empellón le arrancaba violentamente del lado de Jacobo, que otra mano vigorosa tiraba del embozo de este, que caía al suelo al pie de la ventana, y algo líquido y caliente brotaba como de un surtidor, chorreándole las ropas y las manos.
Al cabo lo consiguió arrojándole, con un empellón, de espaldas sobre la yerba, inerte, sin aliento.
Quintinito, hijo, mono, sal y pega un empellón a esta fiera.
Para ello, adelantose a su compañera, le pegó un fuerte empellón a Leonardo, que, por no estar prevenido, perdió el equilibrio, resbaló y dio de costado en la concha del quitrín, a los pies de la sorprendida dama.
Una de las dos mulatas que pasaban tropezó conmigo, y, creyendo que le había armado una zancadilla, llena de ira me dio un empellón.
-Vamos al pueblo, para que digas eso que ahora dices, a ver si te hacen caso -le sopló otro en la nuca, mientras le daba tal empellón, que el hombre sin el equilibrio de los brazos, bamboleó y estuvo a punto de caerse.
Grieve le dio un empellón brutal a Fariña y lo derribó al suelo.
Lo echo de un empellón al medio y le hizo derribar su libro, su cuaderno y su lápiz.
Casi maquinal mente, pues no tuvo fuerzas ni serenidad para reflexionar, dio un empellón al monstruo: pero el monstruo, rechazado por un instante, volvió sobre el doctor, y le aplicó un inmundo y frío beso, pasando por su mejilla el hirsuto y húmedo hocico.
-¡Canalla! -rugió Plutarco propinando a Alicia un soberano empellón.
El médico se puso el gabán y como Alicia le cortase el paso, la dio un empellón.
Y aquel hombre brutal dio un fuerte empellón a la desolada Fidela, y salió de la estancia.
empellón para librarse de su violencia.
Este, de pie, vacilante, sólo espera el empellón que le acueste.
Un vecino sudoroso llega corriendo, choca con el palenque, da un empellón al puerta, sin perder tiempo en disculpas llega al despacho del comisario, entra y le dispara estas palabras:.
Vi que hacía ostentación de despreciar la vuelta que el mozo le dio, al mismo tiempo que una pobre anciana se le acercaba, pidiéndole alguno de aquellos cuartos que tanto despreciaba, y, efectivamente, vi que creyó cumplir con lo que debe a la humanidad el que tiene dinero, regalándola con un seco y repetido «Perdone usted, hermana», y dándola un empellón al levantarse, añadió: «Vamos, ya se habrá empezado la sinfonía, y en esta ópera es preciso sacar todo el jugo posible a los doce reales y dos cuartos.
Millán entonces se levantó del suelo con un rápido salto y dando un empellón al descuidado montañés le derribó de las murallas.
-Allá voy, hechicero infernal, ligado con Satanás -le respondió él con la boca llena de espuma y rechinando los dientes, y dando un furioso empellón se fue para el templario determinado y ciego.
-Pos bien -continuó ésta en grave actitud y colocándose ambos puños en los ijares-, has de saber tú que tu obligación es jacer que no haiga en tó er barrio gachó aficionado ar chocolate que no ajocique aquí pa gastarse con alegría lo que traiga en la fartriquera: tener quinqué bastante pa sortear a los guasones encuerinos que viven de lo que gorrean, y saber si llega el caso, que siempre llega, plantarlos de un empellón en la del rey, alternar con los güenos parroquianos, aceptar sus convidás, pero que resurte como si en lugar de jacerte ellos un favor se lo jicieras tú a ellos, beber mucho y escupir más, pero sá menester escupir con tarto y sin que se te enteren ni los cormillos tan siquiera, que en lo que tú escupas, tú llevarás tu tanto y cuanto, y sá menester tamién que estés siempre que rechines de limpia, y que si tiées penas te las comas con tomate u sin tomate.
Sin detenerse a llamar a la puerta, abriéronla de un empellón, y vieron a la Rámila acurrucada junto al llar de la cocina, soplando unos carbones a los cuales estaba arrimando un pucherete cubierto con un casco de teja.
-Oye tú, ¿es que te ha tocao la lotería? -le preguntó con voz vibrante, al par que abría de un brusco empellón la ventana de par en par.
Con el último empellón que le atizaron para que «se despabilase», salió en volandas el chico, mal despierto aún, a pesar de un sopeteo y fregoteo de cara y manos, en la palangana desportillada, con agua muy fría.
-¡Largo de aquí! -dice con desgarro, dirigiéndose a Merto y dándole un empellón hacia la puerta, como pudiera dársele a quien tiene la culpa de aquel cambio tan súbito en el corazón de su amo y en el porvenir de su hijo.
-¿Qué inteligencia puede caber entre un miserable y un hombre honrado? -dijo César alejando de sí con un empellón a don Romualdo, que recibió la agresión con la mayor frescura, limitándose a contestar:.
-¡Vaya usté mucho con Dios, zalamerona, cubijera! -la contestó, con un empellón, la vencedora.

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