Ejemplos con empeñando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Consiguiente a estos sentimientos, ofrezco de nuevo trasladarme a la Banda Oriental y echar a pique con la enunciada máquina la fragata de guerra y el bergantín que sirve de depósito para la pólvora, igualmente, ofrezco presentar un plan de ataque que al paso que asegure la posesión de la plaza, consulte la menor efusión de sangre, empeñando mi palabra de que seré el primero que me presentaré entre los bravos que deben ejecutarlo.
Resulta cuanto menos extraño que Sade huyera con su cuñada y que su mujer quedara el Marsella empeñando todos sus esfuerzos en su defensa.
Toda la mañana se tirotearon españoles y marroquíes, empeñando hacia la mitad del día combates encarnizados.
Empeñando y malvendiendo cuanto había en casa, ayudadas solamente por la viudedad de mi tía, pasamos algunos meses.
Ya estoy viendo a Manjavacas empeñando el tarro o cambiándolo por gotas de aguardiente.
Dio luego don Quijote orden en buscar dineros, y, vendiendo una cosa y empeñando otra, y malbaratándolas todas, llegó una razonable cantidad.
Y en compañía de otros como él, a la hora de clase, día a día tenían lugar las escapadas, los partidos de billar y dominó en los fondines mugrientos del mercado, discutiendo en alta voz, alegando, empeñando hasta los libros a fin de saldar el gasto, si era que no se hacían humo en un descuido cuando andaban en la mala, muy cortados, las rabonas en pandilla a pescar mojarras y dientudos en el bajo de la Recoleta o en la Boca, a las quintas de Flores y Barracas, saltando zanjas, trepando cercos, robando fruta, matando el hambre, después de una mañana entera de correrías, con un riñón o un chinchulín en el fogón de alguna negra vieja achuradora de los Corrales.
Nunca el diestro en desterrar una barra remató al primer lance, vase empeñando con uno para otro, y siempre adelantándolos.
Con estas noticias me fui empeñando la Cataluña adentro, corríla toda, que bien poco me.
Fuéronse empeñando por un paseador espacioso y delicioso, y no tan común que no.
Y se empeñaron éstos y se siguen empeñando en contrarrestar en mil modos los beneficios prodigados al Hombre por los primeros.
Los aportaba al fin malvendiendo algún manuscrito, empeñando ropas, y lo que es más duro, instrumentos, pidiendo al habilitado anticipos.
-El señor de Madrid fue contratado primero por esos granujas del café del Gran Mundo, esos tipos llenos de fantasía que se están empeñando hasta las orejas por hacernos perder a todos.
Empeñando conversación mundana con Fúcar, supo llevar a este por las vías sentimentales con tanta gracia y donosura que el agiotista la oía con encanto.
Es tan cómodo el sistema para mí, que sin saberlo cómo, me estoy empeñando en dinerales.
En la ocasión que aquí se describe, en aquel caso grave de emancipación y de aventuras revolucionarias, cuando la penuria empezó a manifestarse, se defendió Guerra algunos días, ya con el admirable arreglo y la casi milagrosa economía de Dulce, ya empeñando lo menos indispensable.
Interesante grupo formaban los dos, el uno come que come, y el otro piensa que piensa, soñando de otra manera que Felipe y viviendo anticipadamente la vida de los días sucesivos, lanzando su espíritu al porvenir, sus sentidos a las emociones esperadas, empeñando su voluntad en grandes lides y altísimos propósitos.
Toda la mañana se tirotearon españoles y marroquíes, empeñando hacia la mitad del día combates encarnizados.
Como su alteza no vestía hábito monacal, sino traje de currutaco, frecuentaba la sociedad aristocrática, y tanto que, acordándose de que era musulmán, se le despertó el apetito por las muchachas, enamorándose a la vez como lo que era, es decir, como un turco, de dos huríes limeñas y empeñando a ambas palabra de hacerlas princesas.
Y por último, la niña Araceli, empeñando sus bienes, había traído hasta otros seis mil duros, con todo lo cual había nueve mil, y sobraba para salir del apuro y salvarse de la ejecución.
Exasperado, afanoso de desbaratar la inicua trama, Cleto, mientras iba viviendo de milagro, empeñando ropa, procuraba reunirse con actores, colarse entre bastidores, arrimarse al teatro, su vocación -ya no le cabía duda-.
Creyóse que el buen hidalgo, molido y escarmentado, no volvería a las andadas, y por sí o por no, su familia y amigos acudieron a diversos expedientes para apartarle de sus desvaríos, incluso el de murar y tapiar el aposento donde estaban los libros condenados, mas Don Quijote, muy solapadamente, tomaba mientras tanto a Sancho Panza de escudero, y vendiendo una cosa y empeñando otra y malbaratándolas todas, reunía una cantidad razonable para hacer su segunda salida, más sobre seguro que la primera.

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