Ejemplos con dientes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Condumios y viandas eran los primeros harto flúidos y las otras de estructura demasiado coherente y compacta para la herramienta dental humana, de manera que no permanecía residuo alguno entre los dientes.
Su vida externa, el curso y movimiento de su vida social, era al modo de una rueda dentada, en engranaje con otras, esta rueda cada día realizaba mecánicamente una vuelta completa, entreverando sus dientes con los dientes de las demás ruedas, siempre los mismos y siempre de la propia forma y disposición, y de suerte que no cabía averiguar si ella hacía girar a las otras o las otras le hacían girar a ella, o si la una y las otras rodaban con regularidad a impulsos de un mecanismo incógnito y enorme.
Apenas si hablaba el señor Novillo, de tarde en tarde se sonreía, enseñando unos dientes de blancura irreprochable, que, rodeados del hirsuto contorno, parecían una estría de carne de coco asomándose entre la cáscara pardusca y crinada, pero la mitad superior de la cara y los ojos seguían parados y tristes.
No podía dormirse con aquellos dientes ajenos, porque le mordían, a pesar suyo, la lengua, como si el antiguo propietario viniese, a favor de las tinieblas del sueño, a vengarse del macabro usufructo.
Es decir, Novillo se figuraba que, así como los pelos de su peluquín pertenecían, sin duda, a un difunto, que otro tanto acontecía con los dientes.
Los dientes, parejos y pulquérrimos, habían saltado, con encías y todo, desde la boca hasta un vaso de agua.
Niños, no os pongáis pecaminosos, que me ruborizo y se me alargan los dientes.
Disponíase a responder Simón a Juana desde la puerta, contra la cual estaba recostado, mirando a la calle, cuando salió botando, de hacia la cocina, un perrazo de áspero y sucio pelaje, con una morcilla chorreando caldo entre los dientes.
¡Y allí fué el temblar de la voz y el crujir de los dientes! Porque temieron por sus casas, por sus campos, por sus fábricas, por sus tesoros, es decir, su Dios, su patria, su alma.
¡La madre coja, coja y bisoja, que rompe los pucheros! ¡La madre morueca, que hila en su rueca los cordones de los frailes putañeros, y la cuerda del ajusticiado que nació de un bandullo embrujado! ¡La madre bisoja, bisoja corneja, que se espioja con los dientes de una vieja! ¡La madre tiñosa, tiñosa raposa, que se mea en la hoguera y guarda el cuerno del carnero en la faltriquera, y del cuerno hizo un alfiletero! Madre bruja, que con la aguja que lleva en el cuerno, cose los virgos en el Infierno y los calzones de los maridos cabrones!.
Don Pedrito diría: ¡Yo quiero la lengua! Don Gonzalito diría: ¡Yo quiero los ojos! ¡Y cómo le habían de chascar bajo los dientes!.
Aun cuando lo arrancaren del pecho con los dientes, vuelve otro a nacer.
Unas veces fuente, y otras roquedo Unas veces los dientes arregañados de un lobo, y otras un resplandor.
Cuando el uno, cansado de morderle, iba durmiéndose, llegaba el otro a todo correr y le clavaba los dientes.
Ya sacaban los dientes, como en otro tiempo.
Ya no hay falsos cómputos de la edad del mundo, porque la paleontología y la prehistoria han contado los dientes de esta calavera en que vivimos y averiguado su verdadera edad.

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